jueves, marzo 11, 2010

LOS PUEBLOS NO SON REBAÑOS

Nota del Bloguista

José Martí no quería que Cuba se convirtiera en la finca particular de un caudillo como había sucedido en otros países iberoamericanos después de concluidas las guerras contra la Metrópoli, pero para Martí no sólo los caudillos eran merecedores de fuertes críticas; también los pueblos llevaban su parte. En el segundo volumen de la edición de las Obras Completas de nuestro Apóstol, publicadas en el centenario de su nacimiento, y en sus páginas 50 y 51 se lee:

¨ De hombres que no pueden vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos.¨

Y con vistas a una convención de clubes independentistas donde se discutirían múltiples temas, manifestó:

“ … ¡que los pueblos no son como manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro, y los demás lo siguen .! ” (Tomo 2, 17)

Martí no sólo criticó el control de un país por un caudillo; también criticó el control político de la nación por un solo partido político:

¨ Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido¨ (Tomo 20, 2)

Y hasta la permanencia de un mismo partido político en el poder en un sistema pluripartidista fue criticado por el Apóstol de la Independencia Cubana, veamos: a raíz de la ascensión del Partido Republicano estadounidense al poder en 1883, escribió sobre lo conveniente que era para una nación que un partido político no permaneciera mucho tiempo en el poder:

¨ La libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en fórmula banal. El mismo campo que cría la era, cría las ortigas. Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas; las castas se entrebuscan y se hombrean unas con otras.¨ (Tomo 9, 340)

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LOS PUEBLOS NO SON REBAÑOS


Por Alfredo M. Cepero .

Desde hace mucho tiempo las ideas contenidas en este artículo me daban vueltas en la cabeza. Mil veces me he preguntado como fué posible que un pueblo integrado por hombres y mujeres de imaginación, orgullo e iniciativa para triunfar, como lo hemos hecho en este medio siglo, en los cuatro rincones del globo pudimos caer en la pestilente tembladera de la tiranía castrista. Consciente de que mi diagnóstico podría ser erróneo, y asumiendo el riesgo de provocar alguna que otra airada objeción, digo que nuestra tragedia nacional fue el resultado de nuestra supina indiferencia ciudadana, nuestro aberrante individualismo y nuestra enfermiza idolatría por líderes que hacían ostentación de sus altos niveles de tetosterona.

Desde la fundación de la república en 1902 hasta el año 1933 estuvimos gobernados por generales y profesionales que basaron sus aspiraciones políticas en los servicios prestados durante las guerras de independencia. En 1933, una generación integrada por estudiantes, obreros, profesionales jóvenes y clases militares trató de subsanar los vicios de los viejos patricios derrocando al régimen dictatorial del General Gerardo Machado y prometiendo un nuevo comienzo pletórico de honestidad, transparencia y servicio público. Todos sabemos en que se convirtieron las promesas y como caímos en el pozo ciego de 1959.

Precisamente en ese año saludamos con euforia irresponsable y fanática lo que se convertiría en otro intento fallido de hacer realidad la república de nuestros libertadores. El proceso apresurado e improvisado de quitarnos de encima una dictadura oportunista y rapaz nos condujo a esta tiranía obsena, despiada y alucinante que ha asolado a nuestra patria con la furia destructiva de las bíblicas plagas de Egipto.”Cualquiera es mejor que Batista”, decía la gran mayoría que se negaba a tomar en cuenta la hoja criminal del autoproclamado mesías.

Si los cubanos queremos evitar que desgracias similares se repitan en nuestro futuro nacional tenemos que, al igual que los alcohólicos y drogadictos decididos a curarse, empezar por someter a un exhaustivo escrutinio a nuestros aspirantes a líderes y por reconocer las causas de nuestros males. Por ejemplo, es innegable que, a lo largo de nuestra historia republicana, los profesionales, los empresarios y los ciudadanos exitosos se mostraron renuentes a participar activamente en la vida política del país. La política era un menester de los pillos y una tarea indigna de las personas decentes. Pues bien, aquellas lluvias trajeron estos lodos que han lanzado a la muerte, la cárcel y el exilio a quienes pudimos haber sido los arquitectos de la nación soberana, libre y justiciera de Martí y Varela.

Tampoco podemos ignorar un individualismo que, matizado de arrogancia y de egoísmo, nos incapacita para colaborar en proyectos donde no ostentemos la mayor jerarquía y muchas veces nos hace insensibles ante los infortunios de nuestros compatriotas. Prueba irrefutable de lo primero son los centenares de organizaciones que, dentro y fuera de Cuba, se proclaman intérpretes y representantes de las aspiraciones del pueblo cubano.

Prueba fehaciente de lo segundo fue el silencio cómplice de la gran mayoría de nuestro pueblo ante las confiscaciones masivas, injustificadas e ilegales en los primeros años de la orgía revolucionaria de empresas y propiedades privadas obtenidas con el trabajo honrado de sus dueños. Con nuestra habitual ironía, los cubanos de entonces bautizamos aquella deplorable conducta como “la reacción del callo”. Nadie protestaba hasta que no le intervenían sus propios bienes y le pisaban el callo. Para entonces ya era tarde y el intervenido se unía a las filas de los despojados que ya eran impotentes para contener la avalancha de terror, despojo y desolación.

Pero no tengo duda alguna de que el peor de nuestros pecados ha sido la idolatría por los falsos líderes. Los casos mas notorios son harto conocidos por quienes tengan aunque sea una idea remota de la historia política de Cuba. Pero, a manera de ilustración, vale la pena repetirlos. El General Machado fue adulado con el apodo ridículo y rastrero de “El Egregio”. Y, en el colmo de la abyección, cuando Machado preguntó por la hora a uno de sus ayudantes éste le contestó: “La que usted quiera general”. La propaganda política de Batista ostentaba el lema de “Este es el Hombre”, como si el resto de los cubanos de sexo masculino hubiéramos sido eunucos. Al churroso barbudo de la Sierra Maestra no sólo lo apodamos “El Caballo” sino le dijimos “Fidel, esta es tu Casa”. Y el degenerado se la cogió.

No me parece necesario abundar en mas detalles para sustentar el argumento de que los cubanos tenemos que abandonar nuestra costumbre maligna de adorar líderes y de poner en sus manos no solo los destinos nacionales sino nuestra libertad, nuestra prosperidad y, por ende, nuestra felicidad personal y la de nuestra descendencia. Estoy cansado de escuchar la justificación lastimera e indigna de que no hemos liberado a Cuba porque no tenemos un líder.

Por el contrario, contemplo como una bendición del Cielo el hecho de que quienes trabajamos hoy por la libertad de Cuba no tenemos un lider gigantesco, infalible y todopoderoso. El único con esos atributos es el Dios de los católicos, de los protestantes, de los judíos y de los feligreses de cualquier otra religión que se les antoje profesar porque todos tendrán cabida en la república democrática de mañana. Pero, por favor, pongamos fín a los santos de carne y hueso. Dejemos de edificar altares y de atribuirle poderes sobrenaturales a nuestros políticos y gobernantes.

Lo que Cuba necesita son ciudadanos cumplidores de sus deberes, celosos de sus derechos y conscientes de su poder para poner y quitar gobierno. El pueblo de Cuba no necesita un líder sino gobernantes sujetos al mandato de los gobernados y que trabajen por la felicidad de sus conciudadanos. Porque ni los ciudadanos son ovejas ni los pueblos son rebaños. Nuestra historia republicana y, sobre todo, este medio siglo de barbarie deberían ser suficiente enseñanza y acicate para que cada cubano se sepa depositario de una parte de nuestra soberanía nacional y tome las riendas de su propio destino.

Miami, Florida, USA, 3-11-2010

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Fragmento relacionado con el tema del artículo LOS PUEBLOS NO SON REBAÑOS que fue agregado por el bloguista de Baracutey Cubano:

LIBERTAD Y
RESPONSABILIDAD EN CUBA
Dagoberto Valdés Hernández.
III SEMANA SOCIAL CATÓLICA
Santiago de Cuba, 22-25 Mayo 1997

( Fragmento)


7. ¿Por qué algunos cubanos hacen dejación de su libertad?

La falta de responsabilidad es, en fin, motivada por la falta de libertades pero sobre todo por la falta de libertad interior en aquellos cubanos que abandonan sus deberes familiares y cívicos. Sin embargo, nos encontramos con frecuencia a muchos cubanos que, lejos de reivindicar su libertad personal y de exigir sus libertades civiles, viven en tal indiferencia y docilidad que nos hacen dudar si quieren o no quieren ser más libres y disfrutar de mayores libertades.

Esa indolencia que se acomoda en la mediocridad llega a convertirse en una dejación- a veces consciente- de la propia libertad. Entonces toda la nación se empantana en el inmovilismo y la manipulación por aquellos que instrumentalizan, para sus fines ideológicos, económicos, religiosos o políticos, este abandono de la libertad. Cuando este tipo de indolencia ciudadana se convierte en dejación de la libertad, el individuo deja de creer en la efectividad de su participación y disminuye la credibilidad que debería tener en la eficacia de la propia acción transformadora de la realidad en que vive.

( Al centro Dagoberto Valdés con un retrato del Ex Presidente checo Vaclav Havel, que el embajador de la República Checa en Cuba le había regalado por el X Aniversario de la revista Vitral, año 2004, de la cual Dagoberto era director; a su lado amigos y colaboradores de la mencionada revista, entre los que se encuentra este bloguista )


El secuestro de la libertad de una nación depende más de la dejación de la propia libertad de cada ciudadano que de la supresión de las libertades civiles y políticas por parte del Estado. Entonces nos preguntamos: ¿por qué un pueblo con la tradición y la idiosincrasia del nuestro puede llegar a ceder a la tentación de no ejercer y reclamar la libertad?.

Nos hacemos las mismas preguntas de Fromm: "¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿No existirá, tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión?. Y si esto no existe, ¿Cómo podemos explicar la atracción que sobre tantas personas ejerce actualmente el sometimiento al "líder"? ¿El sometimiento, se dará siempre con respecto a una autoridad exterior o existe también en relación con autoridades que se han internalizado tales como el deber, o la conciencia, o con respecto a la coerción ejercida por íntimos impulsos, o frente a autoridades anónimas, como la opinión pública?" ( Miedo a la libertad. pág.28)

Estas preguntas tienen sus respuestas en la vida cotidiana de nuestro pueblo. Algunas de las causas por las que muchos cubanos hacen dejación de la búsqueda de la libertad son: la manipulación de la propaganda, el control y utilización de la vida privada para coaccionar, la falta de alternativas de trabajo para subsistir al haber un único empleador público y una única instancia de reclamación que es la misma que emplea. Otra causa es la confusión interiorizada en la mayoría de los cubanos que identifican Patria con Gobierno, Nación con Estado, socialismo con revolución, logros de la revolución con ideología partidista, justicia social con distribución estatalizada y paternalista de los productos.

8. El miedo a la "soledad moral".

Quizás, la causa más profunda y desconocida del abandono de la libertad y la responsabilidad cívica es el miedo a la "soledad moral". En efecto, para todo hombre y mujer, la necesidad de relacionarse -de comunión-, de pertenencia a un cuerpo social es como la necesidad de comer.

"Las necesidades fisiológicas condicionadas no constituyen la única parte de la naturaleza humana que posee carácter ineludible. Hay otra parte igualmente compulsiva, una parte que no se haya arraigada en los procesos corporales, pero sí en la esencia misma de la vida humana: la necesidad de relacionarse con el mundo exterior, la necesidad de evitar el aislamiento. Sentirse completamente aislado y solitario conduce a la desintegración mental, del mismo modo que la inanición conduce a la muerte." (E.Fromm, ob.c.pág 37)

En Cuba debemos hacer más consciente y urgente esta necesidad de evitar el aislamiento; todos los aislamientos que perjudican nuestra libertad y libertades: el aislamiento internacional, el aislamiento por razones geográficas, el aislamiento por el bloqueo y otras medidas económicas, pero sobre todo, el aislamiento y el bloqueo de la persona del cubano cuando intenta presentar alternativas de libertad y responsabilidad.

Para que haya cada vez mayor número de hombres y mujeres cubanos que accedan a mayores grados de libertad y responsabilidad es necesario evitar la soledad moral, que por supuesto no tiene nada que ver con el aislamiento físico.

Así es, "un individuo puede estar solo en el sentido físico durante muchos años y, sin embargo, estar relacionado con ideas, valores o, por lo menos, normas sociales que le proporcionan un sentimiento de comunión y pertenencia. Por otra parte, puede vivir entre la gente y no obstante, dejarse vencer por un sentimiento de aislamiento total...Esta falta de conexión con valores, símbolos o normas, que podríamos llamar soledad moral, es tan intolerable como la soledad física; o más bien, la soledad física se vuelve intolerable tan solo si implica también la soledad moral." (ídem)

Es evidente la necesidad de conocer este tipo de coacción de la libertad personal: para no dejarse
vencer por ella; para que el miedo no paralice a los cubanos; para evitar la soledad moral con el apoyo, la solidaridad, el acompañamiento moral de cuantos se han decidido a trabajar por la libertad.

Tengamos presente la reflexión de Nelson Mandela: "Tuve ocasión de aprender que el valor no consiste en no tener miedo, sino en ser capaz de vencerlo...El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino el que es capaz de conquistarlo. Jamás perdí la esperanza de que se produjera esta gran transformación. No sólo por los grandes héroes...sino por la valentía de los hombres y mujeres corrientes de mi país. Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero que nunca se extingue." (El Largo camino hacia la libertad. Autobiografía, pág.644-645)

Pero que los cubanos cedamos a veces a la tentación de abandonar el camino de la libertad no debe desanimarnos: El Cardenal Roger Etchegaray, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, quien nos ha acompañado en este camino eclesial, puede iluminar esta situación cuando nos dice: "La libertad es un fardo que el hombre quiere descargar entre las manos de los más poderosos. Algunas veces es más confortable ser esclavo que ser libre. La rareza y la fragilidad de los actos libres no deben hacernos dudar de la libertad; así como un eclipse no nos hace dudar del sol." (Avanzo como un asno. pág.160)

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Esta ponencia de Dagoberto Valdés puede leerse completamente en

http://www.vitral.org/vitral/pdfs/civica/libresp.pdf