domingo, marzo 14, 2010

EN CUBA ES MEJOR ESTAR BORRACHO

ES MEJOR ESTAR BORRACHO



Justify FullPor Guillermo Fariñas

Periodista independiente.
cocofari62@yahoo.es


La Chirusa, Villa Clara, 11 de marzo de 2010, (PD) Los trastornos de alcoholismo en Cuba son el pan nuestro de cada día. Pero sobre la materia, a los comunicadores sociales los correctores políticos solo les permiten decir por los medios de difusión la ambigua frase: “El alcoholismo en nuestro país ya constituye un problema de salud”.

Psiquiatras, psicólogos, endocrinólogos, médicos internistas y otros profesionales, se enfrentan a este mal de etiología fisiológico-psíquico-social con desventaja. El alcoholismo afecta al correcto funcionamiento de las familias cubanas y por consiguiente, al desarrollo de los niños y adolescentes que se educan dentro de estas. Pero las autoridades no permiten exponer los orígenes y las causas de esta desmedida aparición de bebedores.

Dentro de la nomenklatura de los científicos hay un “Zar Para el Estudio de las Adicciones Tóxicas”. El afortunado se nombra Ricardo González, quien es un psiquiatra políticamente confiable.

Dentro de los alcohólicos se distinguen dos generaciones bien definidas. La primera fluctúa entre los 60 y 40 años de edad y está caracterizada por trastornos existenciales tras participar en guerras de baja intensidad durante la “Guerra Fría” en lugares como Angola, Etiopia, Nicaragua o Viet Nam. El segundo segmento de alcoholizados cubanos son jóvenes de menos de 35 años. Los de menos edad, tienen 12 años. El ex –decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, hoy exiliado en México, el Doctor en Ciencias Psicológicas Fernando González Rey los conceptualizó como “La Generación Alcohólica del Período Especial”.

La capital de la provincia de Villa Clara es el centro poblacional más habitado en la región central del país y eje de confluencias viales esenciales para las comunicaciones. Como decía un viejo refrán en desuso: “Santa Clara es la llave terrestre para controlar a Cuba”. También allí hay mucho alcoholismo, pero socialmente dividido.

En la ciudad de Marta Abreu hay una clase alta de borrachos integrada por los gerentes y funcionarios de las empresas por divisas convertibles. Se pasan a diario por sus gargantas botellas de Arrechabala, Guayabita del Pinar, Havana Club u Old Havana, las bebidas más caras, comercializadas entre 3 y 5 pesos convertibles.

Otros “curdas”, denominación popular de los alcohólicos, no se pueden dar ese lujo, por eso compran botellas de rones, con precios cercanos a los 60 pesos nacionales, de las marcas Decano, VC, Bocoy o Tunicú. Dicen los observadores que estos son quienes conforman la clase media de los alcoholizados patriotas.

Los que forman la clase baja de los que “chupan el rabo a la jutía” (otro modo de decir bebedor empedernido), no acuden a los establecimientos estatales a adquirir sus bebidas, las compran a los destiladores etílicos fuera de la ley, que tienen montados sus serpentines improvisados en zonas fuera del ojo curioso de los muchos delatores.

Si con los nombres de estos alcoholes se hiciera un tratado ensayístico, sería todo un extenso best seller. Los calificativos son tan llamativos como: “Espérame en el Piso”, “Metralla”, “Mata Rata”, “Hueso de Tigre”, “Chispa de Tren”, “Salta para atrás”, “Rompe Estómago”, “Candela Brava”, “Bala Caliente” o “Cal Viva”.

Aquellos sitios en Santa Clara donde se reúnen a beber los alcohólicos, poseen nombres pintorescos como “La Cueva del Humo”, “La Embajada de Palo”, “La Carpa Sucia” o “El Túnel de los Sueños”. Son casas cuyos propietarios lo vendieron todo, unas ventas desesperadas para adquirir alcohol, sin importar que sea de la peor calidad.

Al recorrer esos lugares, que recuerdan más a plazas sitiadas que a viviendas de seres humanos e indagar entre estos borrachos por qué beben hasta casi perder casi el conocimiento, la respuesta común, ya no tan sorprendente, se resume en una frase: “Con lo mala que está Cuba, es mejor estar borracho”.

cocofari62@yahoo.es