¿ CUALES SANCIONES ?
Tomado de Cuba Encuentro.com
¿Cuáles sanciones?
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Una polémica que pretende ocultar el problema de fondo: la falta de voluntad política de los gobiernos europeos con respecto a Cuba.
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Yaxys Cires Dib, Madrid | 17/06/2008
La revisión de las relaciones entre la Unión Europea y el gobierno cubano, y la posibilidad de que Europa retire las sanciones diplomáticas, impuestas al régimen a raíz de la Primavera Negra de 2003, ha generado muchas declaraciones y debates.
La mejor forma de hacer que una situación tenga pocas consecuencias políticas, mientras se aparenta que se hace algo, puede ser fomentando constantes debates; ello se ha puesto en práctica en el tema cubano. Simplemente, con cataratas de polémicas cargadas de retórica estéril, se pretende ocultar la falta de voluntad política de los gobiernos para comprometerse a favor del cambio en Cuba.
Dicho lo anterior, hay algunas aristas que guardan relación directa con cuestiones que se han tratado en diferentes foros.
En primer lugar, se ha querido equiparar las sanciones europeas de 2003 con el embargo norteamericano hacia la Isla y, en consecuencia, se ha intentado presentar como una incoherencia moral el hecho de estar, al mismo tiempo, contra el embargo y a favor de las medidas europeas. Este planteamiento evidencia un desconocimiento del contenido, naturaleza y alcance de las medidas de 2003.
( Louis Michel, comisario europeo de Desarrollo, y el canciller Pérez Roque, en La Habana en marzo pasado. (AP))
Las sanciones europeas fueron tomadas por unanimidad por los Estados que pertenecían entonces a la UE. Consistieron, sobre todo, en limitar las visitas gubernamentales de alto nivel efectuadas en el marco bilateral, reducir la importancia de la participación de los Estados miembros en las manifestaciones culturales e invitar a disidentes a las ceremonias organizadas con ocasión de las fiestas nacionales.
¿Se puede concluir que estas son equiparables al embargo o a la política norteamericana hacia Cuba? Pues no, entre otras razones, porque no limitan el libre desarrollo de los vínculos comerciales y económicos de La Habana con países europeos o terceros, no tienen alcance extraterritorial, ni tampoco implican una limitación de derechos —viajes, inversiones, intercambio cultural…— de los ciudadanos europeos. Mucho menos se puede decir que violen la soberanía cubana.
El 'poder' español
En segundo lugar, se ha querido atribuir a España toda la responsabilidad de su posible levantamiento, lo cual equivale a un pleno desconocimiento de cómo funcionan las instituciones en Europa. Es cierto que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el impulsor de la retirada de las sanciones y de establecer un "diálogo político" constante con el régimen. Sin embargo, el aparente título de único responsable equivale a atribuirle una influencia política y diplomática que Madrid no posee en Europa.
Aunque se diga que los Estados europeos siempre privilegian la opinión de España, cuando de temas iberoamericanos se trata, la mayoría tiene suficiente independencia y cuenta con los instrumentos políticos para obstaculizarlas o rechazarlas, tal y como ha sucedido en infinidad de ocasiones. ¿O es que la Francia de Sarkozy o la Alemania de Merkel no tienen suficiente peso para oponerse a España?
Dichas medidas suelen ser tomadas por consenso y aprobadas por unanimidad. Es decir, si ahora las sanciones están a punto de ser levantadas y si dentro de poco se elimina la Posición Común de 1996, esto se deberá, entre otras cosas, al poco compromiso de todos y cada uno de los Estados europeos; de todos, pero fundamentalmente de los que están gobernados por partidos de derecha y democristianos. Afirmar que la culpa es de los socialistas es una idea inexacta. Para los cubanos, esto significa no querer asumir que tenemos pocos aliados.
La responsabilidad que nos toca
En tercer lugar —y probablemente sea lo más importante—, estamos discutiendo y nos tienen entretenidos con algo que en realidad no se aplica. Las sanciones fueron suspendidas en 2005 y no hay ni el más mínimo indicio de que se reactiven. De hecho, desde hace varios años los opositores son excluidos de las celebraciones de las fiestas nacionales en las sedes diplomáticas europeas, lo cual, por cierto, era una de las exigencias de La Habana.
Asimismo, varios políticos de relieve han visitado la Isla, entre ellos el comisario de Desarrollo de la UE, Louis Michel, que ha viajado en dos ocasiones. Esto confirma la idea de que todo se queda en mera retórica.
Esta situación parece tener diversas causas: unas relaciones internacionales en clave de poder y de intereses, principalmente económicos; la poca relevancia de Cuba para la geoestrategia de determinados países; o simplemente, la creencia de que hagan lo que hagan, la situación no cambiará hasta que el destino así lo determine.
Pero los cubanos también tenemos parte de responsabilidad en todo lo que está pasando, por dejar desvanecer iniciativas que sí "arrancaron", en su momento, un compromiso de la Unión Europea.
Tampoco conviene distraerse en debates sobre medidas que en realidad no se aplican por falta de voluntad de la mayoría. No podemos conformarnos con presenciar expectantes, cada varios meses, la escenificación de una novela con papeles muy bien repartidos.
Quizás la única alternativa para volver a "arrancar" el compromiso de los europeos es presentar iniciativas como el Proyecto Varela, que logren en primer lugar conquistar el apoyo de nuestros conciudadanos; o como Consenso Cubano, que rompe esa imagen caricaturesca de un exilio radical e incapaz de llegar a acuerdos. Por ese rumbo es por donde deben encaminarse nuestros esfuerzos. Lo demás sería pedir peras al olmo.
© cubaencuentro
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Nicolás Aguila
Felicito al joven y prometedor académico por su análisis.
Sin duda que esas sanciones de hecho no se cumplen en la práctica. Como tampoco se cumplen en muchos sentidos las sanciones norteamericanas del embargo, pese al clamor victimista de los antiembargo.
Las sanciones europeas tienen sin embargo un valor moral, que no ignora el régimen castrista, siempre tan preocupado con lo simbólico.
Y nosotros tampoco tenemos por qué ignorarlo, aunque estaría de acuerdo con Yaxyx en que no hay que sobredimensionar las implicaciones prácticas de la decisión europea.
Quizás hasta convenga constatar una vez más la soledad política de la oposición cubana y la incesante labor de zapa de la diplomacia española.
El gobierno español sí tiene gran influencia en el tema cubano en el seno de la UE. Prueba al canto es que a pesar de las intensas presiones de Estados Unidos, España ha logrado llevar adelante su iniciativa procastrista en la UE.
A última hora (y tras la gira europea de Bush) se rompió el consenso por el repentino cambio de posición de Alemania, cuyo gobierno --no nos olvidemos-- es mitad izquierda pero mitad derecha. El ministro del exterior alemán es de izquierda, pero la Merkel no.
Las instrucciones de no llegar a un acuerdo sobre la Posición Común vinieron desde muy arriba y a última hora. Al delegado alemán lo tomó de sorpresa.
Pero Moratinos sigue su ofensiva diplomática. El levantamiento de las sanciones parece que va, sólo que con matizaciones y disclaimers. En su probable llamamiento a la liberación de los presos políticos como contrapartida a la concesión infame ha tenido mucho que ver la Rep. Checa, que es nuestro mayor valedor en la UE.
De todos modos, el jueves seguramente abirán botellas de champán en La Habana.
Los cubanos no le vamos a tirar confetis a la UE por congraciarse con Castro II.
Tampoco debemos cruzarnos de brazos esperando una solución divina cuando el "destino así lo determine".
Debemos ser más proactivos, como sin embargo sugiere el propio Yaxys. E intentar por todos los medios sacudir la modorra del 'destino' para propiciar el cambio. Saludos al autor.
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