LA POLEMICA, A DEBATE
Tomado de Cuba Encuentro.com
La polémica, a debate
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¿Son necesarios los debates dentro de la oposición aunque Cuba no sea un Estado democrático?
viernes 8 de febrero de 2008 6:00:00
Por Manuel Cuesta Morúa, La Habana
Para el futuro de Cuba hay algo importante: la discusión civilizada de los diferentes puntos de vista. Cuando se confrontan opiniones hay que estar preparados para admitir, desde luego, que quienes hacen el ejercicio de la opinión la utilicen como entiendan. Habrá quienes insulten posiciones y personas, quienes ataquen posiciones dejando a las personas tranquilas, quienes discutan nuestras opiniones empleando la lógica argumental y quienes hagan una combinación de todas estas proyecciones con los más disímiles propósitos: cuestión de gustos, formación y carácter.
Muchos se preguntan si tal cosa es necesaria y deseable dentro de la oposición cuando Cuba no es aún un Estado de derecho democrático, donde se supone que esto sí es normal. Mi respuesta, siempre aproximada, es como sigue: la discusión pública de las diferencias es connatural al hecho mismo de ser demócrata. Pero distingamos entre intentar posponer todo debate para el futuro, e irritarse cuando otros entienden que el debate tiene que ser en el presente y lo ponen en circulación.
En el primer caso, estamos frente a una visión táctica de la polémica, que parece decir que la discusión inter-nos favorece al adversario. En el segundo caso, se trata, creo, de una coartada táctica que enmascara nuestra incapacidad para admitir una opinión contraria a la nuestra, o dicha contra nosotros. Y estimo que muchos cubanos atravesamos por esta incapacidad.
A pesar de las diferencias, sin embargo, pienso que en los dos casos no nos estamos preparando para el ejercicio de las libertades. Me atendré a una sola de las razones posibles. La visión táctica pierde de vista que la democracia y el totalitarismo exigen comportamientos habituales distintos.
( Representantes de las organizaciones Asamblea para Promover la Sociedad Civil y Todos Unidos. (AP) )
¿Parálisis o ejercicio?
Si no es necesario aprender a callarse en sociedades cerradas —la utilización dosificada de la escala de miedos es suficiente para que los ciudadanos guarden silencio bajo el totalitarismo—, sí lo es aprender a debatir, porque el ejercicio de la opinión en democracia requiere una preparación compuesta sobre la base de la tolerancia, el conocimiento, la discusión lógica, la capacidad para reírse de uno mismo, la inteligencia emocional y la distancia básica del recurso fundamental de los retóricos: el uso de todas las palabras posibles en momentos en los que sólo se demanda el empleo de las palabras específicas de la situación.
Esta enumeración de elementos, más fácil de relacionar que de practicar, marca la diferencia entre la petrificación del individuo, que consigue el totalitarismo mediante la diseminación del miedo razonable, y la expansión de los ciudadanos cuando no temen al castigo por el uso libre de las palabras.
Digamos que el totalitarismo requiere la parálisis donde la democracia exige el ejercicio. Sedentarismo de la lengua frente a jogging verbal. De modo que la visión táctica es contraproducente para la democracia.
La coartada táctica es de otro carácter: revela una incapacidad para admitir a los otros. Quienes nos irritamos cuando los otros hablan, tenemos una dificultad con los valores que defendemos, no con los adversarios de quienes nos defendemos. Si el enemigo del comunismo no es el anticomunismo sino la democracia, entonces esto se aplica al asunto de marras: el enemigo antropológico de las sociedades totalitarias es el individuo abierto a la discusión.
Para mi es fundamental captar que donde no hay discusión se acumulan los demonios y se retuercen las personas. Si la doble moral va a ser difícil de desarraigar, difícil será entonces habituarnos al debate y la discusión donde adolecemos de sus prácticas. ¿Cuándo aprender? ¿Mañana para mañana?
La democracia, que puede ser entendida también como la contingencia de muchas voces concurrentes, va a exigir de nosotros el uso, en situaciones límites —que es donde se mide nuestra auténtica capacidad para la defensa o exposición de las opiniones— de las técnicas culturalmente aprendidas. Y claro, el debate que hay que estimular ahora para mañana, lo prefiero bajo las antiguas reglas de la decencia.
* Publicado por Noticias Consenso, del Arco Progresista.
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