OPERACIÓN PEDRO PAN: UNA DESGARRADORA DECISIÓN QUE SALVÓ A MILES
Una desgarradora decisión que salvó a miles
Por Myriam Márquez
Después de 40 años de haber terminado la Operación Pedro Pan, yo estaba en el Aeropuerto José Martí en La Habana, luego de haberme pasado casi un mes reportando desde la isla comunista de Cuba en el 2002. En lo que esperaba por el avión que me traería de nuevo a Miami, me puse a mirar en la barata tiendecita del aeropuerto. Detrás de una vidriera había otro ejemplo del doble lenguaje orwelliano en un llamativo libro que intenta desvirtuar un programa humanitario que salvó vidas y rescató a miles de niños cubanos, para convertirlo en una "trama terrorista''.
Publicado por el gobierno cubano durante la odisea de Elián González --cuando los cubanoamericanos señalaban que la propia Constitución de la isla comunista descarta los derechos de los padres y otorga al régimen la responsabilidad del futuro de los niños-- el libro se mofa de los datos históricos.
En la televisión controlada de Cuba, en el programa Mesa Redonda el 23 de mayo del 2002 utilizó el libro Operación Peter Pan: Un caso de guerra sicológica contra Cuba para argumentar que en Estados Unidos, los niños de Pedro Pan pasaban hambre y los trataban como si fueran basura.
"Creo que es uno de los capítulos más sórdidos en la campaña de mentiras, calumnias e infamia contra Cuba'' proclamó en la televisión cubana Rogelio Polanco, director del periódico cubano Juventud Rebelde. "Y también una de las más inmorales e inhumanas, porque se trata, claro está, de miles de niños''.
"Es un verdadero engaño porque trataron de mantener la mentira de que la revolución prohibió la inmigración de familias y de niños, algo que nunca ocurrió en nuestro país. Por ese motivo, para que no se olvide esa horrible historia, es que se editó ese libro''.
Sí, claro, nunca en los pasados 50 años ese régimen ha prohibido a los cubanos que viajen fuera del país.
La dolorosa verdad es que innumerables cubanos han muerto en el mar tratando de escaparse de Cuba luego de que el régimen se negara a darles visas. Entre esas personas estaba la madre de Elián.
En el caso de los padres cubanos que corrieron el riesgo a principios de los años 60 para enviar a sus hijos solos a EEUU durante la operación Pedro Pan, esa opción fue guiada tanto por desesperación como por su fe en la intervención divina, y aprovecharon un momento que les daría a sus hijos la oportunidad negada a millones que quedaron detrás. Hoy los niños de Pedro Pan están entre los adultos más exitosos de la diáspora cubana.
Padres de toda clase de religiones, algunos protestantes y judíos, depositaron su confianza en el programa secreto iniciado por Catholic Charities, en el que vinieron 14,048 niños a EEUU en menos de dos años antes de que fuera cerrado en octubre de 1962.
Fue el sacrificio más doloroso para los padres, verse separados de sus hijo para salvarlos de una dictadura comunista en ciernes.
Y tiene que haber sido una decisión terrible para los padres en una época en la que el sello distintivo de la justicia del gobierno de Cuba eran los juicios falsos y los pelotones de fusilamiento. Fidel Castro comenzaba a moverse hacia la esfera de la Unión Soviética y a los niños de más edad los mandaban "al campo'' a hacer labores ‘‘voluntarias'', tales como cortar caña de azúcar, una de las primeras de muchas maquinaciones del gobierno comunista para crear "el nuevo hombre revolucionario'' de Cuba.
Las escuelas católicas y las privadas laicas fueron cerradas y tanto los sacerdotes como las monjas fueron expulsados de la isla. El nuevo gobierno se proclamó un "Estado ateo''.
Los lemas revolucionarios eran parte del currículo de las escuelas ahora gubernamentales, se les exigía a los estudiantes una lealtad irrevocable y, entre otras cosas, se esperaba que delataran a sus padres.
Sin duda hubo sufrimiento entre los niños de Pedro Pan que cayeron en el vórtice geopolítico de una nueva cultura y un nuevo lenguaje. No todos llegaron a convertirse en senadores federales como Mel Martínez o multimillonarios como el urbanizador miamense Armando Codina. Hubo niños que estuvieron a cargo de personas inadecuadas mientras vivieron en orfelinatos o casas a la espera de que llegaran sus padres. Pero esa era la excepción, no la experiencia de la gran mayoría.
¿Qué daños sicológicos habrían sufrido esos niños de haberse quedado en Cuba?
¡Quién sabe!
Pero luego de 50 años de dictadura, lo que sabemos es que el régimen ha procurado repetidas veces (y en algunos casos lo ha logrado) doblegar el espíritu humano. Va a hacer falta aún más fe para sanar el dolor que quedó.
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