DOW JONES Y LOS TIMBIRICHES
Dow Jones y los timbiriches
Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Javier Socarras tiene 37 años y vive en calle 4ta entre 3ra y 5ta, reparto Parcelación Moderna, municipio Arroyo Naranjo. Pasó la noche del sábado 27 de septiembre en uno de los calabozos de la unidad policial del municipio Playa. Fue arrestado por vender ajo en la vía pública. Le decomisaron un total de siete ristras y algo del dinero recaudado por la venta.
Javier no estuvo solo en prisión. Lo acompañaban otros 16 vendedores ambulantes de ajo, cebollas y aguacate. Para amenizar la noche entre los barrotes, organizaron una especie de tertulia a distancia. Se contaron historias y hablaron de sus maniobras en el quehacer diario.
Antes que el gremio de vendedores clandestinos fuera conducido al cuartel de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Playa, los oficiales a cargo enviaron los productos decomisados al agro mercado de 19 y 82, en el propio municipio. Para sorpresa de los consumidores, acostumbrados a las fluctuaciones en los precios, el decomiso resultó ser una ganga.
Los agentes improvisaron un timbiriche. Ofertaron el aguacate y el ajo a un peso (moneda nacional) cada uno, mientras que cada ristra de cebollas decomisada se vendió por quince pesos, cinco pesos por debajo de su valor en el resto de las tarimas.
Por estos días el declive económico del vecino norteño, y sus posibles consecuencias a nivel global, es cuestionado por la prensa oficial. El lunes 29 de septiembre, el Dow Jones cerraba en la Bolsa de Valores de New York con la mayor caída diaria en puntos de su historia, causando efectos colaterales en las bolsas de Brasil, Japón y Europa. Para el cubano de a pie, ajeno por naturaleza a los engranajes en la compra y venta de acciones en Wall Street, el lunes en New York no pudo ser peor que el domingo 28 de septiembre en La Habana.
Ya las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), operan con sus reservas. Esta vez quedaron reducidas sus acciones por lograr abastecer las ferias agropecuarias, organizadas el último domingo de cada mes en varios puntos de la capital.
El panorama dominical fue desolador. Mucho público y poca oferta. Abundancia de plátano, malanga y algo de boniato sobre las tarimas, productos que fueron acopiados con emergencia a raíz del desastre dejado por los fenómenos Gustav e Ike.
En los últimos quince días, decenas de “propietarios” capitalinos cerraron sus timbiriches destinados a la venta de viandas y hortalizas, debido a la escasez y el desabastecimiento. Otros fueron multados y obligados a cerrar por especular con los precios.
El Estado asume el grueso del comercio agropecuario en medio de una recuperación del sector a largo plazo. Se encarga de presupuestar vagamente los desastres atmosféricos y los que él mismo genera a consecuencia de la centralización y el bloqueo de toda iniciativa individual.
El economista Ariel Terrero Font, en su habitual espacio de los martes en la tele revista Buenos Días, dijo: “Se verá afectada la oferta de viandas en el segundo semestre en más de un 70 por ciento”. El hombre apuesta por el incremento en la siembra de cultivos de ciclo corto, pronosticando una estabilidad en el suministro de viandas a la población para finales de febrero de 2009.
Javier Socarras pudo esconder 400 pesos en la suela de su zapato. Dice que los utilizará para invertir en ristras de ajo porque no sabe hacer otra cosa. La próxima vez comprará pocas para no llamar la atención. El y sus acompañantes de causa salieron ilesos del cuartel de la PNR. Por ahora, un acta de advertencia.
Son ellos los que sobreviven con la venta al menudeo de ajo y cebollas. Adquieren los productos a un precio módico en el campo y luego los revenden en la capital. No administran timbiriches ni conocen a Dow Jones.
odelinalfonso@yahoo.com
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