lunes, mayo 19, 2008

MITOS DE LA REPUBLICA ( I)

Nota del Blogguista

Eduardo Chibás en la década de los años 30s fue un hombre de acción y hay una anécdota donde Eduardo Chibás con pistola en mano rescata el cadáver de uno de los esbirros de la dictadura machadista (¿ Ainciarte ? ) que la turba, que no había hecho nada en vida en contra de ese criminal, se ensañaba cobardemente sobre su cadáver.

En http://www.canf.org/es/nostalgias/pre-castro/eduardo%20chivas%20biografia.htm se lee


En el mes de mayo de 1925 se matricula en el Instituto de la Habana y obtiene el título de Bachiller. Ingresa en la Universidad de la Habana el 30 de septiembre de 1926. El 5 de diciembre de ese propio año, el líder estudiantil, Julio Antonio Mella. Se declara en huelga de hambre y cuando Chibás forma parte de una protesta estudiantil en el Parque Central de la capital, se inicia una larga serie de detenciones suyas.

El presidente Gerardo Machado opta prorrogarse en el poder a principios de 1927, y se organiza el Directorio Estudiantil Universitario de 1927 en protesta contra ese acto. Distintos manifiestos salen publicados por dicho Directorio atacando esa decisión ilegal, Eduardo R. Chibás encabeza varios de esos escritos como tesorero.

En el mes de abril, el recinto universitario es ocupado militarmente. Unos estudiantes son expulsados de la Universidad y el 2 de diciembre Eduardo R. Chibás envía una carta al Consejo Universitario, solidarizándose con la actitud de sus compañeros del Directorio. El 21 de diciembre de 1927 el Consejo toma el acuerdo de expulsar por cuatro años al alumno de la Escuela de Derechos, Eduardo r. Chibás. Siguen las expulsiones y se acuerda disolver la Universidad Popular José Martí.

Como consecuencia de sus artículos atacando al gobierno y recalcando su prédica martiana, se radica la causa 228 de 1929 contra Chibás y un grupo de cubanos por el delito de conspiración para la sedición. Es detenido el 25 de febrero de ese año permaneciendo hasta el 30 de junio, en que por presión ciudadana es liberado junto con los otros presos en esa causa.

Eduardo R. Chibás está en New York el mes de julio y en esa ciudad, en unión de otros compañeros, forma la Unión Cívica de Exiliados Cubanos (UCEC). Esa asociación decide pública un periódico con el nombre “Libertad”que ataca violentamente la dictadura de Machado. Eduardo R. Chibás firma como Secretario General de la UCEC. Por esta época redacta un fuerte atraque contra la dictadura para La Gaceta de Tampa. Siempre enfatiza que los desterrados son enemigos del régimen de Machado, pero a su vez de la intervención extranjera.

A fines de diciembre de 1930, con nombre cambiado y en forma clandestina retorna a Cuba. Desde ese momento hasta la caída de Machado el 12 de Agosto de 1933, lucha contra la dictadura en estrecha unión con el Directorio Estudiantil de 1930. su casa de 17 y H en el Vedado es un centro de conspiración, donde se esconden, comen y viven toda una serie de jóvenes revolucionarios. Parte de ese tiempo lo pasó preso en Isla de Pinos y el Castillo del Príncipe.

Cuando está en libertad escribe proclamas y artículos denunciando los atropellos del régimen dictatorial, pero en todo momento su casa es refugio de los revolucionarios. Cuando en 1933 los Estados Unidos, ahora presididos por Franklin D. Roosevelt, propone mediar en el problema cubano para resolver la crisis política del país. El Directorio Estudiantil de 1930 y Eduardo R. Chibás se pronuncian en contra de dicha mediación que tiene el apoyo de parte de la oposición de Machado.
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Mitos de la república (I )

Por Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Con la república que se inauguraba el 20 de mayo de 1902 nacían, entre otros, dos grandes mitos. Estas leyendas irían cobrando cuerpo durante las primeras décadas del siglo XX, acompañando nuestra vida republicana de modo permanente hasta convertirse en preceptos ideológicos y brújula del ejercicio del poder político luego del primero de enero de 1959. Estos mitos eran:

-Las imperfecciones de la república se debían a la ausencia de los principales próceres independentistas caídos durante la contienda.

-Todos los males de la república eran debido a los norteamericanos o a los imperialistas yanquis, como gustaba decir la izquierda. Los yanquis impedían gobernarnos adecuadamente.

La falta de un líder o guía como causa de todos los males llevaba implícita la necesidad y la posibilidad de un caudillo o Mesías idóneo para conducir la nave nacional a feliz puerto. Esta añoranza, este sueño sólo realizable a través de un salvador, por disparatado que pudiera parecer, no es privativo de Cuba. Está implícito en la mitología política latinoamericana creadora del caudillo regional.

( Foto del 20 de mayo de 1902 )

El modelo ejemplarizante de tal personaje vino a ser José Martí. Ello se expresaba en los versos cantados a ritmo de habanera cada viernes, durante las celebraciones del beso de la patria en las escuelas públicas del país

Martí no debió de morir,
ay de morir.
Si fuera el maestro del día
otro gallo cantaría,
la Patria se salvaría
y Cuba sería feliz.

Por ello al guerrillero en jefe le fue fácil adueñarse de la simpatía popular no sólo de las capas más menesterosas, siempre propensas al fanatismo y a la idolatría, sino de la intelectualidad. Porque en realidad la masa humilde de la población no es la que crea estas leyendas sino que tales ficciones vienen traídas de las manos de los intelectuales. Es esa clase intelectual, que salvo honrosas excepciones ha sido tan dañina a Cuba, la que creó la idea del mesianismo como solución a los males de la patria, como requisito único e indispensable para la felicidad de Cuba.

Fue así como los generales independentistas José Miguel Gómez y Mario García Menocal gobernaron cual verdaderos caudillos aunque, justo es decir, con arreglo y suficiente apego a la débil y recién nacida institucionalidad y con la credibilidad personal mermada por el ejercicio del juego político.

La sociedad civil tendría que esperar al gobierno democrático de Alfredo Zayas para emerger como fuerza indispensable y renovadora, cuyo ritmo ascendente tendría que salvar los escollos del machadato para luego caer en las manos del sargento, mayor general, presidente y dictador Fulgencio Batista.

No faltaron hombres que, desde una posición pacífica, enarbolaran las enseñas de la justicia y el progreso, como los líderes del autenticismo, para después, durante el ejercicio del poder político, faltar a la promesa y decepcionar al ciudadano.

Sin duda la última esperanza del pueblo fue la figura del líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), Eduardo Chibás, dotado de los atributos preferidos por los criollos y devenido salvador de la patria: demagogo, buen polemista, honrado, valiente, dado a la promesa y muy apasionado.

Pero Eduardo Chibás no era un hombre de acción y este ingrediente, sin ser indispensable, era un complemento en la figura del caudillo, del Mesías revolucionario. De cualquier modo un pistoletazo suicida de agosto de 1951 puso fin al enamoramiento popular.

El culto a la violencia en el cual se había educado el cubano unido a su propensión al machismo le hacía concebir al caudillo como un tipo duro, de fusil al hombro, canana al pecho y granada en la cintura. Ese era el Comandante. El asaltante de la fortaleza militar, navegante del estrecho marino y tirador de tiros en montes y quebradas.