UNA SEMANA QUE ESTREMECIÓ AL MUNDO
Bastante pueril esa explicación de como se derribó el U-2; Franki escribe lo que oyó, pues no estaba dentro de los que acompañaron a Fidel en la visita a la base. Los militares soviéticos tenían órdenes precisas y no iban a dejar que se accionaran todos los mecanismos sin su aprobación. Hay que leer otras versiones.
Una semana que estremeció al mundo
Por Carlos Franqui
Regresé de invitar a Ben Bella, presidente de Argelia, a Cuba después de un largo viaje, incluida Italia, por la publicación de mis libros. Era el 20 de octubre de 1962 y no sabía nada de la instalación de los cohetes soviéticos en Cuba. El domingo 21, al preparar la edición del lunes, las noticias de EEUU indicaban un peligro para Cuba; decidí publicar un cintillo que anunciaba Prepara Estados Unidos agresión a Cuba.
Convocado muy temprano por el presidente Dorticós, se me acusó de publicar la información sin consultar a la dirección. Repliqué: ''Ni usted ni Fidel estaban en La Habana y estimé mi deber, como en la época de Radio Rebelde, publicarla''. La discusión duró horas con las llamadas críticas de todos, excepto Castro y Guevara. Al final dije: ``Si me equivoqué, sustitúyanme''.
Ya los cables anunciaban el discurso del presidente Kennedy, que Dorticós atribuía al conflicto chino-indio. Irónicamente le contesté: ''Kennedy va a anunciar el bloqueo de Cuba''. Era algo que había leído días antes en la prensa inglesa.
Esa noche Kennedy anunció la gravedad de la crisis. Una hora después Fidel apareció por la redacción del periódico, bromeando sobre los equivocados que lo acompañaban y dio su primera respuesta oficial.
Al fin de aquella tensa semana Celia Sánchez por orden de Fidel me pidió que preparara a un grupo de periodistas con toda urgencia, que ya habían instalado una poderosa Radio Rebelde en la Sierra Maestra, porque esa noche iba a ocurrir algo que definiría si la crisis era real o un juego de los dos K [el presidente norteamericano John F. Kennedy y el premier soviético Nikita Jrushov, en inglés Khrushchev].
Esa noche el U-2 fue derribado y muerto su piloto.
Uno de los acompañantes de Fidel me contó que al llegar a la base, que era territorio soviético, con la entrada prohibida incluso a los comandantes castristas, fue invitado por cortesía a entrar como jefe del gobierno. Castro pidió le enseñaran cómo funcionaba la base, los oficiales soviéticos le fueron explicando. Cuando vio aparecer el U-2, Castro preguntó: ''En caso de ataque, ¿cómo se le derriba?'' Le señalaron el mecanismo y Castro lo accionó, derribando el U-2.
El mundo se conmovía aterrado, pero los norteamericanos no reaccionaron por la muerte de su piloto y la caída de su avión.
El domingo 28 preparaba la edición del lunes cuando el teletipo de la Prensa Asociada anunció: Ordena Jrushov la retirada de los cohetes de Cuba. Le pregunté a Fidel por teléfono qué hacía con el cable y durante minutos no nos entendíamos --yo no podía creer que Fidel no estuviera informado--, hasta que me dijo: léeme el cable. Se lo leí y su respuesta fue una larga furia de improperios contra los soviéticos. Después se calmó y me dijo: ``Te enviaré un comunicado con mi respuesta. Tienes que tirar un millón de ejemplares''.
Cuando recibí el comunicado noté que no se hablaba de la retirada de los cohetes. Lo llamé y se lo dije y su respuesta fue: ''Ese es un problema tuyo para la edición de mañana''. Conociéndome, Fidel sabía que yo iba a anunciar la retirada, pero que estaba advertido que no iba a tener su respaldo ante la reacción soviética. Ese lunes 29 Revolución informó a los cubanos de la retirada de los cohetes. La reacción espontánea de la gente fue salir a la calle cantando: Nikita, mariquita, / lo que se da no se quita.
En días posteriores firmé varios artículos criticando a los soviéticos y exaltando a Fidel, por no permitir la inspección, hasta que el comandante me mandó parar. La crisis terminó con el pacto Kennedy-Jrushov: los rusos se llevaron los cohetes y los norteamericanos se comprometieron a no invadir la isla, y como Castro se negó a la inspección, todo terminó en un streaptease ruso-norteamericano.
El mundo respiró y Kennedy pareció el triunfador. ¿Pero fue en verdad así? No.
Jrushov, el otro protagonista, fue destituido dos años después, a pesar de que Kennedy le quitó las bases cercanas a la URSS y de que, de hecho, logró la permanencia del castrismo en la isla.
El único ganador fue Fidel Castro, que se convirtió en el peligroso enemigo impune de Estados Unidos en el mundo: guerrillas --Nicaragua, El Salvador, entre otras--, guerras africanas, espionaje, fin del neutralismo de los No Alineados, e incluso cuarenta y cinco años después, casi moribundo, usa a Chávez y sus petrodólares en Bolivia y Ecuador, con grave amenaza para la democracia latinoamericana, EEUU y el mundo occidental.
Los mal informados de siempre siguen negando mi afirmación de que fue Castro el que derribó el U-2. Ellos, tan mal informados que vinieron a enterarse por boca de un general soviético en la conferencia de La Habana, que había en Cuba armas atómicas tácticas que no salieron de la isla hasta diciembre de 1962.
En sus memorias Jrushov reprocha a Castro su intento enloquecido de ataque atómico preventivo a EEUU y su derribo del U-2 en el momento más peligroso. Castro acaba de confirmar que los rusos no le informaron de la retirada, dándome sin darse cuenta la razón. Los grandes siempre desconocen a los pequeños. Fidel Castro, uno de los más grandes enemigos de EEUU, siempre ha sido subestimado y esa es una de las principales razones de que su dictadura sea la más larga de la historia.
Los más grandes perdedores de aquella semana que conmovió al mundo fuimos los cubanos. Estuve para mal o para bien en el centro de la noticia y pude decir verdades que otros ignoraban y todavía niegan. Fui, por mi conocimiento de Jrushov y de los intereses de las grandes potencias, durante la crisis un convencido de que aquello era sólo un juego peligroso.
Periodista cubano, ex director del periódico `Revolución'.
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