martes, mayo 01, 2007

EN TORNO AL PRIMERO DE MAYO EN LA HABANA

En torno al Primero de Mayo en La Habana


Por Elías Amor Bravo
Valencia


Centenares de miles de trabajadores cubanos se aprestan a desfilar de forma organizada y militarmente en las calles de La Habana para volver a rendir culto a su régimen en una fecha tan significativa para el mundo del trabajo como es el Primero de Mayo. Aun resuenan en mi cerebro los himnos y cánticos que nos obligaban a entonar en estas fechas “primero de Mayo, día del trabajo, dame tu mano trabajador, unidos todos, codo con codo, ya dirigimos la revolución”. Tremendo, aun me acuerdo.

Este año, el Primero de Mayo habanero tiene cierto morbo mediático, si se tiene en cuenta que puede suponer la reaparición de Fidel Castro después de casi diez meses de baja laboral por enfermedad. Es curioso, por primera vez en muchos años, son los voceros exteriores de Cuba, Evo, Chavez, los que se encargan de ofrecer diag-nósticos del estado del comandante. Quizás porque sean los únicos a los que interesa.

Nada más absurdo, y nada más irreal que celebrar en Cuba, por los trabajadores cubanos, el Primero de Mayo. Para empezar, porque no existe otro país en el mundo en que las condiciones laborales sean mas injustas y agresivas contra el trabajador. Para acabar, porque en ningún sitio como Cuba y en ningún momento como el Primero de Mayo para darse cuenta de la grave contradicción que supone la dictadura comunista en la Isla, su perversión, su alejamiento de la realidad y la necesidad de poner fin cuanto antes a esta experiencia que ha llevado a Cuba a un retraso de más de un siglo con respecto al resto de países del continente.

Pasemos revista a algunas de las “ventajas” que tiene el régimen cubano para los trabajadores. Estamos ante uno de los sistemas económicos que menos recompensa al esfuerzo del trabajo. Desde la perspectiva de que el sueldo medio puede situarse alrededor de los 250 pesos cubanos (unos 10-20 euros al mes), no existe Mayor ineficacia ni falta de justicia en las retribuciones, de modo que tampoco pueden determinarse los incentivos para la mejora profesional, la formación y la cualificación. Es cierto que en Cuba un investigador en la Universidad o un directivo de nivel medio, por citar puestos elevados de la escala ocupacional, cobran una proporción similar a la de los empleados o trabajadores de niveles más bajos en la estructura profesional, pero también es cierto que el acceso a determinadas prebendas o privilegios se encuentra restringido a aquellos que se mueven cerca de la esfera del partido único, del régimen instaurado por los hermanos Castro, de modo que a la larga las desigualdades de renta y riqueza que el sistema desea eliminar aparecen por donde más duele.

Además, la ausencia de mecanismos retributivos asociados a la productividad del trabajo, al esfuerzo o la dedicación, lleva a que cada vez sean menos los jóvenes que desean estudiar en la universidad o la formación superior, puesto que en empleos de baja cualificación en el sector turístico, por ejemplo, pueden obtener no sólo mejores retribuciones, sino acceso al área del dólar que todo lo compra, en ausencia del pretendido bloqueo. El problema aquí se encuentra cuando se definen las condiciones de contratación. Como han comprobado los empresarios extranjeros en numerosas ocasiones, el acceso al empleo en empresas con participación internacional se realiza como mecanismo de recompensa al “buen revolucionario”, desde el Estado y el partido, y no en términos de competencia o cualificación, lo que impide alcanzar en muchas ocasiones los niveles de eficiencia que se pretenden con los planes de inversión.

Y qué decir respecto de la libertad sindical. Nada o casi nada. En ausencia de sindicatos libres que puedan defender los intereses de los trabajadores, el partido único se proyecta sobre el sindicato también único, y los mecanismos de comunicación e interdependencia entre ambos generan unos lazos perniciosos que hacen que todo trabajador cubano tenga una ficha de buena conducta laboral, social, etc, que en cualquier país democrático suena a aberración, pero que condiciona su vida y desarrollo profesional en la Isla desde que nace, estudia, accede al mercado laboral, se desarrolla y muere. Es quizás uno de los mecanismos sutiles que explican las manifestaciones masivas en las calles de La Habana y los hitos de adhesión a un régimen, al que luego se critica de forma despiadada en entornos de confianza y seguridad.

La falta de autonomía del sindicato único cubano del poder político le ha llevado a tener que aceptar como válidas tesis que en ningún lugar del mundo se podrían siquiera llevar a una mesa de negociación. No hace mucho tiempo, el gobierno cubano introducía reformas sobre el mundo laboral, que acentuaban los mecanismos de control, inspección y vigilancia en las empresas, aduciendo la falta de dedicación de los trabajadores, su escaso compromiso y su poca orientación al desempeño. Objetivos difíciles de compatibilizar son salarios de 10-20 euros al mes, colas generalizadas para obtener los alimentos del día a día, y la ausencia de cualquier tipo de comportamiento ejemplar por parte de las autoridades.

En tales condiciones, cabe preguntarse qué celebran los trabajadores cubanos el Primero de Mayo, y qué será lo que están pensando cuando desfilan uniformados y con tono militar frente a la camarilla que les gobierna. Me temo que lo peor, y desde luego, ahí están las balsas y cualquier otro mecanismo para escapar de la Isla. Lo sorprendente es que en Occidente todavía pueda haber alguien que espere algo de aquel régimen.

Abril 30, 2007
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Fiesta del trabajo esclavo

El gobierno cubano trata de mostrar al mundo en otra fecha de los trabajadores una igualdad mal vivida entre las clases obreras, quienes no acuden a esa celebración voluntariamente, sino con un compromiso con un estado que no tiene en cuenta los derechos de cada trabajador. Un estado que se impone desde los estudios hasta después de finalizados estos, obliga a realizar un servicio social y después no da otra opción que la de trabajar para él.

Cuba no tendrá una celebración genuina del 1ro de mayo mientras exista el sector estatal. Mientras siga existiendo una Central de Trabajadores de Cuba, verdadero brazo de adoctrinamiento de un régimen totalitario. Se podrá celebrar cuando cada obrero tenga recursos mínimos de trabajo, cuando no sea explotado, cuando tenga un verdadero sindicato que responda a sus derechos y los identifique.

Cuba no está de fiesta ni entiende las declaraciones de los extranjeros que cada año viajan a La Habana para manifestar su apoyo a la clase obrera. Manipulaciones de una fecha como esta no pueden seguir sucediendo. Es hora de decir basta.

Ignacio Cepero Estrada
Agencia Jóvenes Sin Censura
Quemado de Güines, Cuba