Darsi Ferrer: En la prisión no se sabe quiénes son los más delincuentes, si los reclusos o los carceleros
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El médico disidente denunció abusos y robos de los jefes de la cárcel Valle Grande, en la se encuentra recluido.
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Redacción CE | 29/09/2009
El médico disidente Darsi Ferrer, encarcelado en julio pasado, denunció los abusos y robos que implican a los responsables de la prisión de Valle Grande, en La Habana, en la que se encuentra recluido.
En un texto escrito en la cárcel, Ferrer afirmó que "la situación cotidiana de las cárceles en Cuba hace imposible distinguir con precisión de qué lado es mayor el nivel de delincuencia, si en el bando de los reclusos o en el de los guardias que supuestamente deben garantizar el orden en este tipo de instituciones".
De acuerdo con el médico opositor, es por esto que "el gobierno opta por la estrategia de negarse a toda supervisión de las organizaciones internacionales especializadas en el tema de prisiones".
Ferrer, director del Centro de Salud y de Derechos Humanos Juan Bruno Zayas, mencionó el caso del capitán Tamayo, jefe de orden interior en Valle Grande y "uno de los oficiales más temidos por la población penal".
"El entretenimiento de ese militar, abusador sin límites, consiste en ofender y maltratar a los reclusos y aplicarles severos castigos por cualquier motivo", dijo.
Entre "los incidentes lamentables" ocurridos este año en la prisión en que se encuentra, Ferrer cita "el dudoso suicidio" de un joven de 21 años de edad, hace unos ocho meses.
Según el activista de derechos humanos, "el joven tuvo la mala suerte de que lo descubrieran en el cordón de seguridad mientras intentaba fugarse. Los militares le echaron los perros para que lo atacaran ferozmente hasta dejarlo muy mal herido. No conforme, el teniente Elián, conocido como el Colorado, mandó a la guarnición a que lo golpearan sin escrúpulos con palos, cabillas y machetes".
"Lo arrastraron por el exterior del penal a la vista de los presos que, indignados por el abuso, gritaban desde sus compañías, en lo que el joven era golpeado salvajemente. Luego lo tiraron desmayado en uno de los calabozos de castigo. Al día siguiente el muchacho amaneció muerto en la celda, supuestamente encontró fuerzas para ahorcarse, y nada sucedió al respecto", relató el opositor.
Robos en Valle Grande
Asimismo, Ferrer acusó de robo al suboficial Eduardo Carbonell, encargado de administrar los víveres.
Carbonell "alardea delante de los presos de ser propietario de una cochiquera valorada en unos 5.000 cuc (pesos convertibles), y de que tiene una residencia que es la mejor casa del barrio donde vive", dijo Ferrer.
"Para nada es falso que el Sr. Carbonell dispone de abundantes recursos, tanto la cochiquera como la inversión de su casa son el resultado de todos los productos que se roba de la cocina de la prisión, por cuya acción está matando literalmente de hambre a los reclusos", denunció.
El médico opositor dijo que "el suboficial vive en lo que hasta hace pocos años fue una construcción desahuciada y que él convirtió en una inmensa y hermosa residencia, en la finca La Viviana, cerca de la prisión. En el patio tiene habilitada una nave de 40 metros de largo por 6 de ancho, donde cría alrededor de 40 puercos como promedio", por cuya venta recauda "cientos de miles de pesos de ganancia neta".
"Este militar obliga a los reclusos a elaborar la comida lo peor posible y a servir raciones ínfimas, de este modo mantiene su negocio llevándose toda la comida sobrante, junto con los demás productos que se roba y traslada para su casa por las noches, en transporte de la prisión", aseguró.
Ferrer dijo que algunas de las trampas que utiliza Carbonell para sus robos son: planificar la elaboración de cantidades de raciones superiores a la cantidad de personas; inflar los pedidos de materia prima para hacer pan; permitir que se echen a perder productos como el yogurt, la mermelada y otros, para llevárselos a sus puercos; planificar en los papeles, como parte del menú, productos que después no oferta.
"Se calcula que este señor roba alrededor de 2 o 3 sacos de arroz diarios, de 1 a 2 de frijoles, 30 o 40 libras de aceite, unas 500 libras de pollo quincenalmente y, en ocasiones, coordina con el de abastecimiento de la cárcel y muchos productos ni siquiera entran a la prisión, son desviados de los almacenes directo para su casa", indicó el médico.
Añadió que esta "inmoralidad alcanza a los miembros del consejo de dirección de la cárcel, pues también se benefician del negocio, entre ellos el mayor Nicolás Fernández, quien es el jefe de logística; el mayor Estrada, jefe de la contrainteligencia y los demás oficiales que todas las semanas tienen asegurada su mesada de los productos robados".
Según Ferrer, es por ese motivo que "en las inspecciones nunca se detectan irregularidades, y no se le da curso a las constantes denuncias de los presos".
Negocios con las necesidades de los presos
En cuanto a los guardias que trabajan directamente con los reclusos, Ferrer dijo que "en su mayoría son personas de muy bajo nivel cultural, residentes en provincias lejanas (…) viven hacinados en albergues dentro de la prisión, en condiciones similares a la de los presos, hasta comen la misma comida, con la diferencia de ser un poco más en cantidad, viajan donde sus familias sólo en vacaciones, cada seis meses".
"Esas precarias condiciones facilitan que muchos de estos guardias sean unos corruptos sin escrúpulos, que se dedican a cometer delitos graves como la entrada de ron al penal, además de pastillas psicotrópicas y otras drogas que se utilizan para el contrabando", afirmó el médico.
"También se dedican a venderle a los reclusos visitas familiares y pabellones (visita conyugal), conduces a la calle, pases de estímulo y traslados de compañías, venden las llamadas por teléfono y extorsionan hasta a los presos que necesitan atenderse con el médico, entre otros", agregó.
El activista de derechos humanos advirtió que esta situación en las prisiones existe "bajo la complicidad de las autoridades del gobierno y principalmente de los jefes de Cárceles y Prisiones, que durante las visitas que realizan a esos centros sólo tienen interés por lo que puedan conseguir de beneficio personal, y poco les importa el drama espantoso que sufren los reclusos".
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