Eugenio Yáñez: El totalitarismo corriente en la Cuba de los Castro. La “batalla de ideas” de la dictadura se reduce a las golpizas
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La “batalla de ideas” de la dictadura se reduce a las golpizas
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Por Eugenio Yáñez
“Nosotros sencillamente le vamos a dar una paliza. La paliza que se merecen”, dice en Cuba un jefe de pandilla preparando a sus pandilleros revolucionarios para lanzarse contra opositores, según un video que circula en estos días.
Que el muy energúmeno no sepa hablar ni lo que es la concordancia gramatical no demerita su liderazgo: todo lo contrario. Mientras más bruto mejor. “No vamos a discutir con nadie. Nosotros no tenemos que discutir aquí con nadie. Además no le vamos a convencer a ninguno de ellos. A los mercenarios no se les convence”. Son mercenarios, no seres humanos. Ese es el súmmum de la arenga a sus canallas, expresa la superioridad del castrismo sobre todas las demás ideas políticas en todo el mundo y todas las épocas.
Infame dictadura que recurre a miserables y cobardes muertos de hambre morales para imponerse con excesos y golpizas, incapaz de apelar a razones y resultados positivos para ganar corazones y mentes. Tras más de medio siglo prometiendo el paraíso y llamando a formar el hombre nuevo, ese es el gran legado que deja a las generaciones futuras eso que todavía algunos llaman “la revolución cubana”.
Ya no es cuestión de nivel de vida, proteínas y calorías, cifras, estadísticas, derrumbes de viviendas, demoras del transporte, precio de los alimentos, coeficientes, hacinamiento, jineteras, remesas, venta de autos, salarios insuficientes, mafia de Miami, vertederos de basura, profesores emergentes, falta de higiene, jubilados sin recursos, prisiones repletas, bloqueo-embargo, actualización de modelo, cuentapropismo, marabú, reforma migratoria, detenciones arbitrarias, chispa’etrén, falta de urbanidad, sino “sencillamente” imponer el sometimiento a palos y golpes a quien no desee seguir siendo un esclavo apabullado o explotado en la enorme finca de los hermanos Castro.
Moral de prostíbulo, disciplina de presidio, lenguaje de potrero, bajas pasiones, honor de proxenetas, amenazas, chantajes, paroxismo, insultos, descalificaciones, patadas a mujeres, abusos como norma, delaciones, falsas acusaciones, indolencia ante problemas sin resolver, desprecio a la población, envidia, bajeza, alarmas infundadas, tergiversación, tremendismo, prensa amañada, gobierno tramposo, privilegios inmorales, discursos huecos, promesas vacías. Cada día peor que el anterior. Y sin perspectivas de mejorar.
Todo eso y más es lo que ha logrado el general-presidente casi ocho años después de adueñarse del poder. Mientras continúa sin aprender: un país no se dirige como se manda un campamento. Mucho menos como se maneja un burdel en el Caribe.
Sus esbirros en Cuba y el mundo, incluidos los de foros digitales, acorde con esa moral prostibularia del régimen, continúan tergiversando información, denigrando e insultando a quienes no pueden defenderse, ocultando realidades, falsificando noticias, mintiendo, amañando juicios, desviando la atención hacia problemas de todos los demás en todo el mundo, para que no se observen, mucho menos se señalen, los bochornos de la dictadura.
Hablarán de unidad en la diversidad en la Conferencia de CELAC, mientras detenían arbitrariamente a cientos de opositores por pensar diferente. Pedirán “respeto” a la Unión Europea mientras no respetan opiniones opuestas a las de La Habana. Dirán de pobrezas, hambre y miseria en países desarrollados, mientras en Cuba cada vez escasean alimentos y los precios se elevan sin límites. Se rasgarán las vestiduras por abusos policiales en Estados Unidos si alguien maltrata a un detenido o dispara contra un delincuente armado. Y ocultarán que ese alguien será investigado y sancionado si se le prueba responsabilidad en abusos o excesos. O que nunca podrá justificarse diciendo que el delincuente era un mercenario, aunque lo fuera.
¿Cuántos represores han sido sancionados en Cuba por golpear opositores, por patear Damas de Blanco? ¿Cuántos han respondido ante los tribunales por participar en un mitin de repudio, lanzar excremento, piedras o pintura contra la vivienda de un opositor? ¿Cuántos trabajadores salen del trabajo, o estudiantes de sus aulas, incluso niños, para participar “espontáneamente” en un infame mitin de repudio? Esa es la moral socialista. Así actúan los hombres nuevos.
Nunca sancionados, los bestias al servicio de los intereses más bajos de la tiranía son los “duros” que defienden al “pueblo” frente al enemigo. No reciben demasiados estímulos, porque no son parte de la camarilla en el poder; tal vez una vaga promesa de resolverles en algún momento un problemita material, lo que nunca ocurrirá, naturalmente. Sin embargo, en su oprobio compartido, se conformarán con recibir de algún seguroso de tercera categoría una palmadita en la espalda, o una cajita con un poco de congrí frío y pescado al horno para “ir tirando” mientras gritan e insultan durante horas a sus semejantes, sin saber ni a quién gritan ni por qué: simplemente porque se les ordenó.
Cada dictadura tiene los esbirros que merece. El totalitarismo cubano corriente no cambiará y continuará dando palizas y abusando de los cubanos.
Hasta el día en que a los esbirros y los dictadores les llegue la justicia que se merecen.
Jóvenes vecinos salen en apoyo a los disidentes y opositores
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