viernes, julio 09, 2010

Alejandro González Raga, ex preso político cubano del «Grupo de los 75», denuncia que el Gobierno español «se ha desentendido» después de acogerlo

Tomado de http://www.abc.es

Desterrado en España Alejandro González Raga, ex preso político cubano del «Grupo de los 75», denuncia que el Gobierno español «se ha desentendido» después de acogerlo


CARMEN MUÑOZ / MADRID
Día 09/07/2010


A Alejandro González Raga le entran escalofríos sólo de recordar el momento en que las autoridades de la prisión Kilo 7, en Camagüey, le dieron sólo unos minutos para elegir entre el destierro en España o seguir tras las rejas sólo por pedir cambios pacíficos y democráticos en Cuba. Y cómo salió de su país a una velocidad de vértigo, sin tiempo para las despedidas. Como el «mercenario» al servicio de Estados Unidos que era para las autoridades cubanas, y no como un periodista independiente de la Agencia de Prensa Camagüeyana.

La misma pesadilla que deben estar viviendo los cinco prisioneros de conciencia que la dictadura castrista se comprometió el miércoles a liberar de forma inminente y el Gobierno español a acogerlos. El Arzobispado de La Habana anunció ayer sus nombres: Antonio Villarreal Acosta, Lester González Pentón, Luis Milán Fernández, José Luis García Paneque y Pablo Pacheco Ávila. Todos ellos con problemas de salud, especialmente Villarreal y García Paneque. Otros seis prisioneros más serán trasladados a cárceles más cercanas a sus lugares de residencia. Así serán 18 los que cambian de prisión.

( Alejandro González Raga )

El Gobierno cubano ha accedido a excarcelar en los próximos «tres o cuatro meses» a los 52 presos políticos del «Grupo de los 75», detenidos en la redada de 2003 contra la oposición pacífica, del que forman parte los cinco mencionados y González Raga. Es el mayor logro hasta ahora del diálogo que el cardenal Jaime Ortega mantiene con Raúl Castro desde el pasado mayo sobre la situación de los presos políticos.

«No he sido forzado»

Pablo Pacheco confirmó ayer a Europa Press que las autoridades cubanas le notificaron que «próximamente» viajaría a España con su familia y aclaró que en ningún momento ha sido «forzado» por el régimen castrista para aceptar esta propuesta de abandonar la isla. Al parecer el cardenal Ortega les comunicó a los cinco reos que están libres y pueden viajar a España si así lo desean. «Me parece música de violín, es una coerción objetiva, están presionados por las circunstancias a marcharse de Cuba», reacciona el defensor de derechos humanos Elizardo Sánchez.

Era el 13 de febrero de 2008. Un día antes González Raga salió de la cárcel durante unos veinte minutos para velar el cadáver de su madre. Pensó que la visita de los carceleros era para conocer su estado de ánimo. Pero se equivocó. Al coordinador del Movimiento Cristiano Liberación en Camagüey —la organización que promueve el Proyecto Varela, apuesta por celebrar un referéndum para pedir cambios— le comunicaron que le habían concedido la libertad con licencia extrapenal con la condición de marcharse del país para no volver. Al menos mientras los Castro sigan en el poder.

Su primera reacción, según relata en una entrevista con ABC, fue que no, que «tan a la ligera no podía tomar una decisión que afectaba a toda una familia». «Sin ellos no salgo de Cuba», les dijo. En cuestión de minutos, el director de la prisión le puso al teléfono a su mujer y sus tres hijos, a los que había advertido que no se movieran de la casa. Tanto Bertha, su esposa, como sus tres hijos, que hoy tienen 24, 23 y 20 años, respondieron rápido que «con tal de que estuviera libre, se marchaban donde hiciera falta». En Cuba, sus dos hijos mayores trabajaban, el pequeño estudiaba. En Madrid, ninguno ha conseguido trabajo.

Primera hora de la mañana del 14 de febrero. Alejandro González Raga es trasladado a la megaprisión habanera de Combinado del Este. Ni un minuto de libertad en Cuba. El día 17 por la noche sale el avión enviado por el Gobierno español que le llevó al destierro. Junto a su mujer, sus tres hijos, su nuera, una hermana y una sobrina. El abuelo se unió más tarde al grupo. Y otros tres compañeros de presidio y sus familias: Omar Pernet Hernández, José Ramón Gabriel Castillo y Pedro Pablo Álvarez Ramos, este último hoy residente en EE.UU.

Los primeros seis meses vivieron en un hotel de Móstoles. Más adelante, la ayuda del Gobierno español les permitió alquilar una casa en la misma localidad madrileña, sacarse el bono de transporte y pagar la comida. Con estrecheces. La tarjeta de residencia, en teoría según su testimonio, les permitía trabajar. Pero sus dos hijos mayores, «dispuestos a trabajar de cualquier cosa, recibieron la negativa de Mercamadrid porque no tenían permiso de trabajo».

Pasado el primer año, el Gobierno español «se desentiende» de la familia González Raga: «Alegaron que no tenían un mecanismo establecido para atendernos, por lo que nos conminaron a pedir asilo político». Alejandro y Bertha lo obtuvieron el pasado septiembre. Los demás tienen permiso de trabajo y residencia por un año. Pero todo el clan sigue en paro. Raga «trapichea» con trabajos periodísticos. También ha escrito un libro, «Pasión, prisión y destierro (memorias de un prisionero político cubano)». Ahora todos sobreviven con la ayuda de la Comunidad de Madrid, que les ha facilitado también una vivienda de protección oficial en régimen de alquiler en Vallecas.
Con la «liberación» de Antonio, Lester, Luis, José Luis y Pablo, Alejandro está «reviviendo todos esos momentos agridulces, entre la alegría por la liberación y la tristeza por tener que abandonar mi país». En España asegura que se siente bien, «hambre no paso como se pasaba en Cuba, pero sí nos vemos apretados». «No sé cómo hubiera sido en otro lugar —añade— este era el exilio posible y el que tengo que agradecer». A los cinco disidentes «liberados» «se lo pintaré bonito para darles ánimo». Sólo le pide a José Luis Rodríguez Zapatero que «no los abandone a su suerte».