jueves, mayo 20, 2010

CUBA: Los Castro en su laberinto

Tomado de http://www.analitica.com/


Los Castro en su laberinto

Pedro Corzo


Periodista y Director del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo
12 de mayo de 2010


En sin dudas traumático para la nación cubana que un período tan extenso de su historia republicana, más de medio siglo, haya estado enmarcado en un estado totalitario conducido por un personaje como Fidel Castro, que se caracteriza por una personalidad agresiva e intolerante, sostenida en una capacidad de seducción que le permite someter sin mayores esfuerzos a sus partidarios y a no pocos rivales y enemigos.

En estos años Fidel Castro tuvo la oportunidad de escribir sus propias realizaciones. Actuó como mayoral de una finca de mas 100,000 kilómetros cuadrados, involucró en los conflictos cubanos a las potencias atómicas, llevó a miles de sus partidarios a morir en tierras extranjeras para cumplir su sueño de catequizar a los herejes, pero con tanto ajetreo se le olvido que no era Dios, que el tiempo se le acababa, y lo peor, que a pesar de lo mucho que había bregado iba a morir en la misma orilla del poder que había asumido en 1959, con el agravante que dejaba el templo sin paredes ni techos, a sus fieles sin fe, pero listos para aplastar a quienes reclamen los derechos conculcados.

La era épica, la lírica revolucionaria la personificó Fidel Castro. Hizo creer en la epopeya de la Sierra Maestra y en la pureza ideológica de la Revolución, fue el estandarte de su propio proyecto, el caballero andante que con más suerte que virtudes, defendió su utopía en numerosos escenarios, pero toda esa tramoya se sostenía sobre una fina y a la vez ruda carpintería, una labor lenta, minuciosa, de hormiga o abeja, que no llama la atención pero que cuando uno se da cuenta se ha construido un andamiaje de difícil destrucción. El constructor de ese totalitarismo real fue Raúl castro.

Un día a Fidel le llegó la penumbra. Su cuerpo o su mente se metieron en las sombras que a todos nos esperan y le tocó el turno a la hormiga laboriosa, Raúl, el insecto de fuerte picada que al igual que su hermano, puede matar de un aguijonazo.

Raúl no es Fidel Castro, lo hemos visto a través de los años. Es un hombre discreto que no ama el espectáculo pero que no duda en hacer lo necesario para que la “colonia” este bajo control. No es ingenioso ni capaz de seducir a su interlocutor, pero si puede como eficiente burócrata, conducir el totalitarismo todo el tiempo que el pueblo sometido sea capaz de soportar.

Al parecer llegaron al poder los que hicieron posible que Fidel, más allá de sus peculiares atributos, gobernara por casi medio siglo. Los discursos agresivos, las marchas fastuosas y las declaraciones imperiales desaparecen ante una riada de circulares y disposiciones que determinan la vida de cada ciudadano. Una especie de retorno al mundo soviético previo a la perestroika, una forma de agotamiento del fidelocastrismo que tal vez genere espacios para una transición dentro de la sucesión más allá de la voluntad del nuevo Jefe.

Esperar que Raúl promueva libertades que traspasen las de los animales de corral tiene mucho de quimera, porque los burócratas siempre piensan y proyectan en el marco de lo que conocen y el dictador suplente ignora lo que es la libertad. Quizás busque vías para alimentar mejor a corderos y lobos pero bajo su égida Cuba continuará siendo un gigantesco campo de concentración, que aunque tal vez más confortable, siempre estará bajo el control de severos guardianes que tendrán el garrote a mano para aplastar a los herejes.

Cierto que la isla ha estado sometida por medio siglo a un totalitarismo carismático y la desaparición de esa condición tendrá sus consecuencias, pero el régimen está estructurado sobre un andamiaje de intereses y complicidades en el que Fidel Castro fue la pieza principal pero no la única. La capacidad represiva del gobierno no ha disminuido por su ausencia y las condiciones para que el ciudadano recobre su soberanía personal no se generan de inmediato y menos, si el régimen continúa asfixiando a la sociedad.

Raúl Castro ha compartido el poder con Fidel todo este tiempo. Es corresponsable de lo que ha ocurrido en la isla, tanto de los fracasos como de los éxitos que algunos se empecinan en ver. Ha sido la sombra más fiel de su hermano y esperar que produzcan cambios, va mas allá de los milagros.

pedroc1943@msn.com