LA ESPINA
Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Viumara Cruz se tragó una espina de pescado mientras almorzaba en su casa, aproximadamente a las dos de la tarde del 30 de octubre.
Desesperada, la joven utilizó un método que aconsejan los viejos en estos casos: se tragó sin masticar un pedazo de pan viejo y bebió abundante agua, pero la espina continuaba clavada en su garganta. Entonces corrió a la policlínica. En el cuerpo de guardia la atendió el doctor Alfredo. Luego de observarla, diagnosticó que ya la espina no estaba allí y posiblemente lo que sentía era el reflejo...
-¡No! -gritó Viumara.- ¡Está ahí!
El doctor Alfredo le comunicó que la policlínica de Jaimanitas no cuenta con instrumental para extraer una espina. Que debía trasladarse al Hospital Militar o al Clínico Quirúrgico.
La muchacha regresó a su casa. Su esposo es desempleado y sale a la calle durante el día para ver qué trabajo le cae y buscarse unos pesos. Cuando llegó a las seis de la tarde encontró a su esposa dando paseítos y apretándose la garganta. La joven le explicó lo sucedido, pero su esposo no había encontrado nada ese día, ni siquiera tenía dinero para pagar un auto hasta uno de los distantes hospitales sugeridos por el doctor Alfredo.
Se les ocurrió la idea de ir hasta el CIMEQ, el famoso hospital de Siboney destinado a los funcionarios del gobierno y a las personalidades, que también atiende urgencias de otros tipos. Atravesaron por el callejón de Los Perros, que une a Jaimanitas con el lujoso reparto Siboney y llegaron al hospital. Los atendió un estudiante de medicina que hacía la guardia nocturna. Luego de revisarla minuciosamente diagnosticó lo mismo que el doctor Alfredo.
-Ya la espina no está. Lo que siente es el reflejo de...
-No! -gritó Viumara otra vez-, la siento aquí.
Y apretó suavemente su garganta.
El estudiante confesó a la pareja que el hospital CIMEQ no contaba con otorrino de guardia, que debían trasladarse al hospital Calixto García, el único de La Habana que presta ese tipo de servicio nocturno. La pareja le confesó que no tenían dinero ni para coger la guagua. El médico le comunicó que no se preocuparan, que la ambulancia de guardia los llevaría cuando regresara a piquera. Estaba fuera llevando a un paciente del Consejo de Estado a su domicilio.
Pasaron las horas. Llegó la medianoche y la ambulancia no aparecía. Viumara vomitó en el vestíbulo intentando extraerse por ese método la espina, pero fue imposible. Renunciaron a la ambulancia y regresaron por el callejón de Los Perros hasta Jaimanitas. No durmió esa noche, esperando a que amaneciera; una idea la iluminó de pronto. Una prima de Viumara es jefa de personal del Hospital Militar.
Cuando amaneció se encaminaron al punto de inspectores estatales, que detienen los autos del estado y los obligan a llevar a los pasajeros que van por el mismo rumbo. El auto de un funcionario los acercó a Marianao. Llegaron al hospital. Buscaron a la prima. Le contaron lo sucedido y la funcionaria la llevó ante el especialista. La anestesiaron, y con unas pinzas extrajeron de su garganta una gruesa espina de pescado que Viumara mantuvo clavada allí durante 19 horas.
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