46 AÑOS EMBORRONANDO CUARTILLAS
Por Esteban Fernández
24 de octubre de 2013
Al cumplirse hoy exactamente 46 años de estar escribiendo esta columna les voy a decir el verdadero motivo por el cual emborrono cuartillas y doy constantemente mis opiniones, cuento anécdotas y expreso mis ideas políticas. Les confieso que es sencillamente “porque esta es la única forma que yo he encontrado de no ser interrumpido por mis correligionarios”. Con toda tranquilidad me siento ante la computadora, tecleo y me explayo.
Porque cuando usted nace y se cría entre cubanos, como yo, notará que resulta completamente imposible hilvanar un monólogo de cuatro párrafos sin que alguien le diga cosas como: “¡Espérate, espérate, eso no es así, permíteme que te dé mi punto de vista que es totalmente opuesto al tuyo!”... Y como es natural (natural entre nosotros) usted tristemente tendrá que hacer mutis por el foro, sus ideas quedarán truncadas, y como es una persona educada tendrá que escuchar cinco opiniones, a favor y en contra, de la que usted simplemente esbozó.
Si se le ocurre querer contar una anécdota de su pasado (como hago yo a cada rato en mis trabajos periodísticos) rápidamente llegará a la conclusión de que cada cubano tiene mil anécdotas superiores a las suyas. Lo primero que escuchará es a alguien interrumpiéndolo con un sonoro: “¡Chico, eso no tiene importancia y nos ha pasado a todos, lo tuyo no es nada fuera de lo común y corriente!”... Y mientras más viejo es el cubano más historietas tiene en su repertorio.
Yo cuento mis cuentos, mis experiencias, pero siempre estando muy claro en que todos y cada uno de mis compatriotas pueden superar mis recuerdos. Yo he escuchado decir un montón de veces que: “¡Todos los cubanos podemos escribir libros sobre los sufrimientos padecidos de manos del castrismo!”...Para mí la mejor definición de ser "una persona joven" es la que no cuenta fábulas de su pasado.
Y los amigos no solamente nos paran en seco durante nuestra conversación sino que cada uno de nosotros (y a eso cooperó muchísimo el recién fallecido Guillermo Álvarez Guedes) tiene en su mente cien mil chistes para emular a los nuestros.
¿Usted nunca ha tratado de contar un chascarrillo ante un coro de cubanos en una fiesta o reunión familiar? Si usted es observador se dará cuenta que la mayoría no está poniéndole caso a su chiste sino que tienen la mente puesta en recordar otro para contrarrestar el suyo.
Y ahí lo que le cae encima a usted es un aluvión de gracias y ocurrencias que no lo brinca un chivo. Y escuchará que todos interrumpen a todos con el consabido “Chico, eso es más viejo que Matusalén, déjame contarte uno que está miles de veces mejor ¿ustedes se saben el de 'El Peo de Atanasio'?”...
Y, por suerte o desgracia, en una fiesta, en un acto cubano, o en un velorio, nadie tiene lo que poseemos los escritores y es una tecla que dice “Delete” y que nos permite borrar a rajatabla a todo el que quiera competir, opacar, discrepar, o superar lo que hemos opinado sin interrupciones.
¿Dígame la verdad -si usted conoce un poco de computadoras- a veces en una conversación rodeado de compatriotas, cuando es interrumpido en cien ocasiones no tiene deseos de no solamente poder “delete” sino "bloquear" a sus interlocutores?
Los que se salvan son los cubanos mayores de 85 años a los que se consideran venerables ancianos, y les permitimos que nos interrumpan, y nos da pena interrumpirlos a ellos, y cuando usted está de los más embullado hablando de "Capitán Phillips" la película que vio ayer, el viejo sale con que: “Eso no es nada, escucha lo que me pasó el 12 de Agosto del 33 el mismo día en que cayó Machado”... Y comienza con cientos de historietas que incluyen y terminan en "el día en que le sonó una trompada a Fidel Castro en la Universidad y que por poco lo fusilan en 1963 en venganza"...
Por eso yo les aconsejo que me imiten, que emborronen cuartillas, que las reproduzcan, que se mantengan callados en los convivios cubanos y allí bailen, coman, tomen, diviértanse y a la salida de las fiestas le van entregando una copia con sus opiniones sobre los temas más disímiles a cada uno de los comensales y con una sonrisa dígales: “Y el que esté en desacuerdo conmigo que no me llame porque me importa un comino sus discrepancias”...
Y al terminar 2,300 columnas le dedico este escrito a tres desaparecidos cubanos: Renán Romero quien en octubre del 67 me brindó las páginas de "La Prensa de Los Ángeles" para comenzar a escribir, a Abel Pérez quien mantuvo mi columna en el "20 de Mayo" por más de 40 años, y a Rafael Estévez quien mucho me ayudó en el formato de mis artículos durante los últimos años de su vida. Y hay dos compatriotas llamados Aris Caso y Carlos Fandiño a quienes mucho les agradezco su cooperación técnica.
Gracias a ellos y a ustedes por leerme. Y mis disculpas a todos los que me escriben ya que recibo muchísimos mensajes diarios y no tengo tiempo de responder todos los comentarios como merecen. Pero, por favor, sigan mandando porque los leo y disfruto todos. Me honra cada palabra que me dedican y sólo borro a los malcriados.
POSTDATA: LA PRÓXIMA SEMANA REPRODUCIRÉ MI PRIMERA COLUMNA PUBLICADA EN "LA PRENSA DE LOS ÁNGELES" EN 1967
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PEDIGÜEÑOS Y "UBRES BLANCAS"
Por Esteban Fernández
21 de octubre de 2013
Acabo de leer un escrito del periodista Iván García desde Cuba donde dice que: “¡La mayoría de los residentes en la Isla se la pasan tratando de ordeñar a los parientes exiliados!”... Eso es correcto.
Iván García dijo algo con lo cual yo concuerdo porque hoy en día existen muchísimos pedigüeños allá y miles de vacas Ubres Blancas del lado de acá.... Son tantos que los exiliados bondadosos no dan abasto para complacerlos. Y, encima es esto, si se quejan les cae encima la última consigna castrista para abochornarlos, acomplejarlos y recibir fulas y les echan en cara: “Estamos aquí pasando vicisitudes y recibiendo leña, y ustedes están allá comiendo boniato relleno con tasajo en el Versailles"... Y cantidades industriales de cubanos caen rendidos ante ese chantaje.
Esto contrasta con épocas remotas del exilio donde mis compatriotas eran extremadamente exigentes con los que trataban de combatir al régimen. Es decir, que los desterrados fueron más tacaños con los patriotas de antaño que con los aprovechadores actuales.
Los contribuyentes daban dinero pero pedían cuentas y resultados palpables e inmediatos. Se requería que las organizaciones no solamente brindaran sus programas políticos sino también un estado financiero y un informe de tesorería.
Y lo más importante: acto seguido había que producir hechos contundentes contra la dictadura totalitaria. Un compatriota donaba unos cuantos dólares, o compraba un bono, o iba y pagaba la entrada a un acto patriótico y al mes –sin que la organización hiciera nada de lo que había prometido- ya comenzaba a criticar y a preguntar: “¿Qué lograron con los 40 pesos que les entregué?”...Tal parecía que el cubano daba una donación y esperaba que a cambio le entregaran en una bolsa la cabeza de Fidel Castro...
A esa ingente labor de suplicar un aporte los desconfiados comenzaron a llamarle “cifarra” y los que pedían eran despectivamente considerados “cifarreros”. Nunca supe quién inventó esas odiosas palabritas, pero ahora supongo que provenían de las mentes perversas de los Segurosos del Estado de Cuba.
Una de las organizaciones más luchadoras y al mismo tiempo menospreciada y acusada era Alpha 66. Mientras tanto, y quede claro, sus militantes tenían una lista de mártires, de acciones, de ataques comandos y de desembarcos en nuestra patria de enormes proporciones. Y yo les garantizo a ustedes que cualquier desterrado, después de haber vivido dos años en los Estados Unidos, tenía una mejor casa y un mejor carro que la que poseía y el que manejaba Andrés Nazario Sargén.
Me consta que Andrés residía en una de las más humildes casas de Florida, y hasta miedo tenía de montar en su auto por las malas condiciones en que se encontraba. Una tarde nos invitó a almorzar a Carlos Hurtado, a Mario Byrne, a Tito Rodríguez Oltmans y a mí, y la hora de pagar dijo: “No sé preocupen que mi esposa Olga ya está trabajando y va a pagar la cuenta”... Con tristeza se rió cuando le dije: “Nazario si te hubieras dedicado a vender mamoncillos en las calles de Miami estuvieras mejor económicamente”...
Una prueba fehaciente fue la JURE. Para poder recibir contribuciones y mantener las actividades Manolo Ray tuvo que prometer que iba a desembarcar en Cuba antes del 20 de mayo. No lo hizo y no recibió ni 50 kilos prietos más.
Con José Elías de la Torriente, y con su plan, fue lo mismo. Lo ayudaron esperando hechos contundentes. No se realizaron, hubo un silencio sepulcral de su parte, y se quedó prácticamente solo hasta que lo asesinaron. Y así les puedo señalar cientos de casos donde todos los patriotas y combatientes -por el grave delito de no haber triunfado- fueron vilipendiados y acusados de ladrones y "cifarreros".
Y yo me pregunto: ¿Por qué esta complacencia con los "cifarreros" actuales que ni rinden cuentas ni brindan un informe de tesorería, ni producen una simple acción que haga sufrir a la tiranía?... Cuando lo cierto es que hasta la bancarrota soviética nos odiaban y no querían saber nada de nosotros. Ahora hacen bueno aquel cuento cubano del guajirito desesperado que le envió un telegrama a su padre desde La Habana diciendo: “¡Manda otro gallo y dinero que estamos ganando!”...
Pero en la actualidad todos los gallos son propiedad de Guillermo García Frías, el dinero termina en las arcas de los hermanos Castro, y lo único que se logra con las divisas enviadas desde el exterior es mantener abierta la valla hasta el año 2100. Por lo menos...
1 Comments:
Se llama chantaje sentimental y funciona de maravilla. El castrismo lo sabe muy bien y cuenta plenamente con ello. Es un "negocio" que ni el famoso estafador Madoff pudiera superar: billones a cambio de prácticamente nada. Nadie en Cuba espera nada del sistema interno; solamente miran hacia afuera, y el gobierno no tiene ninguna presión para hacer otra cosa que reprimir. Ahora, todo el mundo sabe perfectamente lo que hay en el caso. No se trata de embuste, sino de dejarse manipular, por no decir extorsionar.
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