CUBA: REACCIONARIO Y PINTORESCO
CUBA: Reaccionario y pintoresco
Por Yaxys Dallan Cires Dib
2008/06/07 14:36
En una ocasión le oí decir a un importante intelectual que la muerte de Fidel Castro traería consigo el ocaso de la visión romántica que en el extranjero se tiene sobre el régimen cubano. Según ese pronóstico, uno de los problemas que enfrentaría el hermano sucesor sería mantener la imagen idílica de la 'revolución', ya sin el máximo protagonista de la 'epopeya', cosa difícil dado el 'pragmatismo' menos aventurerista del nuevo personaje y el rechazo que provocan las dinastías hasta en los ambientes progres.
Me podrán redargüir que Estados Unidos, ese supuesto Goliat, siempre servirá como justificante de la represión que el pequeño David paradójicamente ejerce contra su propio pueblo. Sin embargo, creo que esa idea poco a poco irá siendo insostenible por dos razones. En primer lugar, porque los cubanos se van dando cuenta de que si hasta ahora no podían tener celulares o entrar en los hoteles no era por la política de sanciones del coloso del Norte, sino por la cerrazón del propio régimen cubano. El razonamiento es simple: si era culpa de los americanos y ellos no han cambiado su política, ¿por qué ya se pueden comprar computadoras?
La otra razón tiene que ver con el cambio que se está experimentando en el exilio cubano. Organizaciones poderosas como la Fundación Nacional Cubanoamericana han ido moviéndose hacia posturas percibidas como menos radicales y más abiertas al diálogo, inclusive con la propia nomenclatura castrista. Este cambio, que ha sido gradual, ha hecho más evidente la profunda fractura del exilio, según la cual de un lado están 'los blandos' (aunque poderosos), y del otro 'los duros'. Una situación que se ha puesto aún más de relieve con la actual contienda electoral norteamericana entre los que apoyan a McCain y los que se inclinan por Obama.
En la medida en que el exilio cubano sea menos monolítico, perderá su principal atractivo político, su voto como comunidad. Hoy día no se puede afirmar, como hace unos años, que la comunidad cubana vote mayoritariamente republicano o demócrata, sino que habrá que esperar a las elecciones para poder dar una respuesta válida. Y seguramente, sea cual sea el partido finalmente beneficiado, ya no será algo tan compacto como antes.
Una consecuencia que se desprende de ese escenario factible es el hecho de que, cuando los políticos norteamericanos vayan prescindiendo de la comunidad cubana, la política hacia Cuba experimentará cambios inevitables de dirección. Lo cual no sería nada nuevo para Estados Unidos, que actualmente tiene buenas relaciones (o por lo menos relaciones normales) con China, Rusia y otros países en que el estado de derecho deja mucho que desear o simplemente es inexistente.
De ocurrir lo anterior – y teniendo además presente que el futuro de su protector económico, Hugo Chávez, no está seguro del 2013 en adelante--, el régimen cubano estaría todavía más obligado a dar un giro de timón en su política principalmente hacia el exterior, lo cual desde luego no implicaría cambios sustanciales en lo interno que no se encuadren en la dinámica gatopardista.
Se trataría de establecer relaciones estrechas, pero cuidadosas, con estados o 'poderes' con los que hasta ahora existían vínculos en un plano secundario o simplemente formal. En el terreno económico significaría reforzar el capitalismo de estado sin permitir la libre iniciativa ciudadana y sustentado en su participación del comercio internacional y de las inversiones extranjeras, siempre mediante empresas mixtas o joint ventures. En ese sentido está clara la apuesta que se está haciendo por los vínculos económicos con Brasil.
En el ámbito político internacional, Cuba podría ir gradualmente desligándose de países del famoso 'eje del mal' e, inclusive, mientras el precio del petróleo y las relaciones con los nuevos aliados se lo permita, podría ir tomando distancia del excéntrico y mundialmente malquisto Hugo Chávez.
Por otro lado, el gobierno al parecer estaría dispuesto a hacer concesiones internas en determinadas materias sociales -aunque de poco calado-, lo cual tendría buena acogida en 'poderes conservadores' y además ayudaría a lavar la cara del régimen ante la comunidad internacional. Paradójicamente, al mismo tiempo daría pasos en sintonía con el progresismo mundial dando luz verde al proyecto de ley que consagraría 'derechos' como el reconocimiento legal de las parejas gay y las cirugías de cambio de sexo. Pero a decir verdad, en comparación con los cambios radicales que en materia de moralidad han tenido lugar en las últimas décadas en el mundo, el régimen cubano bien puede ser considerado como conservador.
En conclusión, es previsible que para los próximos años el régimen cubano convierta su 'realpolitik' en un 'collage' que incluya el pragmatismo no monolítico en sus relaciones internacionales con sus nuevos socios o aliados, mientras que en el plano interno se producirá una profundización antiliberal del capitalismo de estado, siguiendo una línea política de corte reaccionario desde el punto de vista político. Todo jalonado de algunas insignificantes y pintorescas salidas de pata socialdemócratas. Menudo ajiaco.
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