PERFIL IDEOLÓGICO DEL EXILIO CUBANO
Nota del Blogguista
El exilio cubano está compuesto de muchísimas personas y muchísimas posiciones ante la tiranía cubana, y cuando digo exilio no hablo de los inmigrantes cubanos que vinieron NADA MÁS, hayan venido en la época que sea, a salir de una miseria material íntrínseca al castrismo y al comunismo impuesto en la isla; por cierto, recuerdo una prima que solamente quería irse,y se fue, de Cuba a principios de los años 60s para comerse una tortilla de 5 huevos.
El exilio no lo conforma solamente algunas personalidades públicas con sus pronunciamientos. Si el exilio cubano no fuera TRANSIGENTE con las reglas del juego democrático, dudo mucho que Aruca, Andrés Gómez, y comparsa, y tantas otras personas, hayan podido vivir y desarrollar sus actividades acá en Miami pese al rechazo y las arqueadas que nos provocan su sola presencia. Si el exilio cubano no fuera un exilio TRANSIGENTE, no hubieran tantas personas que hicieron tanto daño en Cuba, sirviendo al castrismo, caminando tranquilamente por las calles de Miami.
Por Emilio Ichikawa
Tenían razón nuestros críticos. Aquellos ensayos debutantes eran enrevesados y contenían demasiadas citas de autores polacos. Ha pasado el tiempo del picotear en la experiencia ajena. Lo que adviene ahora, si de verdad se quiere estructurar un pensamiento auténtico, es la conceptualización de la realidad inmediata.
Lo anuncia un ensayo de Armando de Armas titulado Mitos del antiexilio (Editorial el Almendro, Miami, 2007) que, pudiendo ilustrar las ideas en un material fáctico inofensivo, decide pensar en referencia al entorno ideológico de Miami. Existe una fórmula para considerar eso que se ha dado en llamar valentía intelectual: es valiente aquel que critica un poder que puede perjudicarle.
De Armas no hace trampas, no posa de intelectual rebelde protegido en el truco de criticar instancias lejanas como Bush, Castro o Zapatero, sino que somete a juicio al exilio, para bien del propio exilio.
Mitos del antiexilio demuestra esta vez que la comunidad cubana de Miami suele asumir pasivamente los propios prejuicios que se le adjudican, por lo que su autodefensa funciona como una derrota ofensiva. Antes de defender, sugiere De Armas, lo primero es resistirse a aceptar la veracidad de las acusaciones. Tras constatar la existencia de una paradójica complicidad ideológica entre el exilio cubano y sus críticos, De Armas pasa a confirmar como mitos injustificados el llamado conservadurismo o derechismo de Miami, así como la supuesta intolerancia exiliar.
( Andrés Gómez )
Muchas veces se adjudica el fracaso de la lucha contra la ideología castrista a cuestiones procedimentales (falta de dinero, escasa incursión en los medios en inglés, precariedad intelectual, etc.) sin considerar que, en el fondo, la ideología de las principales organizaciones políticas del exilio es revolucionarista, cuando no filosocialista y, en algunos casos, comunistoide. La conclusión es casi cruel: no se ha vencido al castrismo ideológicamente porque ha sido contendido por ideologías que le son compatibles. Por eso más bien las absorbe, las acopla, las subordina como si fueran una simple variante suya.
Digámoslo con claridad: en Cuba no ha existido, desde la inauguración de la república hasta hoy, una tradición de pensamiento anticomunista consistente; gente como Salvador Díaz-Versón constituyen una excepción en Cuba. El legado de este fraile anticomunista ha sido condenado a la indiferencia hasta tal punto que su libro El zarismo rojo --la quintaesencia del anticomunismo latinoamericano-- puede ser consultado sin problemas en la sala general de lectura de la Biblioteca Nacional de Cuba (al menos hasta este momento).
Es sorprendente pero es cierto: toda la discursividad proteccionista, nacionalista, populista y benefactora de la Constitución del 40, y aun del ideario de Fulgencio Batista, existe más en una relación de continuidad que de ruptura con la ideología cubana contemporánea, ya sea castrista o anticastrista. Algunos ejemplos son desconcertantes. Anticastristas decididos como Tony Varona, Manuel Artime y Húber Matos fueron o son revolucionarios. Todos soñaron con la igualdad, la justicia social y un nuevo porvenir para América Latina; como lo hicieron también Luis Posada Carriles y Orlando Bosch. Un análisis objetivo de los programas político-sociales de Alpha 66 revela que, al menos a nivel de declaración pública, está muy cerca de una socialdemocracia. Es muy sintomática la constante recurrencia a la Constitución del 40 (la Brigada 2506 hizo una buena edición de la misma y al joven Castro le apasionaba) por parte de la oposición a Castro; pero, ¿por qué no la Constitución de 1901?
Ideología de derecha consciente en el espectro ideológico cubano apenas existe en la Unión Liberal Cubana de Carlos Alberto Montaner; y acaso, aunque ya sin coherencia y movida al centro, en la de la Fundación Nacional Cubano Americana.
Se dice con frecuencia que el exilio es anticastrista; pero supongo que es más bien antifidelista. En cualquier caso la ideología del exilio cubano de Miami es filosocialista, de un moralismo inquisidor, retardatario y muy cercano al ideal revolucionario. Lo demás, como dice Armando de Armas, es un mito del antiexilio. Y un mito del exilio también.
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