BARACUTEY CUBANO

Por Albita Rodríguez


Qué bonita unidad, qué despliegue verbal en defensa de la sagrada libertad, qué valentía para defender la tan asustadiza y débil justicia latinoamericana. Todavía no salgo de mi asombro ante el bello discurso de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Pero me preguntaba dónde estaba usted, señora Presidenta, cuando murió Claudio. ¿No sabe quién es? No, claro, tampoco sabe quién es Idalberto. Pues le adelanto, ellos son hermanos, más bien gemelos, en todo. Físicamente y en sus almas. Me imagino que nunca ha oído hablar de ellos.

Permítame contarle.

Cuando yo empecé en Cuba la quijotesca idea de armar mi propia banda musical, estos dos chicos vinieron a mí, con las guitarras en las manos. Usted no puede imaginar como tocaban. No. Usted y los demás que la acompañan no saben de eso, de espíritu, de acordes. Al verlos y escucharlos fue tal mi admiración que les dije: ``Pero, chicos, ustedes están locos, si yo los pongo a tocar conmigo nadie me va a mirar a mí. Ustedes son una maravilla, tienen que tocar solos, no necesitan a nadie más que sus guitarras. Nunca más en mi vida escuché de estos chicos, pero quedé convencida de que pertenecían a esa clase de artistas que llegaron para conquistar el mundo con su talento.

Eran un espectáculo, dos genios.

Yo me escapé a la nueva jungla de la libertad y así, aprendiendo a ser libre, fui dejando atrás los más crueles recuerdos, pero siempre hubo momentos en que en mi memoria volvían a sonar aquellos acordes únicos, revivía aquella manera de tocar fuera de todo convencionalismo y, debo confesar, lloraba el llanto del arte.

( Cristina Fernández y Raúl Castro, dos de los preocupados por el señor José Manuel Zelaya, ex Presidente de Honduras )

Perdone, ya sé que está usted muy apurada, usted y sus colegas, porque están muy preocupados por el señor Zelaya, porque lo han despojado del poder que todos ustedes necesitan para gobernar juntitos, el pobre.

Pero robándole unos minutos y siguiendo mi historia, le cuento que un día me sorprendió la noticia: A los Mister Acorde --así les decíamos todos-- los metieron presos. ¿Por qué? Los acordes no matan, el arte no discrimina. Dijeron, no sé muy bien, que los dos jóvenes no simpatizaban con el comunismo y que algún comentario hecho en el lugar incorrecto... No sé, no tengo idea, pero la próxima noticia fue la de la muerte de Claudio en la cárcel.

El otro día, la escucho a usted en las noticias y trato de pasar de usted y sus amigos, me voy a mi computadora y como siempre busco en YouTube y me encuentro a Idalberto Mister Acorde tocando mejor que nunca. Ahora es como si su hermano estuviera dentro de su alma y fueran dos en vez de uno los que tocaran, lo que es ya es una aberración musical. Pero sí, ahí está, aunque nadie en el mundo sabe que existiera, aunque a nadie le importara.

Que un hombre muera en la cárcel y otro en la vida, sin un solo tiro, sin violencia, sin mando ni poder, sin otra arma y amor que su inseparable guitarra y su lenguaje único para expresarse, yo sé que a usted no le importa. Ni a usted, ni a ninguno de sus amigos politiqueros nunca les ha importado la muerte de ningún cubano en 50 años de dictadura represiva.

¿Sabe lo que pasa? Que ustedes no entienden qué es una ''Moña'', ni qué es morir en un verso, cantar en un beso, ni sabe qué es hacerle el amor a la noche.

Qué aburridos son los políticos. Me pregunto, ¿debería escribir estas líneas? Soy una artista, un músico y, como ve, la política me da náuseas. Pero alguien en este mundo tiene que decirles a usted, a sus colegas y al mundo que hay un hombre llamado Idalberto que es un genio de la armonía, que pese a toda la complicidad de ustedes sigue libre desde su alma hasta la piel. Libre en cada arpegio, en cada texto de amor. Decirles que ese artista, ese ser humano sensible que cometió el pecado de pensar diferente y mostrar esas muecas humanas descarriladas del rebaño, para nosotros los bohemios será siempre Mister Acorde. ¡Moña pa' ti, hermano!

Cantante cubana, residente en Miami.
El Nuevo Herald