El periodismo. Oficio peligroso en América Latina
Por Pedro Corzo
13 de octubre 2013
Investigar e informar no le acarrea problemas a un periodista en una sociedad democrática, pero cuando sus actividades las tiene que realizar bajo un régimen de fuerzas o en medio de grupos irregulares que dirimen sus diferencias por medio de la violencia extrema, el periodismo se vuelve un oficio particularmente peligroso.
Bajo esas circunstancias el ejercicio de informar está sujeto a las limitaciones que imponen las diferentes fuentes de poder que en esa sociedad concurren, por eso cuando los periodistas transgreden los límites que imponen los poderosos, se convierten en el objetivo a destruir para los depredadores, sean estos gobiernos o sicariatos.
Esto lo ejemplifican las declaraciones en Honduras del presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, Jaime Mantilla, que manifestó que las acciones del crimen organizado, el narcotráfico, los gobiernos autoritarios y la impunidad, son las mayores amenazas a la libertad de expresión en Latinoamérica.
Agregó, Mantilla, "ahora más que nunca el narcotráfico y el crimen organizado atentan contra la libertad de expresión, asesinando y amenazando periodistas".
Recientemente el director para las Américas de Reporteros sin Fronteras, Benoit Hervieu, dijo en Chile que la violencia física contra los periodistas y la elevada polarización política, son las principales amenazas para la libertad de información en el hemisferio.
Según informes de la Red de Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión en América Latina y el Caribe, más de 74 periodistas han sido asesinados en el hemisferio entre 2010 y 2012, en ese periodo solo en Honduras fueron muertos 21 periodistas, aunque otras entidades afirman que han sido 35 las víctimas.
Reporteros sin Fronteras destaca en un documento que en Brasil han sido asesinados tres periodistas, en Guatemala, otros dos y en Haití, México, Paraguay, Perú y Ecuador, ha sido registrado un asesinato por país en lo que va de año.
Situaciones extremas se han presentado en México. Desde el año 2000 al presente han sido asesinados 103 periodistas. En Brasil desde 1992 a la actualidad, han matado, según el Comité de Protección a los Periodistas, 27 comunicadores, once de los cuales fueron muertos en los últimos tres años.
En Colombia, una de las democracias más sólidas del continente pero agitada por la narco guerrillas y otros grupos irregulares como los paramilitares, los periodistas han pagado una alta cuota de sangre por defender su derecho a informar.
Una periodista investigativa, Diana Calderón, reportó que entre 1993 al 2008, fueron asesinados 127 periodistas, 57 de los cuales estaban vinculados a la práctica profesional.
Otro informe del CPJ denunció el asesinato de un voceador de un diario colombiano y el crimen de Edison Alberto Molina, un abogado y político que conducía un programa en el que denunciaba actos de corrupción gubernamental. Por su parte Reporteros sin Fronteras solicitó al gobierno colombiano protección para Gonzalo Guillén, León Valencia y Ariel Ávila por planes de asesinatos en su contra, a la vez que demandaba que se investigara judicialmente la conspiración criminal de la que son víctimas los comunicadores.
Más recientemente el Centro de Pensamiento Primero Colombia, avisó sobre el riesgo en que podría quedar el director del portal Periodismo Sin Fronteras, Ricardo Puentes Melo, tras la decisión oficial de retirarle el esquema de protección asignado por el gobierno, ya que Colombia desde el año 2000 cuenta con un Programa de Protección a los Periodistas y Comunicadores Sociales.
Según Primero Colombia, la organización que dirige Puentes Melo ha hecho graves revelaciones de la conducción política del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, y que por ello le retiró la protección, situación que niega el director de la Unidad Nacional de Protección, Andrés Villamizar, quien declaró que las medidas se retiran cuando los estudios de un Comité especializado señalan que el riesgo ha desaparecido.
Sin embargo Puentes afirma que su posición ideológica, las críticas al presidente Santos y en particular la advertencia de que las FARC atentarían contra el ex presidente Álvaro Uribe, determinaron el retiro de su protección.
Afirma Jaime Mantilla en su condición de presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa que los Estados son los responsables de garantizar la seguridad y la libertad de expresión, pero que muchos gobiernos no cumplen con sus atribuciones constitucionales , mientras Reporteros sin Fronteras afirma que "Los esfuerzos de protección no servirán de nada si no existe un dispositivo de lucha contra la impunidad a la altura de la situación actual", y recuerda que en los últimos tiempos se han multiplicado las amenazas, los ataques y los atentados contra periodistas, y también contra defensores de los derechos humanos, representantes sindicales y activistas de las comunidades".
Lo anterior lleva a una conclusión. Nuestras libertades y derechos están en peligro hasta en las democracias, ¿ Qué vamos a hacer?
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Nota del bloguista de Baracutey Cubano
En caso de que sea cierto que las armas iban a ese destino y con el objetivo que plantea el periodista Ricardo Puentes Melo y que además haya sido el General cubano Pedro Mendiondo Gómez el que filtró la información: No estoy de acuerdo de que Mendiondo lo haya hecho porque ´ era capaz de admirar la honestidad de Álvaro Uribe Vélez¨. eso es una explicación sumamente infantil salvo que se desee adular a Álvaro Uribe. Aclaro que para mí, Álvaro Uribe ha sido uno de los mejores estadistas de América Latina en muchas décadas.
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Tomado de http.//www.nuevoaccion.com
EL BARCO COREANO Y EL ATENTADO CONTRA URIBE VÉLEZ
Por Ricardo Puentes Melo
Periodismo sin fronteras
10 de octubre de 2013
¿Recuerdan el barco norcoreano que venía desde Cuba cargado de armamento bélico de alta peligrosidad, y que fue retenido por el gobierno panameño a mediados del mes de julio de este año? ¿Saben ustedes la verdad del destino del arsenal...? ¿Saben por qué la gran prensa colombiana y el gobierno de Juan Manuel Santos guardaron hermético silencio sobre el asunto...?
Las razones son tan sencillas como espeluznantes.
Empecemos por confirmar lo que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez aseguró en su momento: Que parte de las armas iban destinadas a las FARC. Lo que Uribe Vélez no mencionó prudentemente, es que la otra parte del armamento estaba destinado al montaje que le tenían preparado a la oposición venezolana donde la acusaban –todavía lo hacen- de formar parte de un plan para asesinar a Nicolás Maduro; plan en el que vincularon toscamente a Uribe.
La realidad es que el Chong Chon Gang con banderas norcoreanas, tenía la misión de llevar armas desde Cuba hasta Ecuador. Parte de las armas, como ya se dijo, irían para las FARC, pero otra parte del cargamento, como los aviones, iban a ser “descubiertos” por el gobierno colombiano que confirmaría de una u otra manera que las acusaciones de Maduro, acerca de que Uribe y la oposición venezolana estaban comprando aviones para asesinarlo, eran verdad. Los aviones en el barco estaban destinados para fabricarle a Uribe y la oposición venezolana un caso difícil de desmentir. Rafael Correa personalmente dirigía la parte que le correspondía.
En el plan estaba involucrado el General de División Pedro Mendiondo Gómez, Jefe de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria de Cuba. Él había sido designado por Fidel y Raúl Castro para organizar el rearme de las FARC en Colombia. Mendiondo dirigía toda la logística junto a dos comandantes terroristas que dialogan en La Habana. Uno de ellos es Iván Márquez. En lo que respecta al barco, el general cubano era el encargado de la logística, el responsable de cargar el barco con armas, y hacerlas llegar al destino final: Colombia.
Sin embargo, contra todo lo que uno podría esperarse, es el mismo General Mendiondo quien, a pesar de ser pro terrorista, era capaz de admirar la honestidad de Álvaro Uribe Vélez, así que él que filtra la información a la inteligencia cubano-americana, que a su vez se la transmite al ex presidente.
Esto lo descubre el gobierno de los Castro, y el general aparece muerto en un lamentable “accidente” de tránsito”.
En Periodismo Sin Fronteras teníamos también parte de esta información, pero no quisimos entorpecer la labor investigativa de entidades internacionales. Sin embargo, con el “accidente” del General Mendiondo, algunos varios intentos de “accidentes” de una de las fuentes de esta información, y con el retiro de mi seguridad que hizo el gobierno del camarada Santos, en cabeza del responsable, Andrés Villamizar (director de la Unidad Nacional de Protección), todos los datos me llegaron con la autorización para revelarla.
Las Farc ya habían fallado un plan para asesinar a Álvaro Uribe Vélez en julio pasado, y en documentos interceptados –que el gobierno de Santos conoce muy bien- se filtró la información de que las FARC le colocarían un carro bomba.
El plan frustrado tenía que ver con el armamento incautado en Panamá por el gobierno de Ricardo Martinelli. Allí, entre otras bellezas, venían varios RPG-7, unos lanzacohetes antitanques que iban a ser utilizados para derribar el avión, el helicóptero donde se desplazara Uribe Vélez, o su automóvil blindado. A estas armas se les conoce como “flechas”, e iban con destino al frente 37 de las FARC, que opera en los Montes de María, entre Sucre y Bolívar, y al frente 59 que opera en La Guajira. El frente 37 iba a ser el encargado de llevar las “flechas” al entorno de Uribe.
Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro, pactaron la muerte de Álvaro Uribe
Aunque no podríamos afirmar con exactitud que Juan Manuel Santos se haya sentado con los terroristas de las FARC, o con los Castro, Maduro y Correa para cometer el magnicidio, las fuentes de inteligencia internacional no tienen ninguna duda de que el atentado al ex ministro Fernando Londoño y el plan de asesinato contra Álvaro Uribe Vélez fue pactado entre Santos y los Castro con el objetivo de “limpiar el camino a Colombia para alcanzar la paz”.
En otras palabras, el compromiso de Santos fue hacerse el de la vista gorda en los planes de asesinatos: El de Fernando Londoño, el de Uribe Vélez y el del Procurador Ordóñez.
Estas son las revelaciones que tanto le han molestado a Juan Manuel Santos, a su ministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, al ministro Aurelio Iragorri Valencia y al director de la UNP, Andrés Villamizar Pachón. No tengo temor por mi vida. Pero sí me aterra que la complicidad de los bandidos con los del gobierno cause daño a mi familia.
A todos ellos los responsabilizo si algo me llega a pasar a mí o a uno de mis familiares.
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