jueves, diciembre 29, 2011

Alfredo M. Cepero: LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA EN AGONÍA

Nota del Bloguista

Hago la observación que de la misma manera que los servicios de Inteligencia y de Contrainteligencia, tanto los civiles como las militares, de la tiranía de los Castro están dentro de los primeros cinco mejores a nivel mundial, según la opinión del especialista Teniente Coronel (R) Chris Simmons, hay generales y oficiales Castristas que dirigieron y participaron en grandes batallas fuera de Cuba en las llamadas misiones internacionalistas; baste mencionar las de Etiopía y Angola para defender respectivamente los regímenes de Megistu Haile Mariam y de Agustino Netto en contra de las tropas de Somalia y las bien equipadas y entrenadas de África del Sur respectivamente. El general, posteriormente fusilado, Arnaldo Ochoa y el fallecido López Cuba también participaron en batallas en el Medio Oriente; Arnaldo Ochoa participó en la batalla de Las Alturas de Golán contra el ejército israelí. Fidel y Raúl Castro son otra cosa muy diferente desde el punto de vista de los conocimientos militares a la hora de dirigir batallas y del valor personal; los ejemplos de sus huidas del Cuartel Moncada y de Alegría de Pío dejando a sus seguidores abandonados son solamente dos de los hechos más conocidos ... Qué generales curtidos en el combate, donde el fuego funde al acero junto a la carne impregnados de pólvora, sirvan dócilmente a dos personas que siempre han estado alejados del combate, es algo que nunca he entendido y que habla muy mal de esos generales que ven morir en la opresión a su pueblo.

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Tomado de http://www.lanuevanacion.com/



LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA EN AGONÍA



Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com



Es altamente probable que, al ver el título de este trabajo, muchos de mis lectores lleguen a la conclusión apresurada de que haré referencia a la banda de farsantes que integran la cúpula de la tiranía cubana y que se han puesto estrellas de generales sin ganar una sola batalla. De ser así, llegarían a conclusiones erróneas. Por eso les sugiero que sigan leyendo. En poco más de una semana esa tiranía cumplirá 53 años y las únicas batallas que han ganado sus testaferros han sido libradas contra ciudadanos aterrorizados por la seguridad del estado, opositores desarmados, campesinos famélicos, niños indefensos y las Damas de Blanco armadas con gladiolos.

Su gran batalla naval fue el hundimiento del Remolcador “13 de Marzo” con 68 hombres mujeres y niños a bordo en busca de la libertad que les negaba su propio gobierno. El saldo macabro 37 muertos. El gran triunfo de su aviación militar fue el asesinato a mansalva de cuatro tripulantes de dos avionetas civiles de los Hermanos al Rescate que cumplían misiones humanitarias. Por eso cuando hablo de generales no me refiero a ellos sino a los generales fantasmas de la indiferencia, la improvisación, el egoísmo, la intriga, el oportunismo y la resignación que han sido aportados por nosotros mismos y a los cuales haré referencia mas adelante en este artículo.

Algo así como el célebre General Invierno que protegió a los rusos de las invasiones desatadas contra su territorio por Napoleón Bonaparte en 1812 y por Adolfo Hitler en 1941. En ambas campañas los ejércitos rusos fueron derrotados en un principio por las fuerzas invasoras que los superaban en recursos, organización y tecnología militares. Contrario a la posterior propaganda soviética los generales rusos huyeron como ratas, renunciaron al honor y delegaron la tarea al General Invierno.

Las inmensas distancias de las fuentes de aprovisionamiento de los invasores y las inhóspitas condiciones climáticas lograron la victoria que no fueron capaces de anotarse los generales en fuga. En 1812, Napoleón se retiró derrotado dejando atrás bajas de medio millón de hombres entre muertos, heridos y desaparecidos. La derrota de Hitler en 1941 produjo al ejército alemán un saldo alucinante de un millón de bajas entre muertos, heridos y desaparecidos.

Por otra parte, lo nuestro no fue una revolución sino una farsa donde dos mafias de malhechores, los de Batista y los de Castro, midieron debilidades y vicios—no fuerzas y virtudes—para repartirse el botín de nuestra infortunada patria. No fue en forma alguna una guerra civil al estilo de la norteamericana o de la española con saldos respectivos de centenares de miles de bajas. En el campo de Batalla de Gettysburg 50,000 norteamericanos ofrendaron la vida en 1863 en defensa de principios opuestos pero inspirados por ideales de servicio a su pueblo. Un escenario similar tuvo lugar en 1938 cuando 80,000 españoles se inmolaron en la Batalla del Ebro para decidir si su destino como pueblo estaría gobernado por la providencia de Dios o bajo la opresión del diablo soviético. La historia ha demostrado que, en ambos casos, salieron triunfantes los pueblos de España y de los Estados Unidos.

En el nuestro, el pueblo de Cuba fue el gran perdedor. Lo nuestro, no fue una guerra civil inspirada por ideologías y principios encaminados a garantizar la libertad, promover la democracia, materializar las aspiraciones del pueblo de Cuba y servir los intereses de la nación cubana. Fue una disputa entre bandidos que no estaban dispuestos a jugarse la vida por intereses mezquinos y cuyas batallas no pasaron de escaramuzas esporádicas lanzadas desde escondites en remotas e inaccesibles montañas. Al extremo de que el cobarde comandante en jefe de la mal llamada revolución hacia alarde de su puntería para matar casquitos (soldados de Batista sin el necesario entrenamiento) con su rifle de mirilla telescópica sin atreverse a bajar de su segura madriguera. Incluso, la pregonada batalla de Alegría del Pío produjo una docena de muertos y medio centenar de presos entre los 82 invasores harapientos que habían desembarcado del Granma.

Como los generales rusos, los Castro no tendrán el valor ni la capacidad de presentar batalla cuando el pueblo de Cuba decida sacudirse el yugo de la opresión. Su permanencia en el poder ya no puede ser atribuida al engaño al pueblo de Cuba, a un apoyo internacional que se esfuma en forma vertiginosa o a la eficiencia de un aparato represivo que todos sabemos los abandonará a la primera señal de un conflicto generalizado. Permanecen en el poder en virtud de las grietas en el carácter del pueblo cubano que les ha permitido hacer uso de los generales fantasmas que mencionamos al principio de este trabajo.

Nuestra mentalidad tradicional ha sido de casi total indiferencia en lo referente a asuntos políticos. Muy cerca de esta característica ha estado un egoísmo que nos ha llevado a buscar nuestras metas en el campo personal sin tomar en cuenta nuestras obligaciones como miembros de una comunidad nacional. También ha sido un ingrediente presente en nuestro carácter colectivo una opinión inflada de nuestra habilidad para analizar acontecimientos y hasta intuir sus consecuencias—la endémica viveza del cubano—sin molestarnos por planificar proyectos y definir metas. Como ya sabemos, esa improvisación nos ha conducido a rotundos fracasos. Con estas lacras hemos estado lidiando no solo desde el inicio de la república sino desde nuestras mismas guerras de independencia.

Por desgracia esas tendencias perduran aún en estos momentos tanto en la Isla como en el exterior, con el agravante de los vicios añadidos por la acción corrosiva de la tiranía sobre la sociedad cubana. En estos años de escaseces, desconfianza y miseria material y moral muchos cubanos han recurrido a la intriga y al oportunismo para logar cualquier pingüe beneficio de la cúpula totalitaria que otorga privilegios a sus incondicionales. De esos infelices—que un día tendrán que rendir cuentas ante la justicia—se nutren los Comités de Defensa y las Brigadas de Respuesta Rápida.

Pero el más alarmante y peligroso de estos generales para la causa de nuestra libertad es el General Resignación. Si invertimos el orden de las dos palabras tendremos el diagnóstico de la enfermedad que sufre una proporción desproporcionada de la población cubana dentro y fuera del país: Resignación General. De un tiempo a esta parte la hemos estado sufriendo, pero asomó su cabeza despreciable en forma multitudinaria en los últimos días en el Internet y en la prensa internacional que informa sobre asuntos cubanos. Más del 50 por ciento de los encuestados en Cuba y en Miami dijeron oponerse rotundamente a cualquier tipo de legislación norteamericana que reduzca o limite los viajes y remesas que ayudan a mantener a la tiranía en el poder.

Unos dijeron que ya era hora de poner fin al odio como si el odio fuera promovido por quienes reclamamos libertad para el pueblo de Cuba y no por los tiranos que lo han usado para dividirnos y mantenernos en la opresión por más de medio siglo. Otros hablaron de que debíamos doblar la página o hacer un borrón y cuenta nueva porque ya había pasado demasiado tiempo. Frases que constituyen una despreciable abdicación de nuestros derechos y deberes como seres humanos. Nos proponen nada menos que nos convirtamos en una manada de ovejas resignadas a ir al matadero besando la mano y garantizando el cargo al matarife que nos degüella.

Quienes así se expresan son testimonio irrefutable del terrible legado de materialismo y de cinismo que nos ha dejado la tiranía y que llevará muchos años borrar de la mente y del alma del cubano. Para su vergüenza y nuestro infortunio no entienden que los pueblos que ignoran afrentas y no aprenden de sus experiencias están condenados a la más horrible de las miserias, que es la miseria moral.

Quienes no vendemos nuestros principios ni renunciamos a nuestros derechos seguiremos la lucha contra la tiranía agonizante y los generales fantasmas que la han mantenido en el poder. Esos son los generales que tenemos que derrotar porque los Castro—con todos sus alardes de guapos de barrio—ya se baten en retirada derrotados por el calendario, por su ineptitud y por su creciente aislamiento. Estas encuestas no deben restarnos energías ni reducir la intensidad de nuestra lucha por crear una nación libre, próspera y justa que sea admiración y envidia de otras naciones de la tierra. Como Gandhi, a quien ya he citado en múltiples ocasiones, quienes somos la reserva de honor y vergüenza de la patria cubana tenemos que decir: “En asuntos de conciencia la mayoría no cuenta”.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

eddy0155 ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alfredo M. Cepero: LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA E...":

estoy de acuerdo no puede haber borron y cuenta nueva yo soy de los que estare ahi para recordar y que como en macondo la masacre no caiga en el olvido.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alfredo M. Cepero: LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA E...":

Cepero?
En serio.
No es jodedera.
Ni bonche.
Pero por el alma de tu madre, no escribas mas, chico.
No es que te tenga mala voluntad.
Es que tu no sabes escribir. Y como lo haces de todas maneras, al final produces... esto.

*****
Comentario del Bloguista

Alfredo Cepero sabe escribir, y muy bien que lo hace. Alfredo Cepero fue un profesional de su pluma en lugares en que la competencia era muy fuerte; hasta algunos oradores de determinada época pronunciaban los discursos que eran verdaderamente de la autoría de Alfredo Cepero. Otra cosa es que usted esté en desacuerdo con lo planteado por él.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alfredo M. Cepero: LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA E...":

1 de 2
Valga la nota introductoria del bloguista.
Quizás la explicación a la interrogante ultima es simple. Desde muncho antes del día oficial número uno de la instauración del régimen, Castros y cuadrilla se encargaron de mostrar que a comandante, teniente, cabo, soldado, alzado, guajiro ó individúo renegado la medicina era cárcel o paredón (aka) Huber Matos, 8As, miles de otros fusilados y encarcelados, incluyendo a los tres negritos de la lanchita de Regla. Comprensible sería entonces que muchos, generales los primeros, prefieran ser cola de perro vivo que cabeza de león muerto. ¿?

Sobre el artículo de Cepero, muy bien escrito por cierto, es evidente que sea imposible para Cepero, o cualquier otra persona, explicar en unos pocos párrafos la putrefacción, que como la metástasis de un cáncer ha devenido el tumor que fue metódicamente (paulatinamente, como diría el heredero menos viejo) implantado en la sociedad cubana desde el mismo principio, por medio del discurso, la llamada alfabetización, los cdr, etcétera y etcétera, y que ha dañado muy profundamente todos los rincones, en este caso, a todos los individuos (sin excluir los de la diáspora) de la sociedad cubana. Los castros y cuadrilla crearon un monstruo, que hasta el momento y al igual que el Doctor Frankenstein de la historia de Shelley, (los castros) han sabido manipular según les ha convenido. ¿De qué otra forma se entendería que los otrora gusanos, traidores y apátridas (y mil otras lindezas, que para epítetos la dictadura es creativa) fueron de un día a otro convertidos en fuente de divisa como “comunidad cubana en el exterior”?

¿Cómo es posible que los que hasta hace poco huían despavoridos en busca de libertad y al llegar a tierras de libertad denunciaban las barbaries del régimen y traían con ellos las ansias de restablecer la libertad en Cuba, hoy sean emigrados económicos convertidos en dóciles y laboriosos braceros, peores que los de otros países hispanoamericanos? (Porque en Hispanoamérica los que tienen estudio y/o dinero no emigran). Continua.

2 de 2
No ha sido secreto para la dictadura que, y citando un ejemplo, el dinero de los braceros mexicanos representa para México una entrada de dinero a superior a las que se obtienen en ese país por la venta del petróleo.

Los dólares y euros del exilio, mejor decir; la búsqueda de los mejores métodos para birlar esos dólares y euros a los cubanos en el extranjero, ha sido un punto primordial en la agenda de los tiranos plataneros. La venta de mano de obra barata para quienes deseen pagarla se brinda “in situ” o se exporta “con etiqueta de ayuda internacionalista sin fecha de caducidad” o “braceros emigrados económicos”, presos reacomodados en otra parte, jinetera/pinguero, que para el caso, como cualquier otro producto en venta, da lo mismo.

Los tiempos que corren se destacan por la acelerada perdida de los valores morales tradicionales. Ocurre a nivel mundial. Las inmoralidades, robos y desmanes cometidos por los cubanos (no pocos ni todos de llegada reciente) de acá, con relación al uso del dinero que debería haberse destinado para desenmascarar a castro y pandilla y que estos cubanetes listillos se han lucrado por el morro, extraordinariamente bien documentado en este mismo espacio, no ayuda mucho para exigir comportamientos dignos a quienes, provenientes de la Cuba actual, les ha faltado el ejemplo cívico que antaño se trasmitía por la familia, la comunidad, la escuela y los sistemas jurídicos listos a aplicar la ley sin distinción. Como bien dice Cepero, cuando se refiere a la calaña y catadura moral con que describe a los cobardes y rufianes que desgobiernan Cuba y que desde hace 53 años han adoctrinado a los cubanos. Es triste, definitivamente vergonzoso que las cadenas de la esclavitud sigan atando a los cubanos, que al querer ayudar a sus familias (sentimiento noble) con un paliativo temporal (realidad) sean los principales sostenedores del clan castro y pandilla que oprime y desvalija a todos por igual.

Indistintamente siempre la historia termina de un mismo modo. Al igual que públicamente sodomizaron a Gadafi, arrastraron por las calles a Mussolini o los criados lanzaron a Jetzabel a los perros, también el monstruo terminó matando al Dr. Frankenstein, y solo espero que sea en mi tiempo.
Saludos, Santi.
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Unknown ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alfredo M. Cepero: LOS GENERALES DE UNA TIRANÍA E...":

Alfredo no sólo tiene el testimonio de su vida dedicada a promover la libertad para Cuba, sino el de ser una de las más claras mentes del exilio sobre la tragedia cubana. El castrismo llega a su fin -ya nadie tiene dudas de eso-, lo terrible es que si lo buenos cubanos no se unen para arrebatar a los tiranos la Patria, ellos tratarán de repartísela como han hecho hasta ahora. Es cierto que la tiranía está agónica -como dice Alfredo-, pero es por ello más peligrosa. Pongámos los intereses de la libertad de Cuba por encima de todo. Este es el tiempo, este es el momento.
Lázaro Tirador Blanco


5 Comments:

At 1:36 p. m., Anonymous Anónimo said...

Cepero?

En serio.

No es jodedera.

Ni bonche.

Pero por el alma de tu madre, no escribas mas, chico.

No es que te tenga mala voluntad.

Es que tu no sabes escribir. Y como lo haces de todas maneras, al final produces... esto.

 
At 7:35 p. m., Anonymous eddy0155 said...

estoy de acuerdo no puede haber borron y cuenta nueva yo soy de los que estare ahi para recordar y que como en macondo la masacre no caiga en el olvido.

 
At 2:17 a. m., Blogger Unknown said...

Alfredo no sólo tiene el testimonio de su vida dedicada a promover la libertad para Cuba, sino el de ser una de las más claras mentes del exilio sobre la tragedia cubana. El castrismo llega a su fin -ya nadie tiene dudas de eso-, lo terrible es que si lo buenos cubanos no se unen para arrebatar a los tiranos la Patria, ellos tratarán de repartísela como han hecho hasta ahora. Es cierto que la tiranía está agónica -como dice Alfredo-, pero es por ello más peligrosa. Pongámos los intereses de la libertad de Cuba por encima de todo. Este es el tiempo, este es el momento.
Lázaro Tirador Blanco

 
At 2:17 a. m., Blogger Unknown said...

Alfredo no sólo tiene el testimonio de su vida dedicada a promover la libertad para Cuba, sino el de ser una de las más claras mentes del exilio sobre la tragedia cubana. El castrismo llega a su fin -ya nadie tiene dudas de eso-, lo terrible es que si lo buenos cubanos no se unen para arrebatar a los tiranos la Patria, ellos tratarán de repartísela como han hecho hasta ahora. Es cierto que la tiranía está agónica -como dice Alfredo-, pero es por ello más peligrosa. Pongámos los intereses de la libertad de Cuba por encima de todo. Este es el tiempo, este es el momento.
Lázaro Tirador Blanco

 
At 2:37 a. m., Anonymous Anónimo said...

1 de 2
Valga la nota introductoria del bloguista.
Quizás la explicación a la interrogante ultima es simple. Desde muncho antes del día oficial número uno de la instauración del régimen, Castros y cuadrilla se encargaron de mostrar que a comandante, teniente, cabo, soldado, alzado, guajiro ó individúo renegado la medicina era cárcel o paredón (aka) Huber Matos, 8As, miles de otros fusilados y encarcelados, incluyendo a los tres negritos de la lanchita de Regla. Comprensible sería entonces que muchos, generales los primeros, prefieran ser cola de perro vivo que cabeza de león muerto. ¿?

Sobre el artículo de Cepera, muy bien escrito por cierto, es evidente que sea imposible para Cepera, o cualquier otra persona, explicar en unos pocos párrafos la putrefacción, que como la metástasis de un cáncer ha devenido el tumor que fue metódicamente (paulatinamente, como diría el heredero menos viejo) implantado en la sociedad cubana desde el mismo principio, por medio del discurso, la llamada alfabetización, los cdr, etcétera y etcétera, y que ha dañado muy profundamente todos los rincones, en este caso, a todos los individuos (sin excluir los de la diáspora) de la sociedad cubana. Los castros y cuadrilla crearon un monstruo, que hasta el momento y al igual que el Doctor Frankenstein de la historia de Shelley, (los castros) han sabido manipular según les ha convenido. ¿De qué otra forma se entendería que los otrora gusanos, traidores y apátridas (y mil otras lindezas, que para epítetos la dictadura es creativa) fueron de un día a otro convertidos en fuente de divisa como “comunidad cubana en el exterior”?

¿Cómo es posible que los que hasta hace poco huían despavoridos en busca de libertad y al llegar a tierras de libertad denunciaban las barbaries del régimen y traían con ellos las ansias de restablecer la libertad en Cuba, hoy sean emigrados económicos convertidos en dóciles y laboriosos braceros, peores que los de otros países hispanoamericanos? (Porque en Hispanoamérica los que tienen estudio y/o dinero no emigran). Continua.

 

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