MÁS ALLÁ DE GUANTÁNAMO: ¡MUÉVANLO
MÁS ALLÁ DE GUANTÁNAMO: ¡MUÉVANLO!
Por Iria González-Rodiles
Alguien en Cuba me decía siempre que después de los cincuenta años casi todas las noticias son malas: la muerte de los padres, la ausencia de los familiares y amigos que se fueron del país o de este mundo, los diagnósticos inesperados sobre la salud personal o de los seres queridos, la dificultad en encontrar pareja o trabajo...
Sí, así es. Y yo he recibido una mala noticia; otra más, entre tantísimas. Pero si de Cuba se trata, como en este caso, sólo me llegan malas nuevas, pero no debido a que excedo -con creces- los cincuenta años, sino por la cuasi-quincuagenaria situación que pervive en la Isla, dadas la obra y desgracia históricas de una especie que mora sin tinos en determinados países y gobiernos del mundo.
(De igual modo, resulta premonitivo que si el régimen de la Isla logra arribar a los cincuenta años, se desencadenarán todos sus infortunios, para felicidad de los cubanos y desgracia del sistema gubernamental).
Antes, supe de la golpeadura que le propinaron a Martha Beatriz Roque Cabello (disidente que preside la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, o sea, para poner fin a la castrense) y las últimas amenazas telefónicas que la valiente opositora recibiera.
Además, no podían faltar las tristes noticias sobre el cobarde acoso de las turbas fascistoides, organizadas por la dictadura contra otras mujeres (¿habrán salido de una incubadora los perseguidores?), esposas y familiares de los presos de conciencia: las Damas de Blanco (propuestas para el Premio Nobel de la Paz).
También, me informan de la pésima situación carcelaria y del delicado estado de salud del doctor Oscar Elías Biscet, quien sólo cometió el gran delito de condenar el abortismo y reclamar respeto a los Derechos Humanos en la Isla.
Las de nunca acabar
Y entre tantas malas nuevas, recibo noticias sobre mi colega, el periodista Ricardo González Alfonso, intervenido quirúrgicamente una vez más, y, de inmediato, el mismo cuento que en otras ocasiones: de vuelta al salón, por 'complicaciones' post-operatorias.
Antes del cautiverio Ricardo era otro hombre. Bien lo recuerdo: a pesar de lo estresante y riesgosa que resulta la vida de todo disidente, de todo opositor, de todo perseguido en Cuba, su aspecto físico poseía la robustez, la energía, la hiperactividad y el buen humor, propios de la gente saludable en cuerpo, mente y alma. Ahora, sólo conserva el buen ánimo, a juzgar por lo que nos afirma su esposa, Álida Viso Bello.
Poco después del encarcelamiento, su salud comenzó a deteriorarse de forma vertiginosa. Extraño, aunque cierto es que el estado físico de todos los presos anda conforme a los ensañamientos y las infrahumanas condiciones carcelarias que caracterizan las prisiones en Cuba.
Pero algunos de los condenados durante la represión de la Primavera Negra de Cuba en el 2003 -incluso, mayores que Ricardo, poco saludables o que previamente entraron al presidio con padecimientos y enfermedades- no presentan tan complicado cuadro clínico, como en el caso de Ricardo, con reiteradas intervenciones del bisturí, supuestamente inevitables. Sin embargo, no se le concede la 'licencia extracarcelaria', y, según el testimonio de su esposa, hasta le han obstaculizado la recepción de medicamentos.
Por demás, ¿cómo considerar normales las sistemáticas operaciones, las consecuentes complicaciones post-operatorias y, por lo tanto, el inevitable y reiterado regreso al quirófano en tan corto plazo de tiempo y tan inesperadamente? ¿Negligencias de un hospital destinado a los nativos -que, para mayor desgracia, incluye a la población penal de la Isla-, desprovisto de todas las tremendas ventajas que poseen los hospitales para extranjeros... o para los jerarcas? ¿Que se esconde detrás de toda esta historia que parece tomada de la literatura del terror?
No olviden que antes de recibir la condena ascedente a veinte años, a Ricardo González el Fiscal le solicitaba cadena perpetua, primero, y 30 años, después, durante la farsa procesal a los 75 disidentes, reconocidos prisioneros de conciencia. Un ensañamiento desmesurado: le pasaron todas las cuentas posibles, por la dos ediciones de la Revista de Cuba dentro de la Isla, por la fundación de la Sociedad de Periodistas Independientes, por su labor como corresponsal de Reporteros sin Fronteras (RSF) y, sobre todo, por ejercer la libre expresión como ciudadano y periodista.
Realmente, en un sociedad totalitaria, controlada hasta los tuétanos, es muy difícil saber lo que en realidad sucede y, muchísimo más, realizar una acusación. Bastaría a las autoridades encarcelar al corajudo que haga la denuncia, aplicándole un supuesto 'estado predelictivo' por la 'divulgación de noticias falsas' o ingresándolo en el Hospital Siquiátrico de La Habana, con su correspondiente dósis de electroshocks... y asunto terminado: en Cuba no existe la presunción de inocencia.
Complicidades involuntarias...e intencionales
Pero lo más preocupante, lo más bochornoso de todo esto, es la intensa propaganda -hasta la saturación, señores- que orquestan los medios informativos internacionales, las organizaciones de Derechos Humanos, Human Rights Watch, Amnistía Internacional y hasta algunos gobiernos, contra la cárcel Norteamericana de Guantánamo, mientras dispensan tibieza y escualidez -vacíos- a lo que sucede en la Isla con los presos de conciencia cubanos. Minimizándolos así, unos; ignorándolos, otros.
Más allá de los límites que corresponden al territorio de esa cárcel Norteamericana de la Base Naval de Guantánamo, se diseminan las pocilgas -infernales, degradantes, inhumanas- que bien denominan 'cárceles castristas', donde desfallecen -víctimas de la impiedad y de la injusticia, propias de la ausencia de la democracia y del estado de derecho- los presos de conciencia cubanos, quienes, por demás, son opositores pacíficos; no son terroristas, ni siquiera en la condición de 'sospechosos'. Antes bien, rechazan todo tipo de acción violenta aunque en ello les está yendo la vida tras las rejas.
Ahora recuerdo que, cuando el terrible huracán Katrina azotó a New Orleans, escuché a Ray Nagin, alcalde de esa ciudad, reclamar públicamente al Presidente Bush y a su séquito que 'movieran el c...lo' (es decir, el trasero, en su más fina acepción), porque la ayuda a los damnificados era muy deficiente. (Nada le sucedió al alcalde; incluso, fue reelegido por los ciudadanos en los nuevos comicios... Si alguien se atreviera a decirle algo semejante a Castro en Cuba, entre los golpes y el encarcelamiento bajo la acusación de 'desacato a la figura del Comandante en Jefe', de agente del imperialismo y de haber arriesgado la soberanía nacional ...¡imagínense cómo terminaría!).
Como no valen las parsimonias y palabrerías, ni la mesura, cuando la vida, la salud y el derecho a la libertad de la gente están en juego, me apropio de aquella expresión del alcalde Nagin:
A los medios informativos de todo el mundo, a las organizaciones no gubernamentales, a los gobiernos democráticos, que tanto se compadecen, preocupan y escandalizan por los presos en Guantánamo y miniminizan a los que se pudren en las inmundas cárceles cubanas, les grito a los cuatro vientos: por Ricardo, por Biscet, por Fabio, por Normando, por Adolfo, por Maceda... por todos los presos de conciencia de la olvidada Primavera Negra de Cuba, ¡MUÉVANLOOO!
Iria Gonzalez-Rodiles
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