EL ESPECTACULO CONTINUA
Por José Hugo Fernández
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Son tantos, graves y enraizados los problemas que un hombre le acarreó a Cuba durante los últimos 49 años, que hoy por hoy no hay hombre sobre la tierra que pueda enfrentarlos por sí solo.
Sin embargo, una vez que a este hombre no le queda otra alternativa que hacer mutis (“ahí te lo dejo, hermano”), vuelven a saltar los tiranólogos y los oraculólogos de la noticia dándole agua al dominó en torno a lo que pueda suceder en Cuba el 24 de febrero, día en que la Asamblea Nacional decidirá quiénes pasan a disponer lo que el renunciante disponga que sea dispuesto mientras le quede un hilo de aliento para encabuyarnos el trompo.
“Conócete a ti mismo”, aquella máxima extraída por Sócrates del oráculo de Delfos, no parece estar demasiado presente entre nuestros oraculólogos de la noticia. Y eso es malo. Mucho más cuando no existe una mejor manera de reconocernos que reconociendo la raíz de nuestros problemas.
Por múltiples que sean nuestros problemas la raíz es una sola: la falta de libertades, en el orden político y económico. Y se trata lo mismo de la libertad de cada cual y de la sociedad en su conjunto.
Si es así, no resulta del todo comprensible la expectativa que ahora continúan inflándonos en torno al 24 de febrero. Cambiar al hombre, o ni siquiera eso, cambiar el nombre del hombre -ya que nada más va a ocurrir- significa muy poco, punto menos que nada, mientras continúe intacto el sistema de que se ha valido el hombre para sustentar la raíz de los problemas.
Esperar algo más de la Asamblea Nacional, sería pasar por alto que los mecanismos utilizados por el poder en Cuba tienen un objetivo común, representado justamente en esa Asamblea Nacional.
Entonces no se trata de pesimismo, mucho menos de querer agriar la fiesta en la víspera, sino de enfocar con luz propia lo sucedido hasta aquí, junto a lo que se anuncia, intentando penetrarlo hasta el meollo: ¿Qué ha cambiado esencialmente entre nosotros en los últimos 19 meses y qué se vislumbra en cuanto a la recuperación de libertades plenas para actuar como lo que somos, o lo que debiéramos ser: ejecutores independientes de nuestra prosperidad económica y protagonistas sin cañonas de nuestro destino político?.
Cada paso es la meta, dijo Borges que dijo Paracelso. Y si así se mira, va y hasta logramos encontrarle un sentido al pronóstico de los oraculólogos. Pero no pare más.
Aunque el hombre no aspire, ni acepte, según dice afirmar “sin dramatismo” y suceda lo que suceda el 24 de febrero, terminará sucediendo que la bola pica y se extiende. En tanto los problemas generados por un solo hombre ya no pueden ser resueltos por ninguno. Pero el espectáculo continúa.
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