viernes, abril 15, 2011

POR EL 50 ANIVERSARIO DE PLAYA GIRÓN. LA LECCIÓN DE GIRÓN. ROMANCE DOLOROSO

LA LECCIÓN DE GIRÓN.




Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com



Este 17 de abril se conmemora el 50 aniversario de la traición de Playa Girón y de la consolidación de la tiranía de los diablos de Birán. Aquel acto de cobardía de John Kennedy condenó al pueblo cubano a medio siglo de opresión, miseria y muerte, enlutó hogares en los cinco continentes donde el Atila de Cuba actuó como “condotiero” del Imperio Soviético y mostró a los Estados Unidos como un tigre de papel que fue retado por todos los rufianes del mundo, con el saldo macabro de decenas de miles de jóvenes americanos muertos en las selvas del sudeste de Asia.

Nada de esto resta, sin embargo, méritos y admiración al puñado de patriotas que integraron la que fue denominada Brigada 2506. Estos hombres eran lo mas idealista, lo mas puro y lo mas generoso de la sociedad cubana de aquel momento. Porque no puede haber acto de mayor generosidad que el de ofrendar la vida por la libertad de la patria.

Su composición era un verdadero arco iris político, racial, económico y social del pueblo cubano. Había blancos y negros, jóvenes y viejos, revolucionarios traicionados y miembros del gobierno derrocado. Eran estudiantes, obreros, empresarios y profesionales. Muchos habían sido la víspera hijos de familias ricas con acceso a clubes exclusivos, mientras otros habían trabajado en oficios urbanos o labrado la tierra que era en aquellos años la base de nuestra economía. Su denominador común era el amor a Cuba y su meta liberarla de la tiranía comunista.

(Fotos de los brigadistas caidos)

Aquella hermosa pléyade de valientes nada tenía que envidiarle a los 300 espartanos que al mando de Leonidas se enfrentaron a 300,000 persas en la batalla de las Termópilas en el 480 AC. Sabían que iban a combatir en total desventaja numérica pero contaban con la fuerza de sus ideales, la justicia de su causa y las promesas de apoyo de sus aliados poderosos. Mi testimonio de admiración quedó plasmado en el Romance Doloroso que escribí en las montañas de Guatemala el 20 de abril de 1961, donde había quedado rezagado como parte del Batallón Siete de la Brigada a causa del desastre logístico que contribuyó al desastre militar de Girón.

Este 50 aniversario debe, por otra parte, servirnos de lección a todos los cubanos que seguimos comprometidos con la obra de restaurar la libertad y la democracia a nuestra patria. El fracaso de la invasión de Girón comenzó muchos antes del 17 de abril de 1961 y tiene antecedentes en la historia de nuestras relaciones con los Estados Unidos en el curso de las luchas por la independencia. Me referiré a un solo capítulo entre los muchos en que fuimos víctimas por aquella época.

Cuando en mayo de 1898, el Presidente Norteamericano, William McKinley, decide iniciar operaciones en la Guerra Hispano-Cubano-Americana encomienda al Teniente Andrew Rowan que haga contacto con el General Calixto García, Jefe del Departamento Militar de Oriente para coordinar el desembarco de las tropas estadounidenses.

Con ello, violó todo protocolo diplomático, desconoció nuestra soberanía, ignoró al Gobierno en Armas presidido por Bartolomé Masó y confirmó la opinión expresada por funcionarios de su administración en el sentido de que “el gobierno cubano no constituye un gobierno real, efectivo y permanente”. Los cubanos aceptamos aquel agravio sin grandes protestas y nos hicimos acreedores a la humillación del Tratado de Versalles donde nuestro destino nacional fue decidido entre norteamericanos y españoles sin presencia alguna de funcionarios cubanos.

El 17 de abril de 1961 se repitió la historia. Los funcionarios norteamericanos encargados de la planificación militar negaron toda participación en la formulación de los planes tanto al Jefe Civil de la brigada, Dr. Manuel Artime, como a militares cubanos de la experiencia de Martín Elena, José San Román, Roberto San Román, Erneido Oliva, Hugo Sueiro y otros con las mismas calificaciones. La mitad de los brigadistas fueron enviados a la batalla con unas pocas semanas de entrenamiento, armamentos antiguos, municiones limitadas y se les transportó en embarcaciones totalmente obsoletas.

Al mismo tiempo, sus heroicos pilotos fueron condenados al suicidio cuando los B-26 que tripulaban fueron desprovistos de su artillería de cola y la zona de desembarco fue cambiada de lugares cercanos a centros de población a un paraje cenagoso donde solo sobreviven mosquitos y cocodrilos. Y, para colmo, se les mintió cuando se les prometió control absoluto de los cielos por la aviación norteamericana. Todo ello, para que el inefable Presidente Kennedy pudiera negar cualquier participación de Washington en la invasión.

En sus relaciones con nuestros representantes civiles los burócratas y políticos de Washington fueron igualmente ofensivos y arrogantes. Hombres de la integridad y el honor de José Miró Cardona, Manuel Antonio de Varona, Antonio Maceo y otros sufrieron la indignidad de ser literalmente secuestrados en las horas previas y posteriores a la invasión de Girón. Era necesario mantenerlos incomunicados para impedir cualquier protesta pública contra la carnicería a que eran sometidos nuestros valientes brigadistas. Aquella ciénaga se convirtió no solo en la tumba de muchos de ellos sino en la tumba de la libertad de Cuba.

Napoleón lo dijo bien claro: “Si vas a tomar Viena, toma Viena”. No andes con titubeos. Pero Kennedy demostró que no era Napoleón. Ni siquiera Eisenhower. Desde su toma de posesión el 20 de enero de 1961 Kennedy y su banda de intelectuales de universidades de izquierda se mostraron incómodos con los campamentos de Guatemala. No sabían como soltar la papa caliente que les dejaba el viejo Eisenhower. Al final carecieron de los pantalones para hacer una verdadera guerra y no tuvieron la decencia de abortar la operación sin que se produjeran víctimas inocentes. Y por eso han recibido la condena de la historia, el desprecio de los cubanos amantes de la libertad y los elogios de los tiranos que oprimen al pueblo de Cuba.

La lección es diáfana para todo el que tenga la capacidad y la vergüenza de asimilarla. Nunca más depositemos el sagrado tesoro de nuestra soberanía nacional ni deleguemos la carga de nuestra responsabilidad ciudadana en manos extranjeras. No importa cuan poderosos sean o cuantas promesas nos hagan. Trabajar con todos pero sin confiar absolutamente en nadie. Y, sobre todo, demandar respeto a nuestra larga lucha por la libertad y a la sangre sagrada de nuestros mártires. Parafraseando las palabras de Abraham Lincoln sobre la democracia, tenemos el deber de construir una Cuba de los cubanos, por los cubanos y para los cubanos.

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ROMANCE DOLOROSO

Por Alfredo M. Cepero

Nota del autor: Este poema lo escribí el 19 de abril de 1961 detrás de una pequeña capilla ubicada en la Base Track de la Brigada 2506 en las montañas de Guatemala. Me encontraba en compañía de otros 200 brigadistas que no pudimos participar en la invasión por deficiencias logísticas. Nuestro grupo estaba designado como el Batallón 7 de la Brigada. Regresamos a Miami unos pocos días después de la traición que condujo al fracaso.

ROMANCE DOLOROSO

Sobre el verde vertical
de montañas extranjeras
encontré doliente y triste
pedazos de mi bandera.

El viento desde el barranco
me trajo olores de selva,
jinetes de desengaño
rodaron por las laderas.

La sangre elástica y joven,
la sangre doliente y nueva,
abonó surcos de gloria
sobre el caimán de mi tierra
y le clavó al almanaque
una nueva fecha eterna,
en que flores de ilusión
fueron espadas guerreras.

Cuba esperaba a sus hijos
vestida de fiesta y risa.
Los niños cayeron todos,
como consigna divina,
con estrellas en las sienes,
luceros en la camisa.

La noche se puso triste
como una novia sin boda,
y con velos de celajes
la luna se cubrió toda.

De esperanza eran sus trajes,
de valor calzaban botas,
y en el corazón llevaban
el ideal como antorcha.

Como dientes infernales
las balas mordieron niños.
Mecánicos milicianos
se pusieron en camino,
como rifles, como tanques,
como muerte o asesino,
para pintarnos de rojo
el paisaje del destino
y beber en copa de odio
sangre preciosa de niño.

El sol camina de nuevo
sobre la noche siniestra
y la sangre de los muertos
suena a trompeta de guerra.

Cuba espera por sus hijos.
Sus hijos no pueden verla
con coronas de martillos
y cinturón de cadenas.

En mástil de dignidad
hay banderas de conciencia.
Sobre la noche de odios
un amanecer de ideas.