LA VANGUARDIA DE LA ESPERANZA DE CUBA
Por Alfredo M. Cepero.
El pasado jueves 25 de marzo se abrió un nuevo capítulo en la ya prolongada lucha por la libertad de Cuba. Una libertad por la cual, durante ya más de medio siglo, se ha derramado sangre, se ha sufrido cárcel, se ha padecido exilio, se han destruido familias y se han dilapidado fortunas. Por primera vez en esta historia matizada de heroísmo y dolor, cubanos en ambos lados del Estrecho de la Florida exigieron al unísono el fin de la tiranía y el regreso de la libertad.
Y lo más hermoso fue la forma en que fue convocada la actividad y como se desarrollaron los acontecimientos. La jornada fue como una oblación espontánea de un pueblo que decidió prescindir de liderazgos protagónicos y muchas veces antagónicos para decirles a las Damas de Blanco y a los presos políticos que no están solos en su lucha contra la tiranía. Una verdadera lección de civismo en que el pueblo cubano, sin etiquetas ni agendas, despertó de su letargo y dio un paso gigantesco e irreversible hacia la unidad de propósito en el amor y en la libertad. Tomen nota aquellos usufructuarios de prebendas presentes y buscadores frenéticos de sinecuras futuras. Porque todo parece indicar que nuestro pueblo ha aprendido su brutal lección y esto le complicará la vida a tiranos y a demagogos.
Justo es, sin embargo, destacar que a la vanguardia de este despertar de esperanza están las Damas de Blanco. Heroínas indiscutibles que durante siete años han desafiado a la jauría castrista sin más armas que gladiolos, pañuelos, banderas, palomas y una dosis inmensa de valor personal. Mujeres inspiradas en la doctrina cristiana, la prédica civilista de Martí y el ejemplo estimulante de Gloria Amaya y de Reina Tamayo, dos matronas cuyo patriotismo y servicio llenaran capítulos de la historia que un día estudiaran nuestros niños. Estas Damas de Blanco no tienen otro partido que el de Cuba ni otra meta que su libertad.
En cuanto a Gloria y Reina, la primera reina desde el cielo y nos señala el camino de vergüenza y civismo que mostró en la Tierra a sus hijos rebeldes y heroicos. Unos hombres que desafían la injusticia tanto en las inhóspitas cárceles castristas, como en las hostiles calles cubanas o en el limbo asfixiante del exilio. La segunda ruge como una cachorra de la leona Mariana Grajales reclamando castigo para los asesinos de su hijo que, como el Cid Campeador, está ganando batallas aún después de muerto.
Ahora bien, la jornada gloriosa del 25 de marzo no habría sido posible sin la iniciativa, la energía y la capacidad organizativa de cubanos a quienes ni la distancia ni la prosperidad han mermado en un ápice la intensidad del amor a la patria. Gloria y Emilio Estefan fueron los promotores de un evento donde por primera vez en muchos años se reunieron millares de cubanos para abogar por la libertad de Cuba en un ambiente de moderación, disciplina y patriotismo sin protagonismos ni discursos kilométricos. En síntesis, un ejemplo a imitar por otras organizaciones del exilio cubano.
Quienes me conocen saben que no regalo elogios ni hago el panegírico de seres vivos porque corro el riesgo de que me decepcionen mas adelante en el camino. Pero a quienes no me conocen quiero hacerles esta aclaración categórica. No conozco a los Estefan. Nada les debo ni tampoco espero favores de ellos. Es mas, en ocasiones he discrepado de algunas de sus manifestaciones públicas. Pero esta no es la hora de las discrepancias y mucho menos de las recriminaciones. Es la hora de la concordia entre cubanos, del amor a la patria y del servicio a su libertad. Y los Estefan se comportaron como cubanos de primera línea. Por eso merecen nuestra gratitud y nuestro reconocimiento.
En conclusión, la marcha del 25 de marzo estimuló el espíritu y fortaleció la voluntad no solo de las Damas de Blanco y del presidio político cubano sino de todo un pueblo que está perdiendo el miedo y se prepara a luchar por su libertad. Denunció ante un mundo indiferente los maltratos y penurias a que es expuesto nuestro sufrido pueblo. Transmitió una dosis considerable de terror a los ya atemorizados carniceros y carceleros de nuestro pueblo. Y todo ello, dentro de una fórmula donde el único protagonista fue el pueblo de Cuba.
Miami, Florida 3-28-2010
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