viernes, enero 18, 2008

EL PAPA CENSURADO

Tomado de DemocraciaParticipativa.net


El Papa censurado

Por Yaxys D. Cires

Ocurrió en la antigua Grecia, en un abarrotado teatro de Atenas. Hasta allí llegaron unos ancianos y no pudieron acceder a asientos. Ante tal situación y la pasividad de los cultos atenienses, unos forasteros se levantaron y les cedieron sus puestos a los ancianos. La acción provocó el aplauso, casi ovación, de todos los presentes. Mientras, uno de los veteranos le comentó al otro: “que interesante, los atenienses alaban y aplauden las virtudes mientras los foráneos las practican”.

Roma (Europa), enero de 2008, el Santo Padre ha tenido que cancelar su visita a la Sapienza donde tenía que pronunciar un discurso con motivo del inicio del año académico. No le quedó más remedio ante las protestas de estudiantes y profesores (dicen que 67 docentes de los 5000 que forman en el plantel) de dicha universidad. Éstos han obstaculizado la participación del Papa en el acto, alegado supuesta oposición de la Iglesia y del propio Benedicto XVI a los avances científicos. Muy certeras han sido las declaraciones del ministro de las universidades, Fabio Mussi, quien dijo estar muy decepcionado: “no tienes que compartir las ideas del Papa pero deberías de dejarle hablar", puntualizó ante la prensa.

Este hecho contrasta con la visita del presidente iraní, Ahmadinejad, a la Universidad de Columbia en septiembre de 2007. Es cierto que se desarrollaron diversas protestas de grupos opuestos a la presencia de ese señor en dicha institución, pero todo en el marco de la libertad de expresión, también es cierto que el presidente de la universidad le dio una no muy cordial –pero necesaria- bienvenida al atípico invitado. Sin embargo, allí estuvo. Inclusive, allí le escucharon decir falsedades como que a las mujeres en Irán se les trata mejor que en cualquier parte del mundo y que en su país no existen homosexuales.

Con ello no pretendo poner en un mismo nivel al Santo Padre y al peligroso liberticida iraní. Pero traer a colación la visita de este último a la universidad norteamericana nos recuerda el ambiente de tolerancia y debate critico que debe primar en cualquier universidad, por lo menos en un país democrático. No se trata de coincidir con las ideas del Papa, inclusive, si no te place escucharle no asistas al acto o no leas su discurso, pero lo que no puedes hacer es censurarle.

En fin, ¿y qué tiene que ver esto con lo sucedido en el teatro griego?

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Comentario

Por Gerardo Martínez-Solanas

Es muy lamentable que académicos y estudiantes a nivel universitario -nada menos que en Roma- no alcancen el nivel intelectual suficiente para compartir y debatir ideas ajenas en un ambiente de plena libertad de pensamiento y expresión. Sobre todo porque el Papa no trata «de imponer a los demás de manera autoritaria la fe» sino que en su discurso -que Benedicto XVI debería haber leído en su truncada visita a la Universidad «La Sapienza» de Roma- se limita a lanzar un ponderado llamamiento a la cultura occidental a no cerrarse a la verdad de la fe cristiana en nombre de una «presunta pureza» de la razón.

Excluido por un sector intransigente del ámbito universitario, Benedicto XVI envió el miércoles al rector de la universidad, Renato Guarini, el texto que había preparado para esa ocasión, en el que habla del particular vínculo que se da entre fe cristiana y búsqueda de la verdad, como parte integrante de la naturaleza y misión de la universidad desde sus inicios, en la Edad Media.

Aclarando que habla como «representante de una comunidad creyente ... que custodia un tesoro de conocimiento y de sabiduría ética, que resulta importante para toda la humanidad», el Sumo Pontífice se pregunta: «¿Qué hace o puede decir el Papa en una universidad?». Y responde el planteamiento explicando que su tarea no consiste en «tratar de imponer a los demás de manera autoritaria la fe, que sólo puede ser trasmitida en libertad», sino en «mantener despierta la sensibilidad por la verdad».

El Papa ilustra en su discurso los presupuestos de «razonabilidad» sobre los que se fundamenta el Cristianismo, citando a uno de los filósofos políticos más influyentes del siglo XX, el estadounidense John Rawls (1921-2002) y también al gran filósofo alemán en vida, Jürgen Habermas, nacido en 1929, que en sus últimos escritos ha explorado la relación entre religión y Estado liberal democrático, y ha hablado de «la sensibilidad por la verdad como elemento necesario en el proceso de argumentación política, reintroduciendo el concepto de verdad en el debate filosófico y en el político».

En particular, sigue diciendo, Rawls «ve un criterio de esta "razonabilidad", entre otras cosas, en el hecho de que estas doctrinas derivan de una tradición responsable y motivada, en la que en el transcurso de un largo período de tiempo se han desarrollado argumentaciones suficientemente buenas para apoyar la relativa doctrina».... «En esta afirmación me parece importante el reconocimiento de que la experiencia y la demostración a través de generaciones, así como el fondo histórico de la sabiduría humana, son también un signo de su "razonabilidad" y de su significado duradero».

De hecho, los cristianos de los primeros siglos «no acogieron su fe de manera positivista, o como la válvula de escape de deseos reprimidos», sino que, «disipando la niebla de la religión mitológica», buscaron «la verdadera naturaleza y el verdadero sentido del ser humano».

Después, gracias en parte a la contribución de santo Tomás de Aquino, y en contacto con las filosofías judías y árabes, en el ámbito de la universidad medieval, destacó «la autonomía de la filosofía y con ella el derecho y la responsabilidad propios de la razón que se interroga basándose en sus fuerzas».

«De este modo, el cristianismo, en un nuevo diálogo con la razón de los que iba encontrando en su camino, tuvo que luchar por la propia razonabilidad», dijo.

Muy razonable -y muy respetuoso también- por lo tanto, el enfoque que el Sumo Pontífice se proponía compartir con académicos y estudiantes.

Tiene razón Yaxys al subrayar el contraste de actitudes entre esta universidad italiana y otra de Estados Unidos. Allá se censura y se impide la manifestación pública de un guía religioso pacífico; en Estados Unidos se permite con entera libertad -aunque con la crítica incisiva en el debate público- que un enemigo declarado del país y del sistema democrático sostenga su posición y manifieste sus opiniones.