¿ Y AHORA QUÉ ?
¿Y ahora qué?
Por Claudia Cadelo
Me paré en 23 y 10 a coger el P4 a las 7 de la mañana, llegué a mi destino (Playa) a las 9 y 45. Traté de montarme en tres guaguas pero no pude, el resto del tiempo lo pasé intentando coger un taxi de 10 pesos, pero no había. Un poco extraño, qué pasará, me pregunté mientras perdía la mirada en la desértica 23, habitualmente abarrotada de “boteros”.
A las 4 de la tarde ya estaba bien informada, no se habla de otra en La Habana: Hay un operativo, están decomisando carros y los choferes están, como es lógico, aterrorizados, nadie quiere “botear”. Tengo varios comentarios del asunto:
- En terminal de ómnibus hicieron un operativo especial, con decomiso de los carros “in sito”. A pesar de las numerosas llamadas que los choferes hicieron a sus contactos en la PNR no se pudo hacer nada.
- Hasta hace poco estuvieron dando licencias, pero ya no.
- Una licencia es única e intransferible, y representa al carro y al dueño; esto quiere decir que sólo el dueño del carro puede botear, nada de un amiguito, ni el cuñado, ni absolutamente nadie en el universo.
¿Las consecuencias? Siempre las mismas, todo el personal que se movía en carro ahora se mueve en guagua. Si antes podías estar una hora para montarte ahora puedes estar tres, hemos vuelto en 24 horas a la Edad de Oro del transporte Post-revolución.
¿Por qué el gobierno toma estas medidas? Es que más allá del control y la represión no puedo dejar de pensar que tendrían que estar ganando algo más, pero qué. ¿Por qué no dan licencias un poco más flexibles y aumentan la entrada de efectivo por cobro de impuestos? Ahora hay un caos de gente abarrotada en las paradas, llegar al trabajo es una penuria: la gente llega tarde o no llega, el transporte estatal ni en sueños puede cubrir la demanda y nadie está ganando nada: ni la gente, ni los taxistas, ni el estado.
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