lunes, junio 09, 2008

JUSTICIA REBELDE

Nota del Blogguista.

La foto del tiro de gracia ejecutado por René Rodríguez Cruz es sacada de estos negativos ( son en total 4 tiras depositadas en una universidad norteamericana) donde se marcan las que deberían ser publicadas y cuales no deberían ser publicadas. En ellas se ven los¨ juicios ¨ y los fusilamientos en plena Sierra Maestra y se ven a Fidel Castro, Raúl Castro, Ramiro Valdés, Camilo Cienfuegos, etc... participando de ¨tribunales¨ y hasta participando de los fusilamientos. Estas fotos deben ser vistas con Windows Picture and Fax Viewer y aumentarlas mediante zooms. En ellas se ve la sanguinaria cara de la Revolución cubana antes de su triunfo y un anuncio de la tragedia que se avecinaba...

Por cierto, y en otro orden de cosas, Ramos Latour por esas tensiones con el Che y con Fidel , sería posteriormente castigado al llegar a la Sierra Maestra, con solamente el nombramiento de capitán, teniendo méritos suficientes en su lucha en la clandestinidad de las ciudades , ¨El Llano ¨,donde la lucha era más fuerte, para tener el grado de Comandante; tuvo que estar a las órdenes de individuos con menos historial de lucha que él. Una humillación de Fidel Castro hacia el legendario ¨Daniel ¨.

*****************
Justicia rebelde

Por Rafael Rojas


La revolución cubana fue un movimiento social y políticamente heterogéneo que surgió como reacción al golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952. La vía violenta elegida por sus diversos líderes --Prío, Castro, Echeverría, García Bárcena, Barquín, San Román-- no sólo era un componente de la cultura política insular desde la segunda mitad del siglo XIX sino una opción que, a los ojos de aquellos revolucionarios, estaba justificada por el cese de garantías constitucionales en un régimen de facto.

Sin embargo, como es sabido, durante los seis años y medio que Batista gobernó (1952-1958) no siempre esas garantías estuvieron suspendidas. Aún bajo sus Estatutos Constitucionales, que amarraban autoritariamente la carta magna del 40, Batista restableció dichas garantías en 1954, volvió a suspenderlas en enero del 57 y, luego de un breve restablecimiento, las suprimió nuevamente en marzo del 58. En esos años, los revolucionarios se beneficiaron de las amnistías, del habeas corpus, del estado de derecho y de las libertades públicas que, a pesar de la incuestionable represión, subsistían en Cuba.

( Sierra Maestra. El sanguinario René Rodríguez Cruz, haciendo uso de su especialidad en los fusilamientos: el tiro de Gracia. René Rodríguez Cruz sería después del triunfo de 1959, un oficial de la Inteligencia que estaba al frente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos ICAP y también envuelto en negocios del narcotráfico en Colombia siguiendo órdenes de la tiranía Castrista; murió en Cuba en circunstancias no muy claras; nota del bloguista )

La idea de una revolución legítima, es decir, justificada por un régimen de facto, ganó terreno dentro de la propia oposición pacífica, liberal y democrática de la isla, en buena medida, por la crueldad de la policía batistiana entre el 57 y el 58. Es en esa idea donde habría que encontrar el origen de un tipo despiadado de justicia que se presenta como reacción al autoritarismo gubernamental. Frente al estado de emergencia de Batista se colocaba el estado de excepción de la legalidad revolucionaria.

El tema ha apasionado a filósofos de derecha, como Carl Schmitt, y de izquierda, como Walter Benjamin, y ha llamado la atención, en los últimos años, del pensador italiano Giorgio Agamben. El estado de excepción o de emergencia es entendido, en esa tradición intelectual, como un tipo de legitimidad no democrática que logra el consentimiento de los gobernados sobre la base de una limitación de los derechos políticos por razones de seguridad nacional.

Los fusilamientos en la Sierra Maestra, durante el primer año de la guerra, son una buena prueba del estado de excepción revolucionario. En 1957, según los cálculos de Armando M. Lago y Giberga, habrían muerto más hombres por fusilamientos en las montañas --46-- que rebeldes por bajas militares: 35. Este contraste tiene que ver, naturalmente, con el hecho de que la confrontación propiamente militar se produjo en el año 58, cuando podrían haber muerto, según los mismos cálculos, 409 rebeldes, frente a 49 fusilados. La mayoría de esos ejecutados no eran soldados enemigos, a quienes se les liberaba para enviar un mensaje amistoso al ejército, sino campesinos orientales.

¿Por qué se fusilaba en la Sierra? Los testimonios de los guerrilleros, especialmente del Che Guevara, son exhaustivos. Muchos fusilados eran desertores o informantes, pero también se aplicaba la pena capital por asesinato, robo o violación. Guevara se refiere en extenso a los casos del ''chino'' Chang, que asesinó a varios campesinos, de Dionisio y Juan Lebrigio, ladrones de víveres y reses, el ''bizco'' Echevarría, que hacía robos a mano armada en territorio rebelde, y el guajiro Arístidio, ejecutado por haber vendido su revólver y amenazar --sólo amenazar-- con hacer contacto con el ejército: ``durante los momentos en que el enemigo arrecia su acometividad no se puede permitir ni el asomo de una traición''.

También habla Guevara de ''ejecuciones simbólicas'', como la de tres muchachos, ''unidos a las tropelías del chino Chang'', quienes ''fueron vendados y sujetos al rigor de un simulacro de fusilamiento''. Pero entre todos los fusilamientos de la Sierra, tal vez, el más emblemático de un estado de excepción fue el de un campesino apodado ''el maestro'', referido en un testimonio de Castro que recoge Franqui en Diario de la revolución cubana (1976). A este guajiro lo fusilan por aparentar haber sido asaltante del Moncada y tripulante del Granma y hacerse pasar por el Che en la zona rebelde, con el fin de seducir muchachas: ``¿Quieren cosa más grande? --dice Fidel--. Fue directo, no se le hizo juicio. Lo fusilamos''.

Tras la muerte de Frank País, Castro lanzó la consigna de ''todo para la Sierra'', en medio de fuertes tensiones con Ramos Latour. Entre agosto y diciembre de 1957, los fusilamientos cumplieron una función disciplinaria y simbólica en el reforzamiento político y militar de la guerrilla. En esos meses, los choques con el ejército de Batista siguieron siendo escaramuzas, como la toma del cuartel de Bueycito, el combate de Mar Verde o las emboscadas que Camilo Cienfuegos y Efigenio Ameijeiras tendían a las tropas de Sánchez Mosquera. Pero el terror revolucionario, unido a la construcción de panaderías, hospitales, talleres y escuelas, surtió efecto y, a fines del 57, ya los rebeldes controlaban un buen tramo de la costa sur de Oriente.