domingo, marzo 13, 2011

Salvador Larrúa Guedes: EL CLERO CUBANO DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA (Parte II)

EL CLERO CUBANO DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA (Parte II)




Dr. Salvador Larrúa


El 10 de octubre de 1869 se conmemoró en Guaimarillo el primer aniversario del Grito de Yara. El P. Jerónimo Emiliano Izaguirre celebró la emotiva misa de campaña y tras los discursos de Céspedes, Zambrana y otros jefes, el sacerdote tomó la palabra para saludar los éxitos de la naciente República. Durante varios años, sin conocer reposo, el P. Izaguirre marchó en las filas del Ejército Libertador

asistiendo espiritualmente a los cubanos en la manigua y en los campos de batalla. Según se cree, murió hacia 1871 o 1872 cerca de Guáimaro, y no se conoce el lugar donde fue enterrado

Muy grande fue el amor que tuvo el P. Braulio Odio Pécora por su patria y la independencia de Cuba. Tenía 36 años al comenzar la guerra, era santiaguero y atendía la Iglesia de San Miguel de Manatí. Al pasar por este pueblo las tropas mambisas, aprovechó la oportunidad para incorporarse a ellas y las acompañó durante los diez años que duró la contienda. El coronel Manuel Sanguily y el general Enrique Collazo lo conocieron y trataron mucho con él en la manigua, dejando hermosos testimonios de sus cualidades, virtudes y amor por Cuba. Collazo dijo de él

que siempre iba al fuego, pues entendía que allí era donde más falta hacía para recoger y auxiliar espiritualmente a los que caían... aunque llevaba un revólver por disposición de sus superiores militares, decía que si desgraciadamente hubiera llegado el momento de usarlo, habría dejado de ser sacerdote

Al P. Braulio Odio le tocó asistir en sus últimos momentos al general de brigada español Monzón, condenado a muerte en juicio sumarísimo por haber dado muerte a los curas de Manatí y Sagua de Tánamo .

Durante los diez años de guerra, el P. Braulio operó en los territorios de Oriente y Camagüey. Después de la Paz del Zanjón, regresó a su ministerio sacerdotal con el grado de coronel. Fue párroco de la Iglesia de Santa Eulalia en Baracoa, en la de San Juan de Mantua de Moa, y en la Santísima Trinidad de Sagua de Tánamo...

falleció en Santiago de Cuba a los 75 años de edad, el 14 de noviembre de 1908, siendo ecónomo de Santo Tomás, y recibió todos los honores militares como veterano de la guerra

Durante la contienda ocurrieron hechos muy tristes, como el del P. Benito Castro. que fue hecho prisionero por los españoles en el campo de batalla y del cual nunca más se tuvo noticia, o el destino de los PP. Pedro Soler, párroco de la Iglesia de San Agustín de las Tunas, y Miguel A. García, párroco de la Iglesia de Santa Margarita de Cacocún, que también desaparecieron durante la guerra, y se supuso que murieron a manos de los españoles .

También tuvo un mal destino el P. Julio Villasana, que era oriental y párroco de la Iglesia de Santa Lucía. Formaba parte como capellán de las filas del Ejército Libertador y operó en la zona de Guáimaro, jurisdicción de Puerto Príncipe, hasta el año 1878 en que fue detenido y procesado en Santiago de Cuba. Fue condenado al exilio político, tuvo que marchar obligatoriamente a Venezuela, y allí falleció .

Otro sacerdote que perteneció al Ejército Libertador fue el Pbro. Joaquín Carbó Serrano, que pertenecía a las tropas del general Julio Sanguily y estuvo destacado en la zona de Sibanicú, Puerto Príncipe. Intervino a favor del P. Manuel González Cuervo, un sacerdote español que había sido sentenciado por un tribunal militar cubano por sus actividades francamente contrarias a la independencia y la libertad .

Durante la Guerra de 1895-1898 se registraron pocos sacerdotes incorporados a la lucha libertaria en la manigua. Esta situación tuvo por causa la feroz persecución que la administración colonial desencadenó contra el clero cubano en los meses inmediatamente anteriores al inicio de la Segunda Guerra de Independencia: casi todos los sacerdotes de origen cubano fueron desterrados a diversas posesiones de ultramar y sustituidos por clérigos españoles. Los pocos que permanecieron en Cuba y tuvieron la oportunidad de hacerlo colaboraron con ayuda material que hacían llegar por diversas vías, y con diversas actividades clandestinas. Entre ellos podemos citar a los Padres Dobal, Clara, Castillo, Duarte, Mesnier, Gonfau, Mustelier, Santos, Moreno... por su parte, la jerarquía de la Iglesia, compuesta en gran proporción por clérigos españoles, simpatizaba abiertamente con la administración colonial.

Un Manifiesto firmado por 52 sacerdotes cubanos el 30 de septiembre de 1898, dirigido a Su Santidad el Papa León XIII, explica claramente la posición de los sacerdotes que eran hijos de Cuba y deseaban ver libre a su Patria:

...la misma razón que puede tener el pueblo cubano para haberse levantado en armas, la tiene el clero nativo para no querer depender ya jamás del clero español, porque (de él) no hemos recibido más que vejámenes, sucumbiendo unos, como los Esquembres, bajo el plomo homicida, y lanzados los otros al destierro como los Varelas, Santanas, Fuentes, Valdés, Castañeda, Clara... y tanta muchedumbre de sacerdotes cubanos por el horrendo crimen de haber pensado con la cabeza y sentido con las entrañas del noble pueblo cubano

Este Manifiesto fue escrito por el P. Mustelier con el concurso del P. Francisco Barnada y Aguilar, posteriormente Arzobispo de Santiago de Cuba, y fue firmado por los sacerdotes que aparecen a continuación:

1. Mons. Francisco de Paula Barnada y Aguilar, 2. Manuel J. Dobal, 3. Ricardo Arteaga, 4. Francisco Mercet, 5. Miguel D. Santos, 6. Luis Marrero, 7. Braulio Orúe, 8. José Raigadas, 9. Jorge Basabe, 10. Manuel Galí, 11. Andrés Martínez Etor, 12. Antonio Abin, 13. Eduardo Ferrer, 14. Aniceto Carbajal, 15. Francisco Cabañas, 16. Federico Romeu, 17. Alberto Méndez, 18. Rafael Medina, 19. Luciano Santana, 20. Carlos Bozi, 21. Guillermo González Arocha, 22. Felipe Bellisa, 23. Juan Mignagaray, 24. Manuel Santa Cruz, 25. Joaquín Martínez, 26. Clamente Pereyra, 27. Pablo Folch y Pascau, 28. Pablo T. Noya, 29. Manuel Díaz Massip, 30. Alfredo V. Caballero, 31. Enrique Villamil, 32. Juan Mornau, 33. Francisco Carbó, 34. Jorge Curbelo, 35. Luis Valdés, 36. Bernabé Pina, 37. Benito Valle, 38. Miguel de Hoyos, 39. Agustín D. Castañeda, 40. Mariano Rodríguez, 41. Adolfo del Castillo, 42. Eduardo Clara, 43. Manuel Báez, 44. Eusebio Moreno, 45. Manuel G. Garriga, 46. José Sabás Valdés, 47. Angel Aza, 48. Domingo Troya, 49. Juan C. Rosell, 50. Alberto Méndez, 51. Ángel Más, 52. Juan Lamoneda

Contando al P. Mustelier, los firmantes alcanzan la cantidad de 53...

Al terminar en 1878 la Guerra de los Diez Años, se reabrió al público el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que había cerrado sus puertas por los avatares de la contienda. El pueblo del Cobre había sido tomado por los mambises y la Virgen había recibido la visita de los más altos oficiales del Ejército Libertador, encabezados por Carlos Manuel de Céspedes. Luego, el templo cerró sus puertas aunque la Virgen siguió acompañando a todos sus hijos en la manigua. La reapertura del Santuario de la Virgen se narró de esta manera:

El miércoles 12 de junio de 1878 y después de nueve años de clausura, el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre abrió sus puertas al culto público.

El jueves 13 se celebró una Misa con orquesta. Asistieron varios miembros del ejército cubano en cumplimiento de los votos hechos a la Virgen. Días antes, se cantó un solemne Te Deum en la Catedral dándole gracias al Altísimo por la firma de la paz.

El día 15 se celebraron en la Catedral (de Santiago de Cuba) las honras fúnebres por el descanso de las tantas víctimas de la Guerra de los Diez Años

Estaba a punto de estallar la última y decisiva contienda libertadora. Por las razones ya expuestas, los sacerdotes cubanos no pudieron tener una gran participación el la Guerra de 1895-1898. En esta contienda se destacó, no obstante, el P. Guillermo González Arocha, que fue párroco de Artemisa y sirvió como enlace y corresponsal en el Ejército Libertador, alcanzando el grado de capitán. Durante los años de República llegó a ser Representante a la Cámara y, en sus últimos años, Rector del Seminario de San Carlos y San Ambrosio .

Como hemos podido examinar en estas páginas, desde el General en Jefe y los Mayores Generales hasta el último y más humilde soldado del Ejército Libertador, los luchadores por la independencia de Cuba veneraban profundamente a la Patrona de Cuba, Nuestra Señora, la Virgen de la Caridad del Cobre.Justify Full