lunes, febrero 12, 2007

LA HABANA EN RUINAS *

LA HABANA EN RUINAS *

Wilfredo Cancio
El Nuevo Herald
Florida
E.U.
Cortesía de:
Antonio Ramos Zúñiga
La Nueva Cuba
Febrero 12, 2007
Cuando el filólogo y cineasta alemán Florian Borchmeyer decidió irse a Cuba en 1997, lo impulsaba una curiosidad netamente histórica. Tres años atrás había visitado el Berlín que despertó a la caída del muro y quería tener la experiencia de un escenario ''pre-caída'' del régimen socialista.

Matriculó un curso en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y empezó a vivir entre cubanos con una perspectiva abierta a todas las voces y a todos los ámbitos.

''No fui a Cuba con una ilusión izquierdista, pero quería hacerme una idea de un sistema socialista sin poner las cosas en blanco y negro'', confesó el realizador, que es doctor en Letras Románicas y ferviente admirador de las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega.

Respaldado por un excelente dominio del español, Borchmeyer se adentró en el universo habanero, estableció amistades entrañables, recorrió la ciudad y exploró las vidas de sus residentes. Algo comenzó muy pronto a fascinarle: la naturalidad con que la gente habita entre las ruinas en pleno siglo XXI.

Fue así que comenzó a fraguarse la idea de una película como una metáfora de la realidad cubana. La Habana en ruinas como equivalente del estado ruinoso de un sistema político y de las vidas de los ciudadanos. Pero Borchmeyer estaba consciente de que el proyecto no contaría con el beneplácto de las autoridades cubanas si no lograba enmascararles sus verdaderos propósitos.

El tiempo maduró las intenciones de Borchmeyer, quien viajó en varias ocasiones a La Habana como periodista de la televisión alemana. Tras varios rodajes en Cuba con propósitos periodísticos, los funcionarios del Centro Internacional de Prensa (CIP) recibieron la propuesta de Borchmeyer para filmar un documental sobre la reconstrucción del patrimonio arquitectónico con el inspirado título de La Habana, siempre viva.

La solicitud fue finalmente autorizada a finales del 2005 y el equipo de realización no tardó en trasladarse a la isla, donde rodó ininterrumpidamente por un mes en locaciones habaneras. Pero el resultado fue La Habana: arte nuevo de hacer ruinas, un documental que en 86 minutos desnuda la destrucción y la decadencia de la ciudad capital.

Borchmeyer y Matthias Hentschler -- codirector del filme -- estuvieron la pasada semana en Miami, donde planean el lanzamiento del dvd de La Habana: arte nuevo de hacer ruinas en un par de semanas, así como una exhibición cinematográfica que se efectuará en abril en el Teatro Tower de La Pequeña Habana.

''La reflexión sobre las ruinas figura históricamente en la tradición europea, hay un romanticismo en torno al fenómeno de las ruinas como símbolo de la vanidad, pero nuestro documental parte de la fascinación por las ruinas en un contexto caribeño y contemporáneo'', explicó Borchmeyer durante la entrevista con El Nuevo Herald. ``Desde el primer momento que recorrí La Habana me llamó particularmente la atención la gente que habita en las ruinas''.

Con la autorización oficial, el equipo alemán se trasladó sin mayores dificultades por toda la ciudad. Como el permiso había sido otorgado a ''periodistas de la televisión alemana'', los realizadores optaron por usar una cámara de alta definición y evitar las sospechas que pudieran haber surgido si filmaban con equipamiento de 35 milímetros.
Borchmeyer asegura que las autoridades fueron ''muy cooperativas y nos ahorraron incluso los cobros de filmación''. Entre los entrevistados estuvo el historiador y parlamentario Eusebio Leal, artífice de la recuperación arquitectónica de La Habana Vieja. Sin embargo, hubo una lista de ''sitios prohibidos'' como el histórico Teatro Campoamor, donde terminaron filmando de manera encubierta.

''Entramos allí con nuestros equipos desarmados y envueltos en un kimono, con la ayuda de un profesor de taichi'', recordó.

Entre los protagonistas del documental se encuentra el escritor Antonio José Ponte, quien lanza agudas observaciones sobre el panorama desolador que rodea a los habaneros. Ponte manifiesta que la revolución de Fidel Castro ha creado un espíritu de paciente espera, de convivir sin remedio con la ruina hasta su destrucción total, y concluye que ''la última gran ruina'' que la población espera ver caer es la del mismo gobernante cubano.

La película estuvo lista para comienzos del 2006 y se presentó el pasado julio en el Festival de Cine de Munich, semanas antes de que Castro sufriera una crisis de salud y entregara temporalmente el poder a su hermano Raúl. Borchmeyer piensa que la coincidencia premonitoria de su película con la enfermedad de Castro fue determinante para que se le cerraran las puertas del Festival Internacional de La Habana.

''Parece que la alusión a ruinas con el gobernante enfermo les resultó extremadamente peligrosa [a los organizadores del festival] y la censuraron'', observó el cineasta.

La película no fue propuesta siquiera para la sección competitiva del festival habanero, sino que pretendía exhibirse como parte de una muestra colateral de cine alemán, organizada por el Instituto Goethe y la Embajada de Alemania. Pero la respuesta del Instituto de Cine (ICAIC) fue el silencio, excluyéndola de la programación.

Ante la protesta por ''censura política'' del Patronato Alemán de Cine Joven, la prensa oficialista cubana se vio obligada a afirmar que ''el documental no pasó el mínimo listón de calidad como para ser admitido''. Sin embargo, la política tradicional de los organizadores del festival habanero fue siempre aceptar y exhibir la mayor cantidad de materiales en cine y video, y pocas veces se excluyeron títulos por motivos estéticos.
Durante el 2006, La Habana: arte nuevo de hacer ruinas se presentó con éxito en los festivales internacionales de Locarno y Río de Janeiro, y obtuvo el premio especial del jurado en el Festival de Cine Latino de Los Angeles.

Borchmeyer pretendía exhibirlo en el venidero Festival de Cine de Miami, pero no lo seleccionaron entre los 23 documentales incluidos en el programa del evento. Monika Wagenberg, programadora de la muestra iberoamericana del festival miamense, dijo que este año el proceso de selección fue muy competitivo, con muchas y buenas producciones inscritas, lo cual determinó el rechazo a la cinta alemana.

''Es derecho de cada festival hacer la programación de acuerdo a sus estrategias y sus gustos'', consideró el cineasta, quien augura una favorable respuesta de la comunidad cubana cuando la película se distribuya y exhiba en Miami.

Borchmeyer proyecta además enviarla en dvd o por correo electrónico a los cubanos de la isla. Pronto la versión en español podrá verse en la internet.
''En la era digital no hay forma de censurarla y cualquier obra prohibida va a llegar a Cuba, más cuando tiene el encanto de lo prohibido'', opinó.

''No me considero propietario de la verdad sobre Cuba, pero es fácil advertir que el país se encuentra terriblemente estancado, sin expectativas de cambio en la gente, en un estado de inercia absoluta'', reflexionó Borchmeyer. ``Y los que están en el poder no quieren que esas imágenes de estancamiento y ruinas se muestren, porque puede sospecharse que ellos son los responsables de la destrucción y no han hecho nada por detenerla''.

Para ver el making off deL DOCUMENTAL “LaHabana: Arte Nuevo de Hacer Ruinas” HAGA CLICK AQUÍ

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* UNA NOTA NECESARIA

El documental “LaHabana: Arte Nuevo de Hacer Ruinas” (2006), puramente testimonial, ha sido presentado con éxito en el Festival de Cine de Munich, y en los festivales de Locarno, Río de Janeiro y Los Angeles, y desde luego, fue vetado por el ICAIC en La Habana. La Habana de postcard, mejor dicho, una porción de ella, bellamente restaurada y escenografiada para el turista y apologizada por la propaganda oficial, no es esta que presenta el documental que es la verdadera, habitada por los seres más desilusionados del mundo empantanados en la miseria interminable de sus solares, barbacoas y derumbes. La misión que tendremos en un futuro cercano es restaurar nuestra bella y regia ciudad para que todos podamos disfrutarla y vivirla, no sólo los turistas sino sus genuinos dueños que son esos seres que no se resignan a abandonarla. A pesar de retóricas y publicidad mediática, la verdad histórica va mostrando su faz única y real, la social, la que no podemos negar. La Habana nos espera, para que la salvemos. Gracias a los autores del documental, viva el arte verdadero.

Antonio Ramos Zúñiga

1 Comments:

At 6:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

UN DOCUMENTAL SUPER Y BUENAMENTE CRITICO, EL TURISTA SOLO VE LA CIUDAD BONITA, LA OTRA SE OCULTA.

 

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