EL DIRECTOR DE GRANMA QUIERE MAS SANGRE
El director de Granma quiere más sangre
Por Carlos Alberto Montaner
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Barredo, de quien amigos y enemigos se burlan llamándolo ''Berrido'', según su camarada Martin Medem, ex corresponsal de Radio Televisión Española en Cuba y persona muy
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A Barredo, que le sobra vocación para maltratar a sus semejantes, le falta, en cambio, rigor lógico. Por una punta, proclama fieramente el derecho de la dictadura a practicar intensamente el ''internacionalismo revolucionario'' en cualquiera lugar del planeta y en cualquiera de sus modalidades (dinero, propaganda, armas, adiestramiento, guerrillas, terrorismo), mientras, por la otra, sustenta su petición de que se extermine a los disidentes y a los opositores por beneficiarse de algunas tímidas manifestaciones de ''internacionalismo democrático'' consistentes en solidaridad política, pequeñas donaciones, computadoras, cámaras fotográficas, medicinas y otros elementos que les permitan resistir el embate del aparato represivo mientras sostienen en las cárceles a sus familiares presos.
Barredo, además, no conforme con pedir más atropellos contra los demócratas cubanos, quiere que me extraditen a Cuba. No me gusta utilizar este espacio para examinar cuestiones personales, pero como el asunto se ha convertido en una cuestión pública creo que debo abordarlo. El director de Granma ha pedido mi extradición porque supuestamente soy prófugo de la justicia, algo que constituye una media verdad: hace casi medio siglo, en marzo de 1961, cuando tenía 17 años, me escapé de la cárcel junto a otro estudiante menor de edad, también preso político. Entonces tratábamos, como decenas de millares de estudiantes y campesinos, de impedir que la dictadura comunista consiguiera consolidarse. ¿Por qué Barredo dijo una media verdad? Porque yo no huía de la justicia, sino de la injusticia de un juicio absolutamente ilegal que duró media hora, con pruebas y testigos falsos, como me confesó avergonzado, en un testimonio valiosísimo que todavía conservo, uno de los miembros del tribunal que años más tarde se exilió en España.
¿Por qué esta extemporánea payasada del gobierno cubano? Si intentaran, en serio, extraditarme a Cuba, se armaría un escándalo monumental en todos los medios de prensa y la dictadura saldría muy mal parada. Y si lo lograran y me llevaran a Cuba, tendrían dos caminos: me fusilan o me encarcelan. Si me fusilan, la condena universal ante ese crimen injustificado sería tremenda porque yo soy totalmente inocente. Si me encarcelan, me convertirían en una víctima célebre por la que todos los días la dictadura pagaría un precio político. O sea, la dictadura sabe que el costo de t
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( Yoani Sánchez )
Pero, si la policía política sabe esto, ¿por qué ha montado este show ridículo? Supongo que por dos razones: primero, para tratar de desacreditarme o asustarme, cosa que jamás han podido lograr con todas sus campañas sucias a lo largo de décadas de calumnias e infundios; y, segundo, para intentar destruir a Yoani Sánchez, la muchacha que en La Habana, muy valientemente, escribe el blog Generación Y. Persona a quien admiro mucho, pero a quien no conozco ni directa ni indirectamente, pese a que tratan de asociarla conmigo.
Debo advertir que no es la primera vez que el aparato represivo cubano intenta silenciar mi voz. En el otoño de 1987 los servicios de inteligencia cubanos, grandes cultivadores del terrorismo, me enviaron una bomba dentro de un libro a mi oficina de Madrid. Yo mismo abrí el paquete. El libro se llamaba Una muerte muy dulce y el detonador no estaba conectado. No querían matarme. Era otra payasada encaminada a tratar de atemorizarme con el obvio mensaje de ''cállate, podemos asesinarte cuando queramos''. La inteligencia española, que investigó el caso con seriedad, hasta me dio el nombre del diplomático cubano que había organizado la operación: un señor llamado Eduardo Araoz. Supongo que pertenecía al mismo departamento en que hoy el director de Granma realiza sus sucias tareas.
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Carlos Alberto Montaner responde a Lázaro Barredo
Parte I
Parte II
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