miércoles, febrero 19, 2014

Cuba’s changes are no more than window-dressing, Raúl Castro en busca de dinero o de hombres adinerados. Sobre los supuestos cambios de Raúl Castro escriben The Washington Post y Juan Juan Almeida

Tomado de http://www.martinoticias.com

 The Washington Post: cambios en Cuba son sólo aparentes


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Jorge Luis García Pérez, Antúnez, había declarado al diario estadounidense sobre la necesidad de un cambio radical en Cuba.
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 febrero 17, 2014

El diario norteamericano The Washington Post asegura en un editorial que una de las muy diminutas aperturas permitidas el año pasado por los dirigentes del régimen militar de Cuba, Raúl y Fidel Castro, ha sido la relajación de las restricciones de viaje para que los disidentes puedan salir de la isla y relatar de primera mano su trabajo en Europa, Estados Unidos y América Latina.

Asegura el importante periódico que cuando nos reunimos hace no mucho tiempo con Jorge Luis García Pérez, conocido como Antúnez, que pasó 17 años en las cárceles de Cuba, él hablaba libremente de la necesidad de un cambio radical en Cuba.

Cita  The Washington Post que Antúnez dijo en la entrevista: “El Castro totalitarismo no puede ser reformado. Con los tiranos, no se negocia, el acercamiento sólo fortalece la dictadura. Queremos ser totalmente libres, no a cuenta gotas. Queremos la democracia que nos merecemos”, y añadió que “yo no quiero estar en silencio.”

(Jorge Luis García Pérez ¨Antúnez¨ junto a otros opositores en Miami en diciembre de 2013. comentario y foto añadidos por el bloguista de BC)

Apunta el Post que desde su regreso a la isla, en el mes de diciembre, Antúnez ha estado tratando de organizar la oposición al régimen de Castro. El 5 febrero pasado  el régimen contraatacó. Las fuerzas de seguridad, llegaron a su casa en la ciudad de Placetas en la central provincia de Villa Clara, pintada con consignas  en contra del Gobierno que los disidentes habían garabateado.

Fue detenido durante nueve horas, las computadoras y otros materiales fueron incautados de la casa y su esposa también fue detenida cuando ella y otros activistas fueron a la estación de policía para pedir su libertad. Todos fueron liberados posteriormente. Antúnez se declaró en huelga de hambre el 10 de febrero  en protesta por el  tratamiento.

Ataques, hostigamientos y detenciones son una realidad  día a día de los disidentes cubanos, y se pueden escribir  volúmenes acerca del tipo de régimen que los hermanos Castro presiden, agrega el diario estadounidense.

Aclara The Washington Post que los minúsculos movimientos hacia la liberalización económica no deben convencer a nadie de que los hermanos han decidido relajar su amarres. Por el contrario, están buscando desesperadamente maneras de mantenerse en el poder.

The Associated Press anunció la semana pasada que siete fotografías de Fidel Castro se retirarían de su archivo. Las fotos fueron distribuidas por una entidad del Gobierno comunista durante la reciente reunión del  CELAC celebrada en La Habana, por otro lado un vergonzoso modo  de comportarse de  los jefes de Estado y de gobierno de América Latina y el Caribe.  La AP, tras un examen de las fotos concluyó que habían sido alteradas digitalmente, para retirar lo que parece ser un audífono en el oído de Fidel Castro.

Con o sin su ayuda auditivo, dice el diario, dudamos que Fidel Castro o su hermano Raúl, actual mandatario, estén a la escucha de los que reclaman libertad y democracia en la isla. Sabemos que hay fuertes deseos de algunos en  los Estados Unidos para normalizar las relaciones con Cuba luego de medio siglo de estancamiento. Una encuesta del  Consejo Atlántico subraya el sentimiento. Como es lógico,  es la impaciencia – incluso en la diáspora cubana – por el cambio. Pero el acoso de Antúnez sugiere una vez más que los hermanos Castro no tienen intención de cambiar. Que no deberían ser recompensados o enriquecidos con lo que  Antúnez y otros disidentes sufren.  Con Antúnez, compartimos la visión de una Cuba realmente libre. Concluye The Washington Post.


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Tomado de http://www.washingtonpost.com
The Post’s View
Cuba’s changes are no more than window-dressing

 By Editorial Board, Published: February 16

ONE OF the very small openings permitted in the past year by Cuba’s rulers, Raul and Fidel Castro, has been a relaxation of travel restrictions so dissidents can leave the island and bring firsthand accounts of their work to Europe, the United States and Latin America. When we met not long ago with Jorge Luis García Pérez, known as Antúnez, who spent 17 years in Cuba’s prisons, he spoke freely of the need for radical change in Cuba.

Antúnez is a leading Afro-Cuban dissident and voice for democracy and change. “Castro’s totalitarianism cannot be reformed,” he told us. “With totalitarians, you do not negotiate. Rapprochement only strengthens the dictatorship. We want to be totally free — we don’t want to accept it piecemeal. We want a democracy that we deserve.” He added, “I won’t be silent. I won’t leave.”

(Jorge Luis García Pérez ¨Antúnez¨en Miami junto a tres hermanos Sigler Amaya. Foto y comentario añadidos por el bloguista de BC)

ince his return to the island in December, Antúnez has been trying to organize opposition to the Castro regime. On Feb. 5, the regime struck back. The security forces arrived at his house in the town of Placetas in the central province of Villa Clara and painted over anti-government statements that dissidents had scrawled there. He was detained for nine hours, computers and other materials were seized from the house, and his wife also was detained when she and other activists went to a police station to demand his freedom. All were later released. Antúnez went on a hunger strike Feb. 10 in protest of his treatment.

Attacks, harassment and detentions are a day-to-day reality for Cuba’s dissidents, and they speak volumes about what kind of regime the Castro brothers preside over. Minuscule movements toward economic liberalization should not convince anyone that the brothers have decided to relax their grip. To the contrary, they are looking desperately for ways to hang on to power.

The Associated Press announced last week that seven photographs of Fidel Castro were being removed from its archive. The photos were distributed by a government entity during the recent Latin America and Caribbean summit in Havana, a shameful look-the-other-way exercise by hemispheric leaders. The AP, which retransmitted the photos, found upon close examination that they had been digitally altered — the modern day version of Stalinist airbrushing — to remove what appears to be a hearing aid in Fidel Castro’s ear.

With or without his hearing aid, we doubt that either Fidel Castro or his brother Raul, the current president, is listening to those who demand freedom and democracy. We know there are strong desires by some in the United States to normalize relations with Cuba after a half-­century of stalemate. A new Atlantic Council poll underscores the sentiment. Understandably, there is impatience — including in the Cuban diaspora — for change. But the harassment of Antúnez suggests once again that the Castro brothers do not intend to change. They should not be rewarded or fortified, not as long as Antúnez and other dissidents suffer. We share Antúnez’s vision of a Cuba that is really free — and not just airbrushed to make the regime look better.
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Tomado de http://www.martinoticias.com

Raúl Castro en busca de dinero o de hombres adinerados

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Fue a finales de los 90, cuando Raúl, después de su recurrente trastorno hormonal, puso de moda la frase “Cambiaremos cañones por frijoles”.
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Por Juan Juan Almeida
febrero 10, 2014


Hace tan sólo unos años, cuando la visible crisis financiera contagiaba los sectores de la economía nacional, y la industria cubana bordeaba la casi invisible frontera que marca la acción o la omisión que acelera la muerte a un paciente desahuciado; el General Raúl Castro, con esa impresionante forma de mostrar su patético talento, nos vendió la engañosa idea de que las Fuerzas Armadas se habían convertido en el ejemplo para “El Cambio”.

En papeles, porque ahondando en las ganancias mostradas, el sistema empresarial militar de la isla  trabajaba mucho más que lo que trabaja hoy en día el abogado del cantante Justín Bieber; claro, al estar impulsada por mano de obra esclava (para ser más exacto reclutas), no había manera de medir el calculable costo de un producto, o su eficiencia laboral.

Absurdo sí, pero a fuerza de repetición, consiguió atraer la atención de quienes mueven la opinión y muchos comenzaron a creer en esa amañada sucesión de decisiones que hoy conforman lo que parece el destino de Cuba y algunos todavía llaman “Las reformas de Raúl”.

Ese grupo de medidas, o dictámenes no estructurales, que ni prestan atención a la productividad ni cambia en nada la naturaleza del sistema, y van básicamente enfiladas a legalizar, o facilitar, lo que hasta ayer era tolerado, prohibido o complicado; y llevar hasta síntomas de anemia a la practicamente difunta capacidad de los ingresos monetarios de esa masa laboral que mordiendo un ardid tendencioso y candoroso, creyó el cuento de “todos somos población emprendedora”, saltó del sector estatal al privado, y hoy, ganando más, cuenta con menos.

Evidente, no todos los trabajadores estatales cogieron las calles convencidos y creídos de tía Tata; pero a este punto de la historia, “actualizar el modelo económico” es simplemente una grosera verborrea que sirvió para disfrazar un delito consumado que debería ser juzgado, obviamente respetando las garantías procesales que debe tener todo acusado, pues sólamente un defraudado puede ser inducido a creer que después de 20 años trabajando en oficina, una persona, por arte de magia, sin aptitudes que lo avalen se transforma en zapatero, cerrajero, agricultor, barbero, tumbacoco, basurero o relojero.

La estrategia del General Raúl Castro y su séquito penitente, ha servido únicamente para simular cambios y falsear flexibilidad; para aumentar la pobreza; para abandonar a los jubilados en una población que envejece; para invertir menos dinero del estado en servicios como la salud y la educación y sobre todo intenta minimizar la estancia en el poder de una misma e ineficiente jauría gobernante.

No es casual, todo está bien pensado y fríamente calculado. Fue a finales de los 90, cuando Raúl, después de su recurrente trastorno hormonal, puso de moda la frase “Cambiaremos cañones por frijoles”. Para entonces, pocos podían comprender que no se refería a la comida, sino a la necesidad de, sin renunciar al más mínimo poder, su nueva estrategia de lucha consistía en ir en busca de dinero o de hombres con dinero que con su presencia en La Habana, le ayudaran a mostrar esa seguridad que sólo brinda la solvencia, o contar con amigos solventes.