martes, abril 22, 2014

Roberto Álvarez Quiñones: Los Castro de Cuba le deben a la izquierda (y no al revés)

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Recuerdo en mi primer año de la carrera  cuando en los círculos políticos a los que obligatoriamente teníamos que  asistir y hablar  se tuvo que discutir el tema de la vía para tomar el poder.  A los estudiantes del aula nos dividieron en varios grupos  y en el grupo de al lado del mio estaba Dieva  Silva  Ayzaguer una joven  uruguaya de familia muy activa  en  la izquierda uruguaya  perteneciente al Frente Amplio. La tesis de la tiranía  era la del foquismo guevarista y recuerdo que la entonces  militante de la Unión de Jóvenes Comunista  Rosa Vázquez, una extremista ¨sarampionada¨ de cuchillo en la boca, le cayó con su extremismo a Dieva porque Dieva había planteado que la vía de las elecciones  PODÍA ser  otra vía para alcanzar el poder político  y que la vía armada no tenía que ser la única. Otras militantes secundaron, más por la coacción que por la convicción,  a Rosa Vázquez y dejaron sola a Dieva en el debate, la cual fue  marginada a partir de ese momento, pese a que su padre era el Dr.  Celiar Silva Rehermann, director entonces de la Escuela de Matemática de la Universidad de La Habana,  un entonces destacado topólogo, gran profesor  y decente persona que hasta su muerte fue una persona francamente de izquierda. Dieva abandonó la carrera en su primer año; su hermano Luis Carlos Silva  Ayzaguer matriculó posteriormente y se graduó (conocía ya las reglas de juego) y es hoy un destacado especialista en Estadísticas. Rosa Alicia Vázquez Cedeño hasta años recientes fue decana o vicerectora de la Universidad de Ciencias Informáticas, UCI, y tal parece que sigue tan extremista como siempre...Rosa fue  la voz principal para que enviaran a Jorge Alonso Padilla para la agricultura por perder el año académico y haber estado becado; posteriormente Padilla se fue de la carrera y  trabajó como asistente de dirección y director de telenovelas y otros programas de la televisión cubana...
Al Castrismo no le importa tanto si una persona u organización  acertó o se equivocó; su objetivo fundamental es que sea dócil y  obediente y fiel a sus directrices o lineamientos aunque él, el Castrismo, se equivoque.  La izquierda latinoamericana le debe también muchos favores de todo tipo al Castrismo, incluyendo la subvención económica, la formación de cuadros políticos e ideológicos en Cuba  y la propaganda a sus actividades así como la subversión a los gobiernos, constitucionales o no, para que no pudieran desarrollar sus gestiones gubernamentales en condiciones de paz; esos favores crean lazos y dependencias emocionales e ideológicas . Realmente lo que hubo, y hay, entre el Castrismo y la izquierda  fue una simbiosis, al igual que la tiranía con la URSS.
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Tomado de http://www.diariodecuba.com

Los Castro le deben a la izquierda (y no al revés)

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La aceptación castrista de la vía democrática en América Latina no obedece a razones ideológicas, sino a un pragmatismo forzado por las circunstancias… y a Hugo Chávez.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
22 Abr 2014

La actual oleada de gobiernos de izquierda o populistas en América Latina no es un efecto tardío de la revolución cubana, tal y como creen muchos líderes de la región, al punto de sentirse agradecidos y obligados a rendirles pleitesía a los Castro y darle oxígeno político y económico a la dictadura que encabezan.

Es al revés: son los Castro y la cúpula comunista cubana quienes deben agradecer a la izquierda continental no haber hecho caso al insistente llamado cubano, durante décadas, a incendiar Latinoamérica para lograr la "liberación nacional", derrotar a la burguesía y el imperialismo yanqui, e instaurar regímenes totalitarios desde el Río Grande a la Patagonia.

La revolución castrista no solo no desbrozó el camino para el giro a la izquierda que dio la región, sino que paradójicamente lo impidió durante mucho tiempo. Salvo exacerbar el odio de clases y el sentimiento antiestadounidense, que sí se agudizaron regionalmente a partir del discurso cubano, muy poco, o nada, debe la Latinoamérica socialdemócrata, ni incluso la populista, a los hermanos Castro.

Es más, la llegada al poder de la izquierda, o el regreso del viejo populismo en varias naciones —que entre otras cosas han convertido a la OEA en un ente regional inservible, incapaz de tomar acción en la crisis venezolana—, constituyó una derrota ideológica y estratégica para el castrismo.

Y aunque suene absurdo, fue una derrota de la cual se alegran los Castro, pues si los partidos políticos de izquierda se hubiesen guiado por las tácticas y las "orientaciones" de Fidel, y del Che Guevara en su momento, nunca habrían alcanzado el poder, y hoy no habría en Caracas un gobierno que con subsidios por más de $10.000 millones anuales mantiene a flote la economía de la Isla.

Hay que recordar que en 1966 Castro organizó en La Habana la Conferencia Tricontinental, donde surgió la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), brazo político castrista para fomentar la revolución mundial, y cuya estrategia quedó bien definida en 1967 al publicarse en la revista Tricontinental el llamado del Che Guevara (ya estaba en las selvas bolivianas) a crear "dos, tres, muchos Vietnam". Castro colocó al frente de la OSPAAL a uno de sus colaboradores más cercanos, Osmani Cienfuegos.

A partir de entonces se dispararon en Latinoamérica los actos terrorista, atentados a líderes políticos, y los asaltos a bancos para obtener fondos para la revolución. Las guerrillas rurales y urbanas se multiplicaron.

 Aunque el proyecto del Che de crear un "foco guerrillero" en el corazón de Sudamérica que se extendería a toda la región colapsó en Bolivia, Castro siguió insistiendo en el empeño y entrenó, armó o apoyó financieramente a las guerrillas latinoamericanas: los Tupamaros en Uruguay; los Montoneros y el ERP en Argentina; las FARC, el M-19, y el ELN en Colombia; las FALN y el MIR en Venezuela; Sendero Luminoso y el MIR en Perú; las FAR y el EGP en Guatemala; el FSLN en Nicaragua; y el FMLN en EL Salvador, para citar algunas de las más conocidas.

La sangre y el fuego promovidos por Cuba constituyeron un rescate de la fallida "revolución permanente" de León Trotsky, tan irresponsable como ilusoria. Esa estrategia castrista chocaba con Moscú, pues negaba la lucha política y sindical de los trabajadores. En ese batallar se forjó Inacio Lula de Silva, uno de los actuales paradigmas de la izquierda continental.

La "partera de la historia"

Convencido de que la violencia es la "partera de la historia", como proclamaba Carlos Marx, Castro siguió acusando de "traidores" a los partidos y líderes de izquierda que participaban en los procesos electorales. "Le hacen el juego a la burguesía y al imperialismo", decía el comandante.

En 1970, cuando el socialista Salvador Allende fue electo presidente de Chile, Castro intervino directamente y arrastró a Allende a iniciar la "cubanización" de Chile para alejarlo de la democracia representativa e instalar allí un régimen marxista-leninista.

El derrocamiento de Allende, tres años después, sirvió al Comandante para reafirmar que la vía electoral no era viable para establecer el "poder revolucionario". El triunfo militar de los sandinistas en Nicaragua, en 1979, reforzó su tesis de la lucha armada como única vía para lograrlo, y aumentó su apoyo a las guerrillas de El Salvador y Guatemala. La guerra fratricida se intensificó y finalmente dejó un saldo de casi 400.000 muertos.

Castro se disgustó con Daniel Ortega cuando éste decidió realizar elecciones democráticas en Nicaragua en 1990. Hay muchos testigos en Cuba que saben que Ortega fue a La Habana a explicarle al comandante que era imposible ganarle militarmente a los "contras" antisandinistas, que la guerra ya había costado 30.000 vidas, y que su gobierno estaba bajo una insoportable presión interna y externa para celebrar dichos comicios y poner fin al conflicto armado.

El dictador cubano le dijo que no cometiera ese error, y Ortega lo tranquilizó asegurándole que todas las encuestas mostraban que él iba a ganar las elecciones. No contó con que la gente mentía a los encuestadores y la candidata opositora Violeta Barrios obtuvo la victoria. Para Fidel el fracaso electoral sandinista fue una prueba más de que él tenía razón y que en una "revolución" no puede haber pluralismo político, ni comicios libres.

Mientras tanto, hasta la izquierda más iconoclasta y radical adoptó las reglas democráticas calificadas de "pluriporquería" por Castro. Incluso así lo hicieron también algunos remanentes de las guerrillas. Por ejemplo, el actual presidente de Uruguay, José Mujica, era un Tupamaro; y Salvador Sánchez Cerén, electo presidente de El Salvador en marzo pasado, era guerrillero del FMLN.

Alimentando el nacionalismo, o el discurso populista de hace 60 años que tanto daño hizo a Latinoamérica, la izquierda fue accediendo al poder en elecciones democráticas en muchos países.

Un nuevo tío rico

La clave de todo esto es que los Castro no abandonaron la estrategia de la violencia revolucionaria porque al fin "maduraron" y se convencieron de que esa no era la vía para hacer las transformaciones sociales. La razón fue el triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela en 1998, combinado con la imperiosa necesidad de que otro tío dadivoso mantuviese económicamente a Cuba como lo había hecho la extinta Unión Soviética.

En resumen, que la aceptación castrista de la vía democrática no obedeció a razones ideológicas, sino a un pragmatismo forzado por las circunstancias y gracias a que Chávez era un iluso apasionado del castrismo, con una fabulosa chequera de petrodólares, y en pleno control militar de su país.

Lo que no pudieron los Castro en Chile, en Venezuela sí lo lograron: intervinieron masivamente en todas las ramas del Estado venezolano, incluidas la militar y la de inteligencia. Hoy Caracas sostiene económicamente a Cuba, a cambio de un liderazgo político y militar funesto que ha llevado a esa nación sudamericana a su peor crisis política, social y económica en casi un siglo.

El colmo de las ironías es que Cuba, un país de 11 millones de habitantes totalmente arruinado por el socialismo, es la metrópolis que conduce hacia el socialismo a Venezuela, un gran productor de petróleo con 30 millones de habitantes.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Yo siempre especulo que, detrás de muchas de estas "democracias" haya la influencia del MININT, con algún financiamiento y logística, aunque es cierto que cuba esta en bancarrota desde hace mucho tiempo, es también un gobierno que no tiene que presentar un presupuesto al parlamento, ni explicar donde y como gasta sus ingresos, si José Abrantes tenia un millón de dolares en México, muy posible que hubieran contribuido esa cantidad en la elección de Lula y de Chavez, es conocimiento publico la famosa maleta de dinero que Chavez mando a Fernandez en Argentina, asi como también su injerencia en los comicios del Perú en el 2006.
Fidel pro democracy


1 Comments:

At 3:09 p. m., Blogger Fidel pro democracy said...

Yo siempre especulo que, detrás de muchas de estas "democracias" haya la influencia del MININT, con algún financiamiento y logística, aunque es cierto que cuba esta en bancarrota desde hace mucho tiempo, es también un gobierno que no tiene que presentar un presupuesto al parlamento, ni explicar donde y como gasta sus ingresos, si José Abrantes tenia un millón de dolares en México, muy posible que hubieran contribuido esa cantidad en la elección de Lula y de Chavez, es conocimiento publico la famosa maleta de dinero que Chavez mando a Fernandez en Argentina, asi como también su injerencia en los comicios del Perú en el 2006.

 

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