¿ QUIÉN PONE EL MUERTO ?
¿Quién pone el muerto?
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Hay que aceptar el camino escogido por la oposición: la resistencia pacífica, inteligente y paciente, y en todo caso civilizada y firme.
martes 18 de diciembre de 2007 6:00:00
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Por José Hugo Fernández, La Habana
Suele haber un abismo entre lo que piensa nuestra gente de a pie en la Isla y lo que algunos desde afuera suponen que piensa. Ahora mismo no ha faltado quienes digan que aquella manifestación de protesta cívica contra el régimen que terminó hace pocos días con el escandaloso y cruento allanamiento policial de una iglesia en Santiago de Cuba, fue un acto organizado en Miami.
A nadie podría extrañarle que semejante afirmación provenga de la plaga de estalinistas y fidelistas trasnochados que abunda por ahí. Lo extraño, y aun lo sintomático, es que también la esgriman algunos otros analistas presumiblemente más serios y bien reconocidos entre la legión de personas decentes que apuestan hoy por el fin sin remiendos de nuestra dictadura totalitaria.
¿Será que se están creyendo verdaderamente la leyenda de que en estos predios no existe otra especie más que la de los carneros descerebrados y la de las lombrices ciegas, temblequeantes y exangües? ¿O acaso se tragaron el cuento chino, más obtuso y mucho más nocivo, de que el problema principal de nuestra oposición interna es que carece de un gran líder y que por eso necesita que todo se lo traigan masticado desde lejos, como a los pichones?
Que Dios nos libre del gran líder. En este minuto y para siempre.
Otros de por ahí esperaban, vaya usted a saber sobre qué fundamentos, que el pasado 10 de diciembre las calles habaneras hirvieran de manifestaciones populares reclamando respeto para los derechos humanos, cuando lo cierto es que aquí la mayoría no conoce el honroso significado de esa fecha. Eso por no decir que muchos ni siquiera tienen claro en qué consisten los tales derechos.
Cada acción conlleva su propio ritmo y su tratamiento, los que impone la Historia, y cada suceso tiene su lugar y su tiempo reservado bajo el sol. En verdad sabe mal que en nuestro país el ritmo de las acciones de la oposición se parezca (irremediablemente) al de una jicotea con muleta. Pero en este caso específico, y en tantos otros, habrá que agradecerles que hayan asumido como una prioridad evitar que corriera la sangre, inútilmente por demás.
Quienes esperaban lo contrario y ahora despotrican señalando culpables entre las víctimas, tienen todo su derecho a manifestarse como radicales y auténticos patriotas, pero sería bonito que también intentaran comprendernos.
Si nadie quiere jugarse la vida reclamando derechos que sólo se disfrutan en vida, y si a nadie le encaja el peso histórico de sentirse responsable por haber conducido a otras personas, sean diez o miles, hacia la masacre que indefectiblemente perpetrarían el régimen y sus hordas frente a una gran manifestación de protesta, entonces no queda otro camino que aceptar el escogido por la oposición, o sea, el de la resistencia pacífica, inteligente, paciente, exasperante si se quiere, pero en todo caso civilizada y no por ello menos firme.
A todos nos apura ver el The End de este largometraje de horror y misterio, demasiado largo, es cierto, pero con final seguro, ya que todo tiene un principio y un fin, menos la salchicha, que tiene dos. Pero como dice el dicho: quien esperó lo mucho, bien puede esperar lo poco. Y si acaso el desespero es tanto que alguien no quiere conformarse, pues todavía le queda otra salida: venir a poner el muerto. Abrimos la suscripción. A ver, ¿quién se apunta?
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