domingo, marzo 25, 2007

¿ LA MAQUILA ANIQUILA ?

¿La maquila aniquila?


Por JORGE SALAZAR-CARRILLO

El ciclo de alza de los metales y algunos productos agrícolas ha insuflado la noción de que los países que basan su economía en los mismos son los más ricos y poderosos. Las naciones que dependen de la industria y los servicios no parecen tener las mismas posibilidades, y menos aún aquellas que dependen de la actividad basada en el ensamblaje, las plantas gemelas, el procesamiento manufacturero para la exportación, las zonas francas y un sinnúmero de actividades que los mexicanos han generalizado bajo el verbo maquilar (que realmente significa preparar para la venta).

Se olvida fácilmente que estas alzas son tan históricas como el Libro del Exodo, que nos cuenta cómo las vacas gordas fueron sucedidas por las vacas flacas, sin que los egipcios previeran que las bondades de los primeros siete años se convertirían en las plagas de los próximos. Recientemente se olvida que el pico en los precios de las materias primas en la década de 1970, después de lo deprimidos que estuvieron en la de 1960, dieron paso a una crecida armamentista (recuerden las Malvinas) y a la crisis de la deuda en la subsiguiente década. Aunque no tan extendidas, no menos dramáticas fueron las crisis del tequila, que comenzó en México en 1995 y se extendió por Latinoamérica; y la del virus asiático en 1997, que afectó a Rusia en 1998 y seguidamente a Brasil, Argentina y los países petroleros hasta el 2003, con el precio del barril de crudo desplomándose a menos de once dólares.

Los países en vías de desarrollo que enfatizaron los sectores industriales y de servicios son los que terminaron sufriendo menos de estas crisis. Países grandes como la China y la India, intermedios como Chile y Taiwan, y pequeños como Singapur y Hong Kong, fueron los que quedaron mejor parados en estas últimas tres décadas. Hay dos tendencias económicas fundamentales que explican estos resultados. La primera es que, a largo plazo, el gasto se derrama crecientemente sobre los bienes industriales y los servicios al consumidor. La segunda la constituye el hecho de que, en el valor final de cualquier bien o producto, las materias primas constituyen un porcentaje pequeño, generalmente bien menor del 20 por ciento. Hasta en los productos petroleros: la refinación, mezcla, transporte, distribución del producto, y los impuestos, constituyen bastante más del cincuenta por ciento de su precio final.

En América Latina los países que han comprendido estas verdades económicas generalmente han mostrado un crecimiento más sostenido. Estos han sido los que participaron en la Iniciativa del Caribe y los Tratados de Libre Comercio promovidos por los Estados Unidos (EEUU), es decir, los países de América Central, el Pacífico suramericano y el Caribe. Los mismos están involucrados en los procesos industriales de EEUU y Canadá, que producen el 26 por ciento del valor manufacturero del mundo (China representa un poco más del 6).

¿Pero qué futuro tiene esta maquila latinoamericana, y la próxima que estamos imaginando para Cuba? ¿Podrán competir con China e India? La experiencia de México es muy ilustrativa al respecto. Aunque este país sufrió una dramática caída en 1994-1995, ello se debió a un mal manejo macromonetario y no tuvo nada que ver con su comercio exterior. Lo más llamativo de la experiencia mexicana es que pasó de exportaciones de algo más de $50,000 millones anuales, antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, a un nivel de $200,000 millones por año en la actualidad. Es ilustrativo cómo Brasil, que se ha concentrado crecientemente en las materias primas, exhibe un valor de sus exportaciones que es menos de la mitad del mexicano, con una población de casi el doble.

La ventaja de los gigantes asiáticos se ha debido fundamentalmente al costo irrisorio de su mano de obra. Datos recientes muestran el salario industrial chino, incluyendo prestaciones sociales, en $0.72 por hora. El mexicano, el mayor entre los países centroamericanos, caribeños y andinos, es de $2.96 por hora. Pero lo anterior queda grandemente compensado por los altos costos de transporte desde Asia y por las ventajas arancelarias implícitas en los tratados de libre comercio con EEUU. Estos últimos favorecen la concentración de la maquila en los productos de alto a mediano valor agregado con una alta razón de peso a costo, en los que el transporte constituye una parte importante del precio final; en los que compiten en calidad y diseño; o en los que la protección de la propiedad intelectual es importante.

Otra ventaja de concentrarse en las exportaciones industriales es que permite defender más exitosamente los mercados domésticos de estos bienes frente a las importaciones asiáticas, las cuales están arrasando los sectores manufactureros de los países que exportan fundamentalmente bienes primarios.

Todo esto arroja una importantísima lección para la Cuba del futuro, en términos de explorar y explotar una integración industrial (incluyendo el etanol) con su gran vecino del norte, con cuya infraestructura de transporte siempre ha estado estrecha y cercanamente vinculada.