Cuba: Mayo 19 (1895) Muerte de José Martí, Apóstol de la Independencia Cubana
Recientemente algunos historiadores están planteando que las hojas perdidas del Diario de Campaña de José Martí, probablemente las arrancó Máximo Gómez y que contenían las ayudas económicas que había recibido el Generalísimo Máximo Gómez por parte de Partido Revolucionario Cubano.
Mayo 19 (1895) Muerte de Martí
Por Arnaldo M. Fernández
mayo 18, 2011
José Martí muere de tres balazos en un potrero cerca de la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre, tan delante de la tropa mambisa, como si fuera explorador, que el General en Jefe, Máximo Gómez, puede avanzar «sólo hasta donde pudiera verlo». Sin embargo, tal y como escribió al día siguiente Ramón Garriga, al dictado del propio Gómez, «percances son esos de la guerra, y para nosotros, no obstante ser el señor José Martí un compañero estimable, nada importa un cadáver más o menos de tantos que tendrá que haber».
Al dar cuenta de la tragedia a Tomás Estrada Palma (en Nueva York), Gómez escribiría (en Ciego de Najasa) que «Martí, aunque no es tiempo de juzgar, empezó a torcerse y fracasar desde la Fernandina hasta caer en Boca de Dos Ríos (…) Pudiera decirse que los amigos de Martí, [ergo, Gómez no se incluye entre ellos] que alocados lo endiosaban, lo empujaron a ocupar un lugar que no era el suyo y donde pereció sin beneficio para la patria y sin gloria para él».
( Tomado de http://www.damisela.com
Óleo por Esteban Valderrama de 1917, representando la muerte de José Martí en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895.
Ólleo por Esteban Valderrama, representando la muerte del Apóstol en Dos Ríos. El lienzo original, de gran tamaño, no existe ya: el señor Valderrama lo destruyó ante la insistencia de una crítica incomprensiva que señalaba caprichosos errores de inexactitud histórica, los cuales no existían; pero que en todo caso se referían a detalles de nula importancia. La conciencia artística del señor Valderrama es tan severa que, además de documentarse cuanto le fue dable, se traslado a Dos Ríos y alojose allí y todos sus bocetos fueron hechos a la hora de la trágica caída del Apóstol, colocando el modelo en la posición que los biógrafos declaran que ocupaba Martí y utilizando la luz en la dirección adecuada. Eligió, además, el mes de Mayo, no obstante ser de lluvias y propenso a plagas en nuestros campos, y mal alojado, con todas las dificultades del transporte, llevó a cabo su obra sin otra ambición ni estímulo que su grande amor al Maestro y su fervor artístico, sin propósito alguno de lucro. Del lienzo sólo quedan dos fragmentos: la cabeza del Apóstol, que tiene un gran vigor y está tratada de manera admirable y uno de los caballos que, también, es un acierto.� en Comisión Central Pro-Monumento, 1938. Imagen y textos añadidos por el Editor de Baracutey Cubano.)
Desde luego que en la misma carta, fechada el 22 de agosto de 1895, Gómez también puso el parche antes de salir el grano con esta pregunta retórica, como si viniera de Estrada Palma: ¿Y por qué lo dejó usted lanzarse? He aquí su explicación: «A alguna distancia del enemigo le ordené se retirara, él desdeñó mi orden y mientras yo ordenaba la carga no era posible que yo mirase más a Martí. Cuando me pude apercibir de su caída, lo más que podía hacer lo hice: lanzarme solo a ver si recogía su cadáver. No me fue posible».
Lo cierto es que, el 14 de abril de 1895, Gómez y Martí emitieron una circular a los jefes y oficiales del Ejército Libertador para que tuvieran a los hombres disciplinados, dispuestos a prestar servicios sin perder «el tiempo que se ha de emplear en caer silenciosamente sobre el enemigo». Pero al llegar al campamento de La Vuelta Grande el aviso de que los españoles marchaban por la otra orilla del río Constramaestre, el propio General en Jefe olvidó aquella circular y la regla básica: «Disciplina quiere decir orden, y orden quiere decir triunfo».
La partida mambisa salió al galope y cruzó imprudentemente el río para enfrentar al enemigo sin tener noción segura de sus posiciones, en vez de esperar a que arribara indefectiblemente a la confluencia con el Cauto, adonde podrían haberlo atacado por la retaguardia y acorralarlo. Según el jefe de día del campamento mambí, coronel Juan Masó Parra, esto no se hizo «y culpa sin duda fue del general Gómez, que dirigió el combate, pues a los otros jefes no le cabe la responsabilidad colectiva de la consulta, que no hubo». Lo que sí hubo, según Enrique Loynaz, fue galopar frenético y retroceso desordenado (Memorias de la guerra, 1989, página 170).
De ahí en adelante la historiografía oficial u oficiosa viene desdeñando la conducción irracional del combate como causa eficiente de la muerte de Martí, por lo demás la única baja mortal de los mambises en Dos Ríos. Todavía en las celebraciones del centenario de aquel episodio aciago, la doctora Diana Abad intervenía (mayo 17, 1995) en el Aula Magna de la Universidad de La habana para explicar que, como Martí predicaba la necesidad de morir, pues «no otra cosa es la guerra», debía poner su vida en peligro. Y la historia, por eso de «los caminos inescrutables», quiso que en su primera acción combativa muriera precisamente «el que no debía morir». Aquí no hay atisbo de disciplina científica, sino tentativa de insuflar el tropo maestro de la necesidad inmanente a la contingencia para dejar a esta última sin justificación racional.
-Nota: Salvo el alférez Ángel de la Guardia, ayudante del mayor general Bartolomé Masó, nadie acompañó a Martí en su viaje hacia la muerte.
-NOTA 2: No se recogió el cuerpo de Ignacio Agramonte y Juan Delgado tuvo que preguntar a la tropa quién le acompañaba a ir por el de Maceo.
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