CUBA: La cultura incompleta
La cultura incompleta
Por Alberto Méndez Castelló
Las Tunas
Martes 16 de Febrero de 2010
"Sin un diálogo diáfano y directo con todas las partes que la integran, sin un diálogo, digo, dentro o fuera del territorio, está incompleta", dijo de la cultura cubana el Premio Nacional de Literatura 2003 Reinaldo González en la inauguración de la Feria del Libro de La Habana, ante un auditorio en el que se encontraba Raúl Castro, acompañado por el canciller ruso, Serguei Lavrov.
"La necesidad de un esfuerzo por borrar esas diferencias ha ganado fuerza de convencimiento en muchos de nosotros, por el bien y la salud de una cultura en la que palpitan las obras de todos los cubanos", refirió el escritor, abogando por la concordia. "Si ese diálogo habrá de ocurrir, sin dudas, como el acercamiento de fragmentos a su imán, rebajemos los escollos reales o subjetivos. No es la primera vez que la nación exige la unión de sus partes", dijo.
Pero la señal de abroquelarse pareció darla allí mismo el general Raúl Castro. Antecedió al escritor la historiadora María del Carmen Barcia, también homenajeada en la Feria, a quien el gobernante dijo de sus ancestros gallegos: "Pudiéramos decir que somos familia" y la saludó efusivamente. En cambio, a Reinaldo González lo recibió con parquedad, con un ademán indicándole proseguir.
( El escritor Reinaldo González.)
"Aunque los medios oficiales han silenciado o manipulado sus palabras, el escritor Reinaldo González interpeló públicamente a la sociedad cubana, y en particular al gobierno que, invocando la soberanía de la patria, en los últimos 50 años no ha parado de introducir gendarmes en el alma de cada cubano, hasta conseguir un ser dependiente, cuando no en estado de parálisis o paranoico. Mire lo que está saliendo a flote ahora mismo en las asambleas de la Unión de Jóvenes Comunistas… Ahora cabe preguntarse qué hizo germinar la apatía o la bestialidad en nuestra juventud… Por qué callan o adoptan el lenguaje de la selva…", dijo un sociólogo que se ha dedicado durante años al estudios de las comparaciones de generaciones.
Pero quizás la respuesta a esas interrogantes se encuentran en las palabras del propio Reinaldo González: "En tiempos difíciles, los del centro, los de arriba y los de la periferia estamos a prueba. Nos corresponde mantener la fuerza del intelecto y de la creación sin acudir a retóricas conducentes ni ampararnos en una dignidad de cartón. Quizás sea ese el significado real de la palabra compromiso. Entendámosla como riesgo y participación desde las obras y como ciudadanos, ámbitos que comulgan con los insoslayables rigores del cuestionamiento y la crítica, cuando se imponen con la misma fuerza que el derecho a ser escuchados".
Al dedicar a José Lezama Lima el homenaje que le otorgaban, recordó el destronque de que fue objeto aquel, "ejemplo de estoicismo frente a la intolerancia". González evocó "su grandeza de cubano y de intelectual, de escritor que convirtió en poesía hasta las piedras que le pusieron en el camino".
"A Lezama, símbolo de dignidad y de resistencia intelectual, dedico el reconocimiento que me otorgan", dijo.
"Pero si el convencimiento de borrar diferencias ha ganado fuerza entre los intelectuales, donde el Lezama mártir se mantiene vivo, el inmovilismo en quienes llevan las riendas de la nación desde hace más de medio siglo, aunque con otro ropaje, se mantiene tan vigente como cuando algunos de los hoy Premios Nacionales de Literatura fueron lanzados por la ventana. De poco sirve hablar si no se va a ser escuchado", dijo un joven escritor que en esta Feria presenta su primer libro.
No iba desencaminado. Granma, órgano oficial del Partido Comunista, apenas empleó 42 palabras para reseñar, valga decir soslayar, la reflexión de un intelectual invocando un diálogo por el bien de la cultura de su pueblo. Y Juventud Rebelde, diario de la juventud comunista, manipuló las palabras de González, diciendo que llamaba a ser participante y no adorno, cuando en realidad el escritor dijo: "Se nos impone evidenciarle a mentes poco avisadas el error de mirarnos como adornos y no como participantes en lo que alguna vez ocurrió".
Víctima del por algunos llamado "Quinquenio Gris" —para otros, decenio… sin eufemismos, media centuria de mordaza y defenestración— González cuenta con horas de pluma como para ser premonitorio: "Quienes vivimos paso a paso y sin olvidos sabemos cuándo lo crucial es imperioso y cuándo lo manipula el quehacer rutinario que, sin proponérselo, banaliza hasta los más sagrados contenidos".
Que sus palabras no fueran difundidas por salirse del libreto era de esperar. Conocidas son las relaciones entre siervo y patrón pero, en este caso, importa más lo que callan que lo que dicen.
La consigna de la zafra de los 10 millones fue "De que van, van"; no fueron los millones, y de esa cosecha fallida sólo queda el lema en el nombre de una orquesta. Que su director grite en La Habana "se acabó el abuso" y en Miami proclame su deseo de dar un beso a Gloria Estefan es sintomático. Dice más de la inconsistencia de un sistema que de la ética del músico.
Si los artistas de Cuba hacen conciertos y ganan premios en Estados Unidos, por qué prohibirles a los cubanos que viven y crean en aquel país traer su arte a la Isla… De miedo a confrontar las ideas se trata. Por eso manipulan y callan.
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