INGRID, DE LO SUBLIME A LO RIDÍCULO
Tomado de Cuba DemocraciayVida.org
Por Iliana Curra.
Ingrid Betancourt, la ex rehén de las terroristas guerrillas de las FARC le ha pedido al gobernante, Hugo Chávez, “que interceda por la libertad de más secuestrados”. Es lógico que este pedido se le haga al mismísimo Diablo cuando se trata de la libertad de personas que viven bajo condiciones ignominiosas y que sirven como parapetos humanos a una banda de terroristas marxistas que viven en la selva colombiana.
Ingrid, visiblemente emocionada dijo que su encuentro con el gorila de Hugo Chávez fue “demasiado importante” y dijo además: “el primer paso se lo debemos al presidente Chávez”. La emoción de esta muchacha, a la cual deberían darle urgente terapia psicológica, no la deja pensar –o no quiere- que es este mismo personaje quien pidió un minuto de silencio cuando lograron ejecutar al siniestro líder de esa banda de facinerosos llamado Raúl Reyes. Que su gobierno ha apoyado, y apoya, a esos terroristas que, ideológicamente, son iguales.
Ingrid no sabe –o no quiere saber- que ese mismo Chávez intentó utilizar este tema de los rehenes colombianos como propaganda para su persona, intentando internacionalizarse, no ya como un payaso que es, sino como un hombre de noble corazón. Obviamente esa muchacha tiene que recibir tratamiento de manera rápida para evitar que continúe en sus discursos absurdos que, con sólo revisar la historia, la pondrían en ridículo todo el tiempo, teniendo en cuenta que todos saben quién es Hugo Chávez y su participación con la izquierda latinoamericana, incluyendo a estos asesinos que secuestran, violan y fuerzan a jóvenes y niños a participar en eso que llama Ingrid, “lucha armada”.
( Ingrid Betancourt pocas horas después de ser rescatada )
Y es ahí donde me di cuenta que, detrás de todo un proceso de terapia para Ingrid, también hay mucho de su ideología izquierdista, por lo cual intentará llegar algún día a la presidencia de Colombia, para unirse a todos los trasnochados comunistas de una América Latina que se pierde entre discursos fanáticos, elecciones compradas y llamamientos a la violencia.
Decir que “las FARC tienen que cambiar, tienen que rectificar…tienen que darse cuenta que no hay espacio en este continente para la lucha armada”, es darle crédito a un grupo de mafiosos que, lo único que han logrado en Colombia, es implantar el terror en las zonas donde operan como lo que son: delincuentes comunistas que viven del tráfico de narcóticos para derrotar la democracia de la nación colombiana. Pero ella le llama “lucha armada”.
A Ingrid Betancourt se le olvidó cómo fue liberada y por quién, pero le da las gracias al mismo que apoya a quienes la tenían como rehén. ¿El síndrome de Estocolmo? No lo sé, es por eso que merece un tratamiento de manera bien apurada.
Dice también Ingrid que después que las FARC entreguen a todos los rehenes, está dispuesta a trabajar para “abrirles un espacio” para que puedan “aproximarse a la actividad política”. ¿Actividad política es asesinar, violar niñas, utilizar menores de edad a la fuerza, atacar pueblos campesinos, lanzar balones de gas contra poblaciones, poner bombas en lugares públicos de la ciudad?
¿Acaso sabe ella lo que es una “actividad política” o justifica el crimen de estos facinerosos porque siente dentro de ella la misma ideología, pero quiere llevarla por otra vía y por eso le llama “proyecto político”.
¿Qué pasa, Ingrid? ¿Un proyecto político es matar a sangre fría y utilizar la droga como subvención para seguir asesinando impunemente?
Pero la emoción y las lágrimas no la dejan ver más allá de sus propias narices. Ya lo único que le falta es reunirse con el dictador de La Habana, Raúl Castro, para pedirle que ayude a esos terroristas entrenados al principio por Cuba, a que liberen a los rehenes que le sirven para mantenerse en la selva, y luego con su “proyecto político” lleguen al poder.
Sería ir de lo sublime a lo ridículo. ¡Dios nos coja confesados!
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