BARACUTEY CUBANO

Nota del Bloguista

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De Charles Pi Lago


DÉCIMAS A LA PALMA

La Palma, desde que huí,
hay algo que me quebranta;
siento un nudo en la garganta
cada vez que pienso en ti.
Tuve que hacerlo y me fui;
mi patria es una prisión,
pero el recuerdo es un don
que no abandona al que huye;
la distancia no destruye
lo que va en el corazón.

Aún escucho el Chorrerón
martillando en mis oídos;
las pomarrosas, los nidos
del tomeguín y el gorrión.
Oigo entre notas de un son
las aguas del Guacamaya
y Pajarito, mi playa
con la voz de su brisote
me hace cuentos del Mogote
y la Loma de la Yaya.

Recuerdo la Siguaraya,
el Parque, las Cuatro Esquinas
y, por qué no, las cantinas
maltrechas con su vitualla:
El ron que es pura metralla,
croquetas de yo que sé. . .
y una tienda que se ve
con renovados destellos,
donde compran sólo aquellos
que alguien les manda con qué.

La Palma, esté donde esté
nunca va a sellar mi herida,
aunque tenga nueva vida
y viva con un por qué.
Tal vez, jamás te veré,
al decirlo me remuerdo.
Aunque el dolor del recuerdo
por todo el pecho me suba,
no quiero ver más a Cuba
gobernada por un cerdo.

Si ayer me fui, hoy te extraño,
pero cualquier hombre probo
siente asco de tanto robo,
tanta indolencia y engaño.
La mentira me hace daño
en las vísceras y el alma.
Y, aunque ningún bien ensalma
la distancia y sus reflejos,
tengo un “yo” que vive lejos
y un “yo” que dejé en La Palma.

Buen hijo, sé que no soy,
me fui a tierras extranjeras;
no hice mucho porque fueras
mejor de lo que eres hoy.
Tengo de todo y estoy
junto a mis seres queridos.
Perdono, si, resentidos,
hoy me juzgan mis hermanos,
por dejar mi pueblo en manos
de sus peores bandidos.

Perdono a los que su vida
con tanta ignominia lastran;
perodono a los que se arrastran
por un plato de comida.
Perdono al alma vencida
que lleva un arma por lema.
Perdono esa ira extrema
de odios revolucionarios.
Ellos no son victimarios;
son víctimas del sistema.

Digo a la Seguridad
del Estado en su denuedo
que yo nunca tuve miedo
para decir la verdad.
De aquí, me inspiran piedad
hundiéndose con su nave.
Con menos vista que un ave
nocturna al amanecer,
se conforman con saber
lo que todo el mundo sabe.

Tengo suficientes dones
para ganarme la vida
y tengo un Dios que me cuida
en todas las situaciones.
Olviden ya sus pregones
de perdedor resentido.
Yo nunca les he temido.
No intenten más asustarme
ni se apuren en negarme
lo que no les he pedido.

Yo nunca los engañé,
porque no he sido un falsario.
No soy revolucionario,
ni lo fui, ni lo seré.
¿Amenazas? ¿Para qué?
No sean torpes e infelices.
Siempre viví sin matices
en mi verdad simple y llana
y el día que me dio la gana
me fui en sus mismas narices.

Seré dichoso hastas el fin
de mi días, exiliado,
sin que un perro uniformado
me registre el maletín.
Salí de La Palma sin
volver la vista hacia atrás,
sin un “tal vez” ni un “quizás”
y hoy, en todo su calibre,
lo digo, si vuelvo, es libre
o no volveré jamás.

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