viernes, octubre 01, 2010

Cuba: generación Hijos de P...utin. De la Generación del Centenario a la “generación Putin”

Tomado de http://eichikawa.com

De la Generación del Centenario a la “generación Putin”


Gustavo Silva
septiembre 30, 2010

Lo mejor del análisis en torno al enfoque de Miguel Cossio sobre la «generación Putin» es la visión del castrismo como estado de cosas, como consecuencia directa de «ese fenómeno histórico denominado revolución cubana». Castro se ufanó (diciembre 14, 1959) en el juicio contra Hubert Matos de que «todos los oficiales de las columnas revolucionarias (…) salieron de la Columna Número Uno de la Sierra Maestra (…) sin problemas políticos». A la vuelta de medio siglo, cuando la Generación del Centenario (foto de muestra) se aboca a la extinción, a pesar de la resurrección de Fidel Castro, el relevo de «los guerrilleros en el poder» no puede ser otro que las generaciones formadas en el Ejército Rebelde transfigurado en MINFAR, porque aquella «generación Putin» que se insinuó en el MININT fuera de la Columna Uno se malogró hacia 1989. Y los demás que se creyeron cancilleres o vicepresidentes, como Robaina, Pérez Roque y Lage, nunca contaron.

Ahora los generales y coroneles se están haciendo cargo de todo para continuar, por cualesquiera otros medios, la misma guerra que supone proseguir gobernando a la República de Cuba como campamento militar y preservar la continuidad histórica del grupo político de Fidel Castro. Algo más: comoquiera que la guerra actual gira en torno a patrimonios, viene arraigando también la misma situación con que se topó la condesa de Merlín cuando arribó a la Isla en 1840 y frecuentó las fiestas de los aristócratas habaneros: casi todos eran parientes.

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Tomado de http://www.elnuevoherald.com


Cuba: generación Putin


Por Miguel Cossio
30 de septiembre del 2010


En lo que deshoja la margarita de los cambios económicos por venir, Raúl Castro marcha a paso firme en la consolidación de la elite militar en el poder en Cuba.

El reciente nombramiento del coronel Héctor Oroza al frente de la corporación CIMEX en sustitución de Eduardo Bencomo confirma el ascenso de lo que yo llamo la generación Putin a la cubana, cuya misión trasciende la puesta en práctica de los ajustes necesarios al modelo, como diría el general.

Más que sobrevivir, se trata de perpetuar la estirpe. Esta selecta clase, compuesta por antiguos y confiables compañeros de armas y por una camada de ``jóvenes'' oficiales, salidos del seno familiar o de su círculo íntimo, controla ya en su totalidad los destinos de la economía y las finanzas nacionales.

Aquí algunos datos: el CIMEX mueve $1,110 millones anuales. Oroza, su nuevo presidente, era hasta hace unos días el brazo derecho del yerno de Raúl Castro, el coronel Luis Alberto Rodríguez López Calleja, ex director de GAESA y jefe actual del proyecto de modernización del puerto del Mariel, cuyo costo asciende a entre $300 y 500 millones.

El Ministerio de Economía está a cargo del coronel y vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo. El Ministerio del Turismo lo dirige el también coronel Manuel Marrero. El Ministerio de la Industria Sidero-mecánica lo encabeza el general Salvador Guerra. Al mando del Instituto de Aeronáutica Civil está el general Ramón Martínez. El Banco Central tiene como presidente a Ernesto Medina, quien no es militar, aunque su biografía recuerda que ``cumplió misión internacionalista en Angola''.

La lista la completan el comandante Ramiro Valdés, ministro de Informática y Comunicaciones y vicepresidente del Consejo de Ministros a cargo de los sectores industriales; el antiguo oficial de inteligencia Ricardo Cabrisas, vicepresidente para las relaciones económicas multilaterales; el general y vicepresidente para atención a la producción de alimentos Ulises Rosales del Toro y el general Antonio Enrique Lussón, vicepresidente para el desarrollo de infraestructuras.

Otros militares que se involucran de una u otra forma en los asuntos económicos y financieros del país son los generales José Amado Ricardo Guerra, secretario del Consejo de Ministros, y Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado; así como el coronel del MININT Alejandro Castro Espín, encargado de llevar la agenda de Raúl Castro, su padre.

Si es que existe alguna diferencia en la manera en que Fidel Castro manejó durante décadas los cotos de poder en el ámbito económico y en lo que está haciendo Raúl es en el origen de los hombres elegidos para la importante tarea de sobrevivir y gobernar en el futuro.

Muchos años antes de la desaparición del bloque soviético Fidel Castro diseñó su fuente de ingresos financieros en ``divisas'', que controlaba desde sus oficinas en el consejo de Estado. La caída de la Unión Soviética llevó a Raúl Castro a crear su propio circuito financiero, bajo el argumento de que las fuerzas armadas debían ser capaces de autoabastecerse en tiempos de ``período especial''.

sí nacieron Tecnotex, Antex, Amesto, GAESA, Gaviota y otras empresas. A partir de entonces, los militares controlarían el 18 por ciento del comercio minorista en dólares frente al poderoso andamiaje montado para Castro el viejo. Así fue la correlación hasta hace poco. Cubalse, una de las compañías de Fidel, desapareció. CIMEX, que absorbe el 45 por ciento del comercio minorista en dólares del país, pasó al control del aparato empresarial de las FAR, junto a la cadena TRD Caribe. En resumen, el 70 por ciento, o más, de todo el comercio en divisas de Cuba ha quedado en manos militares.

Hace unos días el dictador norcoreano Kim Jong Il regaló a su hijo menor Kim Jong Un los grados de general de cuatro estrellas. Lo elevó, además, al cargo de vicepresidente de la poderosa comisión militar del partido de los Trabajadores. Jong Il hizo también general a su hermana, en aras de garantizar la continuidad de la familia en el poder.

A los cubanos no les ha tocado aún tal experiencia sucesoria, en tercera generación. Más bien Raúl Castro estaría ensayando, casi en silencio, lo que decía Napoleón, de que para ganar la guerra se necesita dinero, dinero y más dinero. Claro, el francés tuvo su Waterloo. Tampoco las piñatas terminan siempre en sonrisas, sobre todo cuando los padres se ausentan.