martes, marzo 01, 2011

EL ESTADO CUBANO QUIERE ASUMIR EL PAPEL DE DIOS, 1961

Nota de Alfredo Cepero

Un bien documentado análisis, el erudito católico, Dr. Salvador Larrua Guede, muestra en toda su maldad la naturaleza diabólica del régimen comunista de Cuba cuando manifiesta: “En Cuba se implantó, casi en forma de religiosidad, la estatolatría, muy vinculada al culto de la personalidad de Fidel Castro, en la cual la divinidad es sustituida por el estado, cuya expresión es El propio dictador.”
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Tomado de http://www.lanuevanacion.com/


EL ESTADO CUBANO QUIERE ASUMIR EL PAPEL DE DIOS, 1961




Por el Dr. Salvador LarruaJustify Full

(Tercero de seis artículos)



8... le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo
y la gloria de ellos, 9 le dijo: Todo esto te daré si de rodillas me adoras.
10 Le dijo entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está:
“Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.”
11 Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.
Mt 4, 8-11



Desde el 28 de noviembre de 1959, día de la Gran Misa en la Plaza Cívica ante la Virgen de la Caridad, hasta el 14 de septiembre de 1961, cuando comenzó la expulsión de 131 sacerdotes que tuvieron que salir de Cuba, sólo pasaron 22 meses y 14 días. Antes de que pasaran dos años, se observó que el fervor con que el Primer Ministro Fidel Castro y los más altos personajes de su gobierno se postraron ante la Virgen el 28 de noviembre de 1959, en la gran Misa del Congreso Católico Nacional en la Plaza Cívica, no era más que otra mentira inescrupulosa en su inmenso arsenal de patrañas y manipulaciones.

A fines de 1959, la Iglesia Católica hizo convocó a un Congreso Católico Nacional que se efectuó durante los días 28 y 29 de noviembre de ese año. En la gran Misa efectuada en la Plaza de la Revolución estaba presente por lo menos un millón de católicos. La presencia del Primer Ministro Fidel Castro y del Presidente Osvaldo Dorticós fue interpretada como voluntad de concertación política por parte del gobierno de Cuba. El Arzobispo Pérez Serantes, en la clausura del Congreso, pronunció palabras que mostraban su preocupación:

...hoy como nunca se pretende arrancar al hombre hasta la idea de Dios... el pueblo cubano es un pueblo católico... y que como católico se le debe tratar ya desde la infancia, constituyendo un abominable error medirlo con el mismo rasero con las demás denominaciones foráneas y minoritarias y, peor aún, con entidades arreligiosas o antirreligiosas... (4)

En los meses siguientes, los acontecimientos se precipitaron. A las críticas y preocupadas Cartas Pastorales de los Obispos respondía la prensa con ataques donde se les acusaba de reaccionarios. En mayo de 1960, Monseñor Enrique Pérez Serantes volvía a la carga con la aleccionadora Pastoral “Por Dios y por Cuba”:

El enemigo está dentro. Empezamos diciendo que los campos están ya deslindados entre la Iglesia y sus enemigos. No son ya simples rumores ni aventuradas afirmaciones, más o menos interesadas o amañadas. No puede decirse ya que el enemigo está a las puertas, porque en realidad está dentro, hablando fuerte, como quien está situado en propio predio...

¿Cuál debe ser la actitud de los católicos? Nuestra actitud, fidelidad al Papa. Por tanto, fieles a sus enseñanzas siempre:

Con el Comunismo, nada, absolutamente nada. Ante las repetidas condenaciones, procedentes de la autoridad suma del Catolicismo, nos vemos en la necesidad de recomendar y aún de conminar a nuestros diocesanos (y si cabe a todos los cubanos) no quieran en manera alguna cooperar con el comunismo, o ir del brazo con el mismo; más aún, deben tratar de alejarse de este implacable y prepotente enemigo del Cristianismo cuanto puedan, y no dejarse impresionar por frases o promesas más o menos disimuladas o halagüeñas, siempre falaces y taimadas, ni tampoco por la astucia que el Comunismo despliega al tender la mano, que con tanto garbo sabe brindar a los católicos, ya que todo esto no es en realidad más que una bien estudiada estratagema para más fácilmente cazar incautos... (5)

El 7 de agosto de 1960, los Obispos católicos de Cuba firmaron una Circular conjunta en la que explicaban su rechazo al sistema comunista que se estaba implantando en la Isla, y confirmaban de esta forma la Pastoral “Por Dios y por Cuba” emitida tres meses antes por el Arzobispo Enrique Pérez Serantes:

En los últimos meses el Gobierno de Cuba ha establecido estrechas relaciones comerciales, culturales y diplomáticas con los gobiernos de los principales países comunistas, y en especial con la Unión Soviética.

(...) Nos inquieta profundamente el hecho de que, con motivo de ello, haya habido periodistas, gubernamentales, líderes sindicales, y aun algunas altas figuras del Gobierno que hayan elogiado repetida y calurosamente los sistemas de vida imperantes en esas naciones, y aun hayan sugerido, en discursos pronunciados dentro y fuera de Cuba, la existencia de coincidencias y analogías, en fines y en procedimientos, entre las revoluciones sociales de esos países y la Revolución Cubana. Nos preocupa este punto muy hondamente, porque el Catolicismo y el Comunismo responden a dos concepciones del hombre y del mundo totalmente opuestas, que jamás será posible conciliar.

Condenamos, en efecto, el Comunismo, en primer lugar, porque es una doctrina esencialmente materialista y atea, y porque los gobiernos que por ella se guían figuran entre los peores enemigos que ha conocido la Iglesia y la humanidad en toda su historia. Afirmando engañosamente que profesan el más absoluto respeto a todas las religiones, van poco a poco destruyendo, en cada país, todas las obras sociales, caritativas, educacionales y apostólicas de la Iglesia, y desorganizándola por dentro, al enviar a la cárcel con los más variados pretextos, a los obispos y sacerdotes más celosos y activos (6).

Las Iglesias Evangélicas, en muchos casos, repetían los argumentos de los católicos referidos a la amenaza que significaba la implantación de un régimen comunista. En ciertos casos, algunos pastores protestantes de diversas denominaciones simpatizaron con las medidas revolucionarias por su contenido social, o porque pensaron que su papel no era político sino solamente religioso, o porque pensaron tal vez sacar partido a su favor del enfrentamiento entre la Iglesia Católica y el Estado, mientras continuaban las fricciones. Cuando la prensa gubernamental comenzó a atacar a los Obispos Católicos de traidores y de actuar contra el pueblo y a sus espaldas, el Arzobispo de Santiago, Pérez Serantes, respondió con la enérgica Pastoral “Ni traidores ni parias” recordando el papel principalísimo que habían tenido los católicos, el clero y los propios Obispos para que triunfara la Revolución:

Por la Revolución... se dio todo: dinero, ropas, oraciones, sacrificios y todos los hombres que se necesitaron, los cuales, con el mayor desinterés, con gran fervor, como quien va a una Cruzada, escalaron la Sierra dejándolo todo, sin volver la vista atrás... Por la Revolución, muy identificados con ella, nuestros capellanes, los sacerdotes Sardiñas, Rivas, Lucas, Guzmán, Castaño, Cavero y Barrientos... con el mismo espíritu que los valientes soldados de las Sierras, acompañaron a éstos y los alentaron por los caminos de la lucha y de la victoria.

Sepan, pues, los valedores de nuevo cuño que los nuestros, los de las Sierras y los de la retaguardia, lucharon, alentaron y sostuvieron la Revolución confiados en que ésta, trayéndonos la justicia social y la paz, no pondría a nadie en peligro de renunciar a lo propio tan amado, o sea a Dios, a la Iglesia y a nuestras bellas tradiciones cristianas...

Luchando por la Revolución, nunca pensaron los nuestros, nunca pensó el pueblo cubano, que la mano férrea y sin entrañas del comunismo habría de pender amenazadora sobre nuestras cabezas; ni que habrían de ser los escasos devotos de Marx y Lenin los que pretendieran arrebatarnos el bien ganado laurel de la victoria; los que dieran la pauta de la conducta a observar a los heroicos voluntarios de la patria, llegando hasta ordenarnos que nos confinemos a nuestros templos y nos atengamos en ellos a normas trazadas osadamente por los que, a fuer de descreídos, nada entienden de eso... (7).

Durante todo el año 1960 y los primeros meses de 1961 continuaron los enfrentamientos entre los Obispos, los sacerdotes, las asociaciones católicas y los fieles con los postulados revolucionarios. La prensa gubernamental respondía a las Pastorales y a las homilías de los sacerdotes, o a las acciones de los católicos aislados. Simultáneamente, el gobierno tomaba medidas que significaban un viraje completo hacia el socialismo: la principal fue la nacionalización de los medios de producción, que tuvo lugar por dos vías: la confiscación de bienes a malversadores enriquecidos durante la dictadura de Fulgencio Batista, y las nacionalizaciones de propiedades norteamericanas entre julio y septiembre de 1960, unidas a las efectuadas a propietarios privados cubanos en octubre del mismo año.

Toda la banca pasó a manos del Estado, así como las 383 mayores empresas industriales (8). Esta última nacionalización marcó el inicio de la construcción del socialismo, pues ninguna medida anterior se dirigió a la sustitución de la propiedad capitalista: el proceso de sustitución de la propiedad privada por la estatal se completó con las medidas aplicadas después al sector comercial, en diciembre de 1962 y marzo de 1968.

Mientras, la contrarrevolución interna actuaba. Numerosos grupos, calificados de bandidos, se alzaban en el macizo montañoso central del Escambray y en otras zonas de la Isla. Surgieron varias organizaciones y las bombas y las acciones de sabotaje comenzaron a sucederse en las ciudades. Del 16 al 18 de abril de 1961 tuvo lugar la invasión de Playa Girón por la Brigada 2506. Durante la lucha, el Cardenal Manuel Arteaga Betancourt permaneció virtualmente retenido, así como obispos, sacerdotes y numerosos católicos.

La presencia de sacerdotes católicos en la Brigada 2506, como capellanes, reforzó los argumentos anti eclesiásticos. Casi simultáneamente, el Primer Ministro Fidel Castro anunciaba ante las cámaras y los micrófonos nacionales el carácter socialista de la Revolución, dieciocho meses después de haber hecho efectiva su presencia junto con el Presidente Osvaldo Dorticós en la Misa del 29 de noviembre de 1959 en la Plaza de la Revolución.

En julio de 1961, con un zarpazo brutal, quedaban cerrados todos los Colegios Católicos, así como los de las denominaciones protestantes y en general, todas las escuelas y universidades privadas. Durante los meses de agosto y septiembre de 1961, numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas de origen español se vieron obligados a abandonar el país y regresaron a España en el vapor “Covadonga”. Todos los sucesos confirmaban que eran ciertas y bien fundadas las premoniciones expuestas por los Obispos Católicos en sus Cartas Pastorales y Circulares durante los años 1959, 1960 y 1961.

Al mismo tiempo dejaron de funcionar todas las federaciones de la Acción Católica cubana y las asociaciones católicas de todo tipo: la Iglesia Católica en Cuba quedó reducida a su mínima expresión al perder sus colegios, buena parte de sus instituciones, sus asociaciones, dos terceras partes de los agentes de pastoral y de las religiosas y religiosos de diversas congregaciones, muchas de las cuales dejaron de estar representadas en la Isla.

La Iglesia perdió, además, el acceso a la radio y a la televisión nacional y casi todo su poder económico en medio de una intensa campaña de propaganda a la que ya no tenían forma ni medios para responder. Desde el año 1959, numerosos católicos comenzaron a abandonar el país para comenzar una nueva vida en los Estados Unidos, en España o en Méjico fundamentalmente, y la cantidad de personas que deseaba marcharse comenzó a crecer en progresión geométrica a partir de la proclamación del socialismo.

El estado gana terreno. Sincretismo religioso y socialismo. Los protestantes. La Iglesia Católica. La religión sin Dios: ateísmo y estatolatría. La Oficina de Asuntos Religiosos del gobierno central. Postura del Vaticano.

Las Reglas de la Santería y en general las creencias religiosas afrocubanas no fueron afectadas directamente por la implantación del socialismo en Cuba. Se trataba de creencias religiosas de carácter popular, aisladas, asistemáticas, faltas de organicidad y de unidad, sin grandes templos o lugares de concentración de gran número de fieles, carentes de un credo único y en estado de disipación, con las que no había conflictos de tipo filosófico ni económico. Los babalaos, tatas, santeros y babalochas, salvo casos muy particulares, no se enfrentaron al Estado. El Estado, a partir de su no injerencia en las religiones afrocubanas, que no resultaban preocupantes, reforzó de esta manera su imagen de tolerancia religiosa.

Por su parte, las denominaciones evangélicas, 54 en total, no presentaron un frente unido que ripostara las acciones del gobierno, como hizo la Iglesia Católica, aunque dicho, algunos pastores se enfrentaron y terminaron abandonando el país, otros se limitaron a sus funciones religiosas sin mezclarse en política y algunos se aprovecharon para tratar de entrar en los grandes espacios vacíos de acción pastoral que comenzó a presentar la institución católica.

La Iglesia Católica, por su parte, comenzó a reponerse del golpe demostrando su gran vitalidad. Pero la recuperación era lenta. El clero quedó muy reducido en comparación con las cifras previas a 1961, y la Iglesia tuvo la posibilidad de recuperarse progresivamente con la formación de sacerdotes cubanos y con la entrada al país de algunos clérigos y sacerdotes extranjeros. Las bajas proporciones de sacerdotes y agentes de pastoral obligaron a la Iglesia a un quehacer apostólico más intenso y también más racionalmente distribuido. La nivelación social derivada de la liquidación de la dominación de clases transformó la base social de la pastoral católica.

Con el fin de atender centralmente los asuntos religiosos, el estado creó una Oficina de Asuntos Religiosos que se llamó después Departamento y quedó subordinado directamente al Comité Central del Partido Comunista. Todas las actividades relacionadas con la religión incluyendo la entrada y salida de personal religioso de todas las creencias fueron reguladas y normadas por esta Oficina, que podía y puede acceder o denegar el acceso al país de sacerdotes o hacer factible la adquisición de facilidades para el funcionamiento de la Iglesia como fotocopiadoras, automóviles, etc.

Simultáneamente, con la aparición del ateísmo oficial y la implantación de un estado todopoderoso, la Estatolatría comenzó a sustituir a Dios. El Estado, a partir de la ausencia de Dios, ocupa su lugar. El Estado-Providencia decide la vida de los hombres, que para todo dependen de él. El Estado alimenta, emplea, transporta, distribuye, educa, cura, presta servicios sociales, asistenciales y de seguridad social. Es todopoderoso y omnisciente y omnipresente.

En Cuba se implantó, casi en forma de religiosidad, la estatolatría, muy vinculada al culto de la personalidad de Fidel Castro, en la cual la divinidad es sustituida por el estado, cuya expresión es El propio dictador. Esta forma de religiosidad proclama el ateísmo (ausencia de divinidad). A partir de que Dios no existe, el estado se convierte en divinidad. Ya no debe existir una religión para lograr el pacto o reconciliación del hombre con lo sobrenatural o trascendente, en la nueva religión el hombre pacta con el poder superior del estado. Si antes el hombre debía reconocer el poder absoluto de Dios y sus cualidades (todopoderoso, omnisciente, omnipresente) ahora el hombre debe reconocer el poder absoluto del estado:

El estado resuelve todos los problemas de la vida cotidiana. El estado lo garantiza todo: alimento, casa, educación, salud, transporte, recreación, festividades. El hombre no tiene que pensar, sólo acatar la voluntad estatal. El Estado-Dios resolverá todos los problemas. No hay que rogar a nadie. No hay que rendir culto nada más que a las ceremonias o celebraciones estatales que exigen la participación de los hombres. El tener, usar, utilizar, están normados por el Estado-Dios que garantiza una vida precaria en este mundo y garantiza también la inexistencia y el vacío absoluto después de la muerte.

La estatolatría sustituye a la religión. El estado resuelve todos los problemas del hombre: lo mismo concede “gratuidades” con el alto costo de la libertad, que lanza a las calles millón y medio de cubanos dejándolos sin empleo. También sustituye a las religiones de vida eterna: no son necesarias pues la vida eterna no existe. La estatolatría elimina el pensamiento trascendente y las filosofías que se derivan de él. Niega la vida eterna, la esperanza, la fantasía, la posibilidad y la necesidad de soñar.

Su mensaje es el mismo que apareció grabado sobre el dintel de la puerta del Infierno concebido por Dante Alighieri: dejad atrás toda esperanza.

La estatolatría es una religión esclavizadora que humilla al hombre y exalta su dependencia del estado. Elimina la trascendencia, reduce la existencia y el ser a la vida cotidiana, deja del ser humano solamente el carapacho material, eliminando su alma. Crea de nuevo al mundo bajo la proposición de la ausencia de Dios. El mundo ha sido creado de forma aleatoria, bajo las leyes del azar, como consecuencia de cambios, combinaciones y mutaciones que se han llevado a cabo “per se”, sin un previo ordenamiento, regulación o dirección, sin plan o voluntad rectora. Deja la inmensa complejidad de la vida al “portentoso capricho del azar”.

El ateísmo obtuvo un rango doctrinal entonces y se convirtió en la religión adoptada por el Estado-Providencia, tal como lo reconoció de forma crítica el propio Fidel Castro en el IV Congreso del Partido Comunista, al decir:

Somos un partido y no una religión, y en cierto momento hemos convertido el partido y el ateísmo en una religión (9)

Efectivamente, el Partido Comunista no era una religión pero la suma de poder acumulado en el Estado-Providencia lo presentaba como un Dios, en flagrante contradicción con sus propios principios. Pienso que Fidel Castro no debe haber estado en desacuerdo con la nueva forma de religiosidad estatolátrica...

Merece atención en esta etapa la postura del Vaticano, cuya representación en Cuba tiene un vínculo de orden político con el estado y de orden religioso con la jerarquía católica. Cuando el Vaticano retiró en 1962 al Nuncio Mons. Luis Centoz sin designar sustituto, el Primer Secretario de la Nunciatura, Mons. César Zacchi, quedó como encargado de negocios interino. La interinatura tuvo la inusual extensión de trece años, lo que suponía una reducción del nivel de representación de la Santa Sede en Cuba que afectaba la reciprocidad puesto que Cuba mantenía su embajador ante el Papa.

Sin embargo, aparte de la formalidad diplomática, Zacchi demostró capacidad para mantener la comunicación con el Estado cubano y con la Iglesia local y contribuyó a mejorar la comprensión recíproca. Su trabajo fue eficaz como presencia tutelar del Vaticano en el rumbo y ritmo renovador de la Iglesia cubana, aunque es evidente que en su gestión no faltaron rozamientos con el tradicionalismo de la Iglesia cubana, bastión frente al castrocomunismo y el marxismo, y con sectores del propio Vaticano. Resulta difícil hacer un balance adecuado de la gestión de Mons. Zacchi a favor de la sufrida y doliente Iglesia de Cuba...