LA ESPAÑA SOLIDARIA CON LA OPOSICIÓN CUBANA
LA ESPAÑA SOLIDARIA CON LA OPOSICIÓN CUBANA
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Los cubanos tenemos múltiples razones para la ira, la frustración y el dolor ante la conducta de la España oficial hacia la tiranía castro estalinista de Cuba. Con contadas excepciones, desde el archi-comunista Francisco Franco hasta el neo-socialista Rodríguez Zapatero han puesto intereses materiales y conveniencias políticas por encima de principios morales y de solidaridad humana hacia los hijos de la más española de sus antiguas colonias, muchos de los cuales se referían a España como la Madre Patria. Esas han sido las opiniones que he expresado en algunos de mis artículos a lo largo de este prolongado exilio. Pero, como dice uno de nuestros populares baladistas, “la vida te da sorpresas”.
Esa sorpresa me llegó cuando unos asturianos comprometidos con la defensa de la vida de los no nacidos y con la libertad de Cuba extendieron su brazo tan ancho como el Atlántico para dar asistencia médica y calor de hermanos a la Licenciada Elsa Morejón, esposa de mi amigo el Dr. Oscar Elías Biscet. De esa relación han surgido lazos que no sólo han mitigado dolores y consolidados afectos sino nos han permitido ver la otra cara de España.
Esa otra cara pudimos verla en nuestro viaje reciente a la Asturias que, con marcado orgullo, proclama: “España es Asturias y el resto es tierra conquistada”. La de la España de guerreros que liderados por Pelayo e inspirados por la Virgen de Covadonga pararon a los moros en el año 722 en su intento de invasión de Europa. La de la España donde, en octubre de 1934, 3,300 valientes se enfrentaron a fuerzas diez veces superiores de comunistas y socialistas para impedir la toma de la ciudad de Oviedo y dar inicio a la cruenta Guerra Civil Española de 1936 donde los comunistas mordieron el polvo de la derrota. La de la España heroica que supo levantarse sola ante la hostilidad de un mundo dominado por una izquierda fascinada con el comunismo. La de la España que reza, trabaja y construye a pesar de una corrupta y demagógica casta política. La de la España que detesta a la tiranía castro estalinista. La de la España solidaria con la oposición cubana y con la libertad de Cuba.
Durante mi recorrido por la geografía asturiana tuve el privilegio de conocer a los hombres y mujeres que dan contenido y sentido a esa España solidaria. Lo primero fue un abrazo aplazado e intenso con un cubano asturiano que, como yo, escribe versos y nació en el pueblecito de Amarillas, literalmente al borde de la Ciénaga de Zapata. Efraín Canella jamás se da por vencido en su servicio a la causa de nuestra libertad. De ahí que haya presentado en cuatro ocasiones la candidatura de Biscet al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y nos dijo que insistirá en el empeño. Su padre, que peleó contra los cubanos en la Guerra del 95, le decía a un Efraín niño: “Yo cumplí mi deber como español, pero los cubanos tenían la razón.”
Después, el primer encuentro con un antiguo amigo cibernético cuya pasión y compromiso hacia los perseguidos y desamparados trasciende lenguas, culturas y fronteras. El Licenciado Juan José Panizo Izaguirre, un optimista incurable que construye escuelas para negritos en la Costa de Marfil, ha fundado en la histórica ciudad de Tordecillas el Centro Internacional para la Defensa de la Vida en cuyo museo es destacada la lucha de Biscet en defensa de los no nacidos. Juanjo espera con inquietud nuestro amanecer de libertad para contribuir con su esfuerzo a la reconstrucción de nuestra patria.
Con Efraín, Juanjo y Manolo Campomanes me fui a oír misa en la Santa Cueva, una capilla en los picos de la Cordillera Cantábrica donde, bajo la protección de la Virgen de Covadonga, los astures propinaron a los moros su Waterloo español. El abuelo de Campomanes fundó en Cuba la fábrica de puros y cigarrillos Partagas que fue operada por la familia hasta su intervención por las hordas castristas.
Visité mas tarde la residencia acogedora y llena de calor humano de la familia Gámez, donde Elsa vivió tres meses mientras recibía asistencia médica y se recuperaba en cuerpo y espíritu. Allí conocí a Miguel, Marilú, Ana y la abuela María que todas las mañanas cantaba a dúo con Elsita (como la llama la abuela) las canciones de su infancia. Pusimos fin a una íntima y agradable velada recitando versos a la Caridad del Cobre.
Acto seguido, nos fuimos a dar las gracias a los profesionales que atendieron a Elsa en forma absolutamente gratuita. La ginecóloga Beatriz Duplá, una mujer menuda de mirada penetrante de quién afirman que maneja el bisturí como un virtuoso. El Dr. Luís Suárez Noriega, Director del Hospital de Begoña, quién firmó los documentos que facilitaron la visa en el Consulado de España en La Habana. El Dr. Manuel Villamil, cirujano vascular que ejerce en el Hospital Begoña. El anestesista Dr. Martín Carpintero. Y el Dr. Pedro Telente Arnaíz, quién asistió a Elsa en sus necesidades bucales.
Y en mi recorrido por los medios conocí a dos periodistas que hacen honor a nuestra profesión. Vicente Cue es un cubano de origen asturiano con vocación de trotamundos que no da cuartel a los alabarderos del castrismo que divulgan las consignas castristas en sus giras artísticas por España. Así lo ha hecho con la diva repulsiva de Alicia Alonso y con el comunista español Antonio Gades, a quien Cue calificó en uno de sus artículos de “miliciano bailador”. Y el joven asturiano Oscar García Cuervo, quien en el curso de una entrevista que me hiciera para el diario El Comercio hizo despliegue de conocimientos, equilibrio y moderación, así como mostró su deseo de reflejar la realidad de nuestra lucha por la libertad.
Hombres y mujeres como estos tendrán siempre nuestra gratitud imperecedera y serán invitados al banquete de nuestra libertad. Pero otra gallo muy distinto cantará para aquellos usureros como Repsol, Sol Meliá y compañía que se han asociado con los tiranos para explotar al obrero cubano, prostituir a nuestras mujeres y esclavizar a todo un pueblo. Si la nueva nación cubana no deja caer sobre ellos todo el peso de la justicia y los obliga a compensar a las víctimas no tendrá derecho a llamarse libre ni a merecer el respeto de sus hijos. Porque si queremos cumplir el deber de nuestro tiempo y merecer la gratitud de las generaciones futuras, nuestra larga noche de opresión, lágrimas y sangre no puede terminar en una orgía de injusticia sino en una paz con justicia y una justicia sin excepciones.
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