Esteban Fernández: "EL CHE" Y "LA CHINA"
Había un par de Comandantes llamados Camilo Cienfuegos y Rolando Cubela que muchas muchachas se volvían locas por ellos. La nación casi en pleno se desbordó en un encanto y enamoramiento injustificado con los barbudos.
Sin embargo, hay una regla de oro de la idiosincrasia cubana que dice que: Es preferible ser malo mejor que ser pesado. Y el que liga el parlé con ambos defectos lo discriminamos muchísimo más que al pobre enfermo de lepra o al asaltador de bancos.
Y así fue con Raúl Castro y con el argentino Ernesto Guevara. Ustedes hagan memoria sobre la etapa inicial para poder pasar a preguntarles: ¿Alguien escuchó a un compatriota (incluyendo hasta a la más coqueta de las mujeres) decir: "¡Qué lindos, qué simpáticos, qué graciosos, qué agradables son Raulito y Ernestico!"?...
De eso nada, a la población cubana ambos les cayeron como el clásico hígado frío a las 12 de la noche. Y a eso había que agregarle que en una revolución y un ejército presumiendo de machos y
(Raúl Castro y el Che Guevara)
Es decir, que mientras una abrumadora mayoría se desvivía en guataquerías para con los barbudos, al Che lo consideraban un engreído y a Raúl -quien obviamente lucía un pajarraco con su cola de caballo- los cubanos (por su cara lampiña, sus ojos rasgados y oblicuos y por su amaneramiento) enseguida comenzaron a llamarlo "La China"...
El tirano, para ver si podía evitarle la fama de homosexual a Raúl, dictó la orden de que se casara con Vilma Espín. Pero eso no funcionó. Tanto es así que todavía, a estas alturas, existen muy pocos compatriotas que no crean que el tipo apunta y banquea...
Los sentimientos del 99.9 de los cubanos con respecto a ambos renacuajos fue todo lo contrario de “amor a primera vista”, fue un odio instantáneo. Y aquellos que estuvieron observando el desarrollo de los acontecimientos en esa época saben que el baño de sangre iniciado por la loca en Santiago de Cuba y el genocidio del atorrante en La Cabaña no los ayudó en nada a ganar un concurso de simpatías en la nación.
Al contrario, hoy en día y sin temor a equivocarnos podemos darles los títulos de los dos hombres más repugnantes- seguidos muy de cerca por Faure Chomón- que han pisado la tierra cubana. Vaya, hicieron lucir gracioso hasta a Valeriano Weyler.
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