martes, julio 22, 2008

CUBA, UN CAMBIO CON VERGüENZA

Nota del Blogguista:

Esta es la respuesta al artículo de Ileana de la Guardia titulado Cuba, un cambio sin venganza aparecido en la sección TRIBUNA del periódico español El Pais y que se puede encontrar en el siguiente enlace o link:
http://www.elpais.com
Pero que hemos publicado debajo del de Zoé para comodidad del lector
Rectifiqué la cifra de Eusebio Peñalver, que aparecía con 22 años y fueron realmente 28 años. de prisión los que cumplió en las cárceles de la tiranía Castrista al igual que Roberto Martín Pérez.
Aclaro también que las víctimas del Remolcador son 37 y no 7a; 74 eran el número de pasajeros, pero 2 de ellos no se saben quienes eran y por eso se dice que eran 72 pasajeros.
Los otros dos fusilados el 13 de julio de 1989 eran el mayor Amado Bruno Padrón Trujillo y el Capitan, ya no en activo, Jorge Martínez.; creo que Martínez era de la Reserva.
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Tomado de http://www.elpais.com

Cuba, un cambio con vergüenza

Por Zoé Valdés
22/07/2008


En mi libro La Ficción Fidel (Planeta, 2008) jamás propongo la venganza para el futuro de Cuba, pero sí la justicia que hace 50 años nos merecemos; justicia y transición pacífica con vergüenza. Además, cito tres países como ejemplos de transición pacífica: España, Chile y la República Checa. Esta última muy cercana a nosotros a causa del comunismo y que, además, ha crecido con gran dignidad. Ahora, a los pocos días del aniversario del hundimiento del remolcador 13 de Marzo, un 13 de julio de 1994, a manos de la dictadura cubana (74 personas perdieron la vida, entre ellas 12 niños), también comparto memoria con otras injusticias cometidas por la dictadura castrista y recuerdo a los fusilados el 13 de julio de 1989 en La Habana: el coronel Antonio de la Guardia, el general Arnaldo Ochoa y otros generales. Y también a enjuiciados en ese caso como el general Patricio de la Guardia (hasta hace poco encarcelado en Cuba y ahora bajo libertad condicionada).

Las cárceles cubanas están llenas de gente inocente. Sólo cuando se libere a los presos políticos, sólo cuando la disidencia interna y sus proyectos, y el exilio también con sus proyectos, sean reconocidos en un proceso de transición democrático, podremos hablar de cambios sustanciales. Hasta ahora esto no ha ocurrido y pienso que será un proceso difícil de conquistar por los demócratas. En una dictadura tan larga como la que está viviendo Cuba es probable que no haya tiempo para el arrepentimiento inmediato, pero sigo creyendo que, ante nuestro dolor, el dolor de las víctimas (entre las que cuento a los familiares de los militares), todos los militares cubanos deberían pedir perdón y sus hijos deberían callarse, quizás no para siempre, pero por un rato. Sería un hermoso gesto ante tantas hijas e hijos de fusilados a los que nadie ha querido escuchar (véase el documental de Luis Guardia Adiós a papá).

Alina Fernández, hija de Castro I, y otros hijos de militares cubanos, incluidos los de Patricio de la Guardia, han reservado sus opiniones durante un tiempo y después han contado las verdades que interesan desde el ángulo personal e histórico, siempre amparados por su trabajo, con sumo respeto hacia las demás víctimas. Han sabido ser discretos y han reconocido la culpa de sus padres. Nadie ha pedido fusilamiento para los hermanos Castro ni para los militares, como sí hicieron ellos ejecutando a tantos inocentes. Sólo sugiero que pidan perdón, lo considero necesario.

Es necesario que se reconozca que las víctimas del castrismo no son únicamente los propios castristas, que el pueblo cubano fue la primera víctima de la dictadura. Sin estos planteamientos será difícil llegar a una tranquilidad profunda (no olviden el caso chileno, en donde se ha reconocido hondo el sufrimiento). En el orden social, este reconocimiento es imprescindible en su esencia. Raúl Castro no ha dado ningún paso hacia ese reconocimiento y mucho menos hacia la democracia; su hermano, ahora es Fidel el que está a la sombra, tampoco. Algunas de estas realidades las apunto y las preciso en mi libro.

Nací pobre, fui pobre, no me avergüenzo de ello; mi familia fue pobre, muchos de ellos murieron pobres. La revolución no cambió para nada nuestras vidas, las empeoró. Con la revolución fuimos todavía más pobres; lo que no sucedió con algunas familias cubanas, que se enriquecieron aún más, dejaron de ser burgueses para devenir burgueses castrocomunistas. En mi libro La Ficción Fidel no hay incitación al odio, algo a no confundir con un análisis de la sociedad clasista cubana y del racismo. Dos fuertes realidades a resolver de inmediato para una Cuba futura.

Necesitamos un cambio sin venganza, pero con justicia y con vergüenza, en nombre de todos aquellos fusilados y desaparecidos en los juicios populares y públicos: de Mario Chanes (30 años de cárcel), de Eusebio Peñalver (28 años de cárcel), de Luis Boitel (asesinado en la cárcel), de Óscar Elías Biscet y de los 75 poetas y periodistas todavía encarcelados desde la Primavera Negra de Cuba de 2003.

El título de este artículo responde al de Ileana de la Guardia, Cuba, un cambio sin venganza, publicado aquí el 16 de agosto. En el mismo, la autora afirma que yo fui diplomática: falso. Durante cinco años fui esposa de diplomático ante la Unesco, que era y es escritor, nombrado diplomático a modo de castigo. En ningún momento tuve un alto cargo de funcionaria: ejercí durante dos años como jefa de redacción y otros dos años como subdirectora de la revista Cine Cubano.

Mi padre estuvo preso dos años en las cárceles cubanas, nunca le hicieron juicio, murió en el exilio sin saber por qué estuvo encarcelado; esto ocurrió en la época en la que el padre y el tío de Ileana de la Guardia gozaban de plenos poderes militares. Jamás se lo eché en cara; al contrario, le tendí la mano y la recibí en mi casa, junto a su esposo, Jorge Masetti, hijo del periodista argentino Ricardo Masetti, quien murió en Argentina, convertido en guerrillero, luego de haber creado en Cuba la agencia Prensa Latina. A los pocos años de edad, Jorge Masetti recibió la noticia por el comandante Manuel Piñero (Barba Roja) de la muerte de su padre, al que de inmediato transformaron en héroe. Todo cubano sabe lo que significa ser hijo de héroe en Cuba y en un régimen totalitario: el futuro comprometido bajo los signos de la heroicidad y la fidelidad más absoluta. Jorge Masetti, nacido en Argentina, en 1955, pero residente en Cuba, debió partir bajo la tutela de Barba Roja, convertirse también él en guerrillero, en espía, en pichón de terrorista (en época en que todavía esa palabra no poseía la connotación actual, para algunos era casi romántica); no sólo en América Latina, además en África y en Angola, como así cuenta en el libro El Furor y el Delirio (Tusquets, 1999). Es una víctima más del horror cubano. A los niños cubanos nos adoctrinaron ideológicamente, pero a un número siniestro de hijos de "héroes" los adoctrinaron para perros de presa. Es la razón por la que siento una inmensa lástima por ellos. Los apoyamos, mi marido, el cineasta Ricardo Vega, y yo cuando decidieron enjuiciar a Fidel Castro en un tribunal de París para que fuese juzgado por sus crímenes contra la humanidad.

Creo conveniente aclarar que no renunciaré nunca a mi derecho de escritora de contar las verdades que yo he vivido. No soy historiadora, la historia sólo me interesa en función de la novelista que soy.

Los hijos de los militares cubanos se preparan para tomar el relevo de sus padres. Lo vemos con Mariela Castro, hija de Raúl Castro, con Fidelito Castro, con Antonio Castro, hijos del Castro I, con Aleida Guevara, hija del Che. No me extrañaría que ahora que la vieja "guardia" ha retomado el poder, la Guardia ponga su apellido en cola y al servicio hereditario, pero antes, por un momento, que ceda la tribuna pública a las víctimas de su padre y de su tío. De cualquier modo, lo verdaderamente justo es que se ganara sus puestos en democracia y bajo elecciones libres.

Zoé Valdés es escritora cubana exiliada en París.
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Cuba, un cambio sin venganza

Por Ileana de la Guardia
16/07/2008

En la madrugada del 13 de julio de 1989, el general Arnaldo Ochoa, su ayudante el capitán Jorge Martínez, mi padre el coronel Antonio de la Guardia y su subordinado el mayor Amado Padrón fueron abatidos por las balas de un pelotón de fusilamiento cerca de la playa de Baracoa, al oeste de La Habana.

Por no haber denunciado o injuriado a su hermano Antonio, mi tío el general Patricio de la Guardia fue condenado a 30 años de prisión. Así concluía la parodia del conocido proceso Ochoa-De la Guardia, en el que, acusados de corrupción y tráfico de drogas, fueron llevados ante los tribunales un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Sus "abogados defensores" fueron impuestos por el propio Estado cubano y todos eran oficiales de la Seguridad del Estado. Ninguna prueba material pudo ser mostrada contra los inculpados. En tan sólo un mes -pues mi padre fue detenido el 13 de junio del mismo año- se desarrolló la investigación, el proceso judicial y el cumplimiento de las sentencias.

Dos versiones pueden adelantarse para explicar tanta urgencia. Una: los servicios norteamericanos de lucha contra el tráfico de drogas estaban al tanto de supuestas operaciones de narcotráfico lanzadas desde La Habana, y Fidel Castro, para limpiar su imagen, utilizó a estos oficiales como chivos expiatorios. Otra, la más creíble: estos oficiales cansados de guerrear en distintas latitudes -algunos de ellos acababan de regresar de la guerra de Angola-, bajo la influencia de los aires de perestroika que soplaban desde la Unión Soviética y, sobre todo, ante la permanente crisis de la situación cubana y la ausencia de las libertades más elementales, comenzaron a criticar (esto me consta) en sus círculos más allegados a la dirección del país. Teniendo en cuenta su nivel de responsabilidad militar y temiendo que sus comentarios pudieran llegar a convertirse en una corriente de opinión en el seno de las Fuerzas Armadas, Fidel y Raúl Castro decidieron sacrificarlos.

En todo caso, espero que algún día la historia y una verdadera justicia aclaren lo sucedido. Ahora hay que decir que el proceso Ochoa-De la Guardia fue un episodio más de esta siniestra farsa en la que los cubanos somos víctimas y actores desde hace 49 largos años.

Hoy nuestra responsabilidad está en el futuro. Hoy y mañana pedir venganza sólo puede generar más violencia. Fue pidiendo venganza como comenzó el drama en 1959. ¿O es que acaso se puede olvidar, aunque yo aún no había nacido, a un pueblo fanatizado pidiendo "paredón" para los victimarios del régimen recién derrocado del dictador Batista?No, ni a esa ni a esta Cuba podemos volver ni en sus formas ni en sus métodos.

Hace cerca de un mes, la escritora cubana Zoé Valdés mostraba en su blog el testimonio del suplicio del escritor René Ariza, injustamente encarcelado en Cuba, a partir de 1971, durante ocho años y que murió en el exilio en 1994. El testimonio es conmovedor, pero lo preocupante son las conclusiones de la escritora. Valdés afirma que "todos los militares (cubanos) sin excepción deberían pedir perdón, a coro, en la plaza de la Revolución, y sus hijos deberán callarse para siempre". Aparte de este concepto escalofriante de "justicia" maoísta que la escritora reivindica, en la que unas personas son obligadas a pedir perdón en la plaza pública, asombra el que se permita también exigirnos a los hijos de los militares que callemos para siempre. Yo, por supuesto, no pienso hacerlo.

Parece que la escritora cubana tiene una insaciable necesidad de darse un lustre de anticastrista visceral de toda la vida, luego de haber sido diplomática cubana en París durante los años 80 y alta funcionaria del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC). Recientemente publicó en España un ensayo titulado La ficción Fidel en el que, además de comenzar con un "yo acuso" e incluir numerosas exageraciones, falsificaciones y errores históricos, pretende enlodar la memoria de mi padre, que fue fusilado, y de mi tío, condenado a 30 años de reclusión. Por cierto, menciona a este último dos veces como si también hubiera sido ejecutado.

Zoé Valdés, que en su libro llega a caracterizar a los cubanos como "corderos", es emblemática de un sector minoritario de la oposición cubana que, en mi opinión, compromete el futuro de mi país con este tipo de planteamientos. La mayoría de los cubanos, en efecto, simplemente quiere construir un futuro donde todos podamos hablar. Donde los que se fueron antes, los que nos fuimos después y los que se quedaron, todos juntos propongamos una Cuba mejor.

Pienso que el discurso de la venganza, de los ajustes de cuentas y de las falsedades históricas sólo sirve para alimentar a los que desde el poder en La Habana se esfuerzan en frenar la dinámica de cambio que se ha instalado en los cubanos.

Hace ya dos años que Fidel Castro abandonó el poder. Su hermano, el actual presidente Raúl Castro, anunció cambios de concepto y estructurales para enfrentar la aguda crisis económica, política y social que vive Cuba. Por el momento se han visto pocos resultados. Sin negar que la firma por Cuba del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y también el de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas tiene su importancia, así como la tienen algunas de las tibias medidas que ya permiten a los cubanos entrar en los hoteles, comprar un DVD o contratar una línea de telefonía celular. Por lo demás, una necesaria valorización de los salarios también está en curso. ¿Suficiente? Por supuesto que no, pero la existencia de una dinámica de cambio es innegable. No obstante, no puede olvidarse que la liberación de más de 300 prisioneros por delito de opinión es un reclamo urgente.

Sería doloroso que, una vez más, las promesas sean incumplidas y los cubanos pierdan la esperanza. De momento, creo, todos los pasos que se den en el sentido del diálogo político, como lo acaba de hacer la Unión Europea, son positivos, pues alimentan esa dinámica de cambio. Y ojalá la próxima Administración estadounidense siga esa misma senda. Y sobre todo, que los dirigentes cubanos sean, por fin, sensibles a los deseos de su pueblo.

Desde hace 18 años vivo en el exilio y mi dolor sigue intacto, pero me esfuerzo por llevarlo con nobleza y dignidad, como tantas otras víctimas. Por eso quiero que en mi país el odio y la intolerancia sean, por fin, solo parte del pasado.

Ileana de la Guardia es exiliada cubana en París.

1 Comments:

At 12:28 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hace mucho tiempo en Facebook me escribía con Iliana , no por q la conocía ni conocía a su padre el Coronel Tony, pero si estaba de acuerdo con ella , la justicia tiene q llegar por q en mi familia hay fusilado, y fue un crimen, en el caso de Tony y los demás, no solo fue un asesinato político si no una traición de Fidel Castro y Raúl Castro, para tratar de en masacrar las órdenes q ellos seguían de manos de Fidel Castro, Cuando estábamos en Cuba nadie pensó q fueran fusilados fue como un golpe Seco en el corazón de los cubanos.
Después del asesinato de Tony y los otros oficiales , llegó la causa dos que no se transmitió nada y aquí en el exilio vimos cómo el traidor Fidel Castro, TRAIDOR de sus propios hombres condena al alto mando de sus mejores hombres y asesina en prision al General Jose Abrahantes, y yo pienso q Patricio de la Guardia se salva por la carta q logra sacar al exterior si no lo hubieran asesinado también. Hay muchos oficiales que han salido en tv acusando al propio Fidel Castro y ha Raúl de ser los autores intelectuales de narcotrafico y del terrorismo en America Latina. Como eran los oficiales Juan Reynaldo Sánchez y Manuel de Beunza.Fidel Castro y Raúl Castro son unos asesinos y unos corónales.

 

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