LA SUCESIÓN
Por Esteban Fernández
Lo primero que debemos analizar y preguntarnos es ¿a quién aceptarían los generales, coroneles y tenientes coroneles como sucesor y dictador tras la salida del poder de los hermanos Castro?
Hoy en día ni pinchan ni cortan, son simplemente unos mini monstruos subordinados a la pareja de monstruos, pero eliminados o muertos estos cobrarían una importancia vital.
A través de 55 años Fidel y Raúl se han burlado de los cubanos y de la opinión pública mundial dando a entender que existe “un tercer hombre” listo para asumir el poder en caso de que faltaran ellos. Han sido unos obedientes señuelos.
Desde el mismo 1959 ya la gente comenzó la pejiguera de decir que el sucesor sería Camilo Cienfuegos. Y de ahí en lo adelante han desfilado 10 o 12 individuos con la ridícula “posibilidad” de ser unos magníficos sustitutos.
Desde luego, los Castro nunca han tratado de convencer a esta claque de generales y coroneles de que acepten a estos advenedizos. Al contrario, siempre los han reunidos a puertas cerradas y les han explicado que “no se preocupen que estos Aldana, Robaina, Lage, Pérez Roque, Alarcón, son unos botafumeiros completamente desechables”. Y tarde o temprano siempre han cumplido con sus palabras en ese sentido y los han lanzado por la borda para beneplácito de la gendarmería que jamás los vio de buena gana.
Hoy en día han puesto de cipayo a Miguel Díaz Canel, un ser completamente anodino que los altos jefes del Ministerio de las Fuerzas Armadas no utilizarían ni para sacarles los pastores alemanes a orinar. Pero, mientras tanto, se repite en el exterior la tonta teoría de que “este será el hombre que tomará las riendas de la dictadura”. Y hasta predicen que no será un dictador y que “con él si se podrá negociar”... Puras pamplinas.
¿El pueblo de Cuba aceptaría a un civil con cara de buena gente y mejores modales que los Castro? Claro que sí, pero el pueblo cubano no cuenta para nada y aceptaría hasta al biznieto de Raúl que tiene siete años de nacido siempre y cuando fuera respaldado por los órganos de represión.
¿Los generales admitirían a uno de ellos (como Leopoldo Cintra Frías, o López Miera) para ponerse al frente de la situación? Por supuesto que sí, pero los Castro nunca brindarían esa solución simplemente porque entonces la “revolución” dejaría de ser castrista y poco a poco el castrismo llegaría a ser vilipendiado.
Entonces ¿tolerarían los generalotes a los hijos de Fidel Castro? Estos son simplemente unos vive bien, unos descarados, unos chulitos de café con leche. Fidel Castro se ha ocupado de convertir en esbirros a miles y miles de cubanos mientras sus hijos han salido unos payasitos, mujeriegos y vagos consuetudinarios.
¿Los disidentes? Bueno, con los disidentes han hecho lo mismo que con los “terceros hombres”: se han sentado con la plana mayor de la nomenclatura y les han explicado que “ni caso le hagan a eso porque si pasan una línea roja trazada por ellos los barren del mapa o los destierran en Miami”... Si les dan la orden verdadera a los apapipios les arrancan hasta las tiras del pellejo a cuanto opositor se les ponga en el camino.
Entonces hay que observar detenidamente a la prole de Vilma y Raúl. Bueno, quede claro que los militarotes jamás aceptarían a una mujer para dirigirlos a ellos. Así es que Deborah y Mariela sólo pudieran ocupar el puesto simbólico que usurpó su madre.
Por lo tanto, pongan toda su atención y coloquen en la mirilla de cuanto rifle exista a Alejandro Castro Espín (en la foto), porque ya –sin ser el dictador- cuando hace su entrada se orinan en los pantalones los generales, los coroneles y a Díaz Canel le da descomposición de estómago.
Y acuérdense que se los digo: va a dar más paredón- para asegurarse en el trono- que el que dieron su tío y su padre en 1959.
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