Cuba. ¡Cállame tú!: el entierro del líder opositor pacífico Oswaldo Payá Sardiñas
¡Cállame tú!: el entierro de Oswaldo Payá
A la derecha Guillermo Fariñas, a la izquierda el reverendo Ricardo Santiago Medina, al frente Jorge Luis Artiles Montiel
Tuvimos que desviar nuestro paso de la calle Infanta porque más de 300 uniformados de la Brigadas Especiales de la policía abordaban camiones en la 4ta Estación de la PNR de Infanta y Amenidad. Llamé otros activistas del CID para alertarlos de lo que se avecinaba, traté de hacerlo con insistencia a Yoani Sánchez pero su móvil estaba ocupado. El del presbítero Mario Félix Lleonart me enviaba al buzón de voz, finalmente pude comunicarme con el periodista Reinaldo Escobar y le informé.
Abordamos un taxi y le insistimos al chofer que nos dejara en la puerta de la iglesia y así lo hizo. Participé en la misa de exequias presidida por el cardenal Jaime Ortega, asistido de seis obispos y varios sacerdotes, entre los obispos se encontraba el de Granma, solidarizado con los sucesos ocurridos en su diócesis.
Uno de los esbirros me levantó por el cuello y me sostenía en el aire. No podía respirar y sentía que me asfixiaba. Abdel Rodríguez le gritaba que me estaba ahorcando y forcejaba con él tratando de zafarle las manos. Cuando pude coger aire les grité: "asesinos, asesinos, asesinos"… otros dos de la inseguridad me levantaron en peso por mis hombros y me llevaban por la fuerza al ómnibus. Decían: cállate porque te voy a matar, uno me abofeteó rompiéndome los espejuelos. Otros golpeaban a cada activista que entraba a la guagua.
Fariñas fue de los últimos por subir y lo sentaron a mi lado con una posta que lo neutralizaba en el asiento. Un joven de pelo rubio que vestía pullover rosado lo golpeaba. Todos tratábamos de defenderlo. Una karateca se sostenía de una parrilla del ómnibus y pateaba por encima del asiento a Alejandro hasta que lo noqueó.
Aile Rodríguez, la esposa de Rodiles, del equipo de trabajo de Estados de SATS, trataba de defender y reanimar a Alejandro mientras la golpeaban. Ella les decía: "quien los manda no da el frente y son ustedes los que aparecen como represores, ustedes mismos no creen en lo que hacen, actúan como autómatas y a través del dialogo podían lograr más".
El compañero del CID Pavel Herrera les gritaba: "son muy jóvenes caminaran junto a nosotros, pero con la vergüenza de haber golpeado y de llevar las manos manchadas de sangre". A Madeleine Caraballo, del Partido Republicano, la golpearon y la hicieron sangrar de una pierna. Patearon también al activista del CID Joan Guzmán Díaz y se le abrieron los puntos de una herida en el abdomen de otra agresión días antes.
Al paso por la ciudad gritábamos libertad y todos contemplaban el forcejeo dentro del ómnibus desde la parte de adelante hasta el fondo. Un forzudo golpeó a Fariñas en el rostro. Me exigían que me callara y yo les decía: cállame tú. Jorge Cartorberi, pedía silencio en nombre de Payá de ambas partes (represores y opositores). Me negué gritando, "no me callo, ese sería un silencio cómplice" y continuamos junto a Navarro, Fariñas y otros desafiando a los represores.
Llegamos a Tarará y nos bajaron de uno en uno. Fariñas dijo: "yo quiero ser el primero en que me den un tiro, mátame asesino", sosteniendo las manos detrás de su cuerpo.
Fuimos ubicados de dos o tres por aula de escuela. Junto a mi estaba a Francisco Rangel de Colón-Matanzas y Alejandro, el joven que hace fotos a las Damas de Blanco en Santa Rita. Nos custodiaba un militar que vestía uniforme de gala del MININT. Me interrogó interesado en saber cómo me había enterado del suceso y del seguimiento de los funerales. Le explique lo que era la red social Twitter, porque la desconocía.
Transcurrido el tiempo la misma mujer que pateaba en la guagua trajo una caja de cartón con comida para los tres, un bocadito y una lata de puré de frutas, que todos rechazamos. Aproveché y le dije: "primero nos golpeas y ahora nos quieres dar de comer, asesina, fascista". Respondió: "si quieren la comen y si no la dejan".
Fui el último de los detenidos en Tarará. Los guardias que sirvieron de posta recogieron y se llevaron a sus casas todas las cajas de comidas y compotas. Cuando me montaban en la patrulla 046 para traerme a La Habana, Pedro Chávez instructor del cuartel general de la inseguridad del estado en Villa Marista, me dijo: "estas a 20 km de La Habana, para que lo pongas en la noticia".
Vi al final del pasillo una cámara con un trípode que filmaba. Comprendí que era una provocación más para grabarnos. Entregó mi móvil e identificación al copiloto del patrullero que me trajo hasta Zanja y Dragones. Cuando llegamos me los dieron. Me dijeron puedes irte.
Ese día fuimos leales a Payá, al pueblo y a la libertad.
El reverendo Ricardo Santiago Medina Salabarría es expreso político y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del CID
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