ANALFABETO ¿Y QUÉ?
Por Esteban Fernández
Junio 17, 2014
Según Hugo Byrne “mis columnas son las más leídas en el exilio cubano”. Bueno, voy a decirles la verdad: Mi principal conquista parte de la base de hacer obvio que “sólo sé que no sé nada”. Y si alguien me pregunta: ¿Cuál es el único mérito de tus escritos? Sin pensarlo dos veces respondería: “Supongo que mis lectores notan que absolutamente todo proviene de mi cerebro”. Nada es copiado ni rebuscado en libros de historia pasada y presente.
Al principio de escribir estaba rodeado de ancianos cubanos a los cuales les podía hacer mil preguntas, en la actualidad unos han muerto y al resto les falla la memoria y son ellos los que recuerdan las cosas a través mío. Como dice mi amigo Héctor Casanova: “Tu padre fue tu adoctrinador, pero ahora tú eres el nuestro”.
Mis primeros escritos para la Prensa de Los Ángeles se los entregaba con antelación a Luis Beato para que los arreglara un poco. Luis me dijo algo que nunca he olvidado: “Para ser un analfabeto escribes bastante bien”… Me comparaba con el gran poeta güinero Francisco Riverón Hernández que era un iluminado en su género pero que Manolo Ortega Castellanos le rectificaba sus poemas antes de ser publicados en Bohemia. Mi buena amiga del Instituto Luisa Diez Jorge también en una época me ayudó mucho con la ortografía.
Hoy en día sigo siendo inculto y no he aprendido gramática, pero me sé de memoria como se escriben las palabras. A veces me trabo en alguna cosa y acudo al Dr. Enrique Bin. Estuve dos días tratando de encontrar si los gallos se “tuzaban” con z, o se “tusaban” con s, hasta que Enriquito me dijo que era “atuzar”. Aldo Rosado, de “Nuevo Acción”, me ha corregido cinco erratas en los últimos tres años. Dice él que “eso no es un mal récord”.
Mario Byrne me decía que: “El triunfo de tus columnas reside en que nunca te lanzas a escribir sobre lo que no sabes, ni tratas de parecer un erudito ni un sabelotodo, ni presumes de intelectual, ni intentas hacer un ensayo sobre la Revolución francesa, y de esta forma jamás te metes en camisa de once varas”…Observe usted que nunca uso el “punto y coma” y a duras penas sé lo que es un gerundio y cuáles son las palabras esdrújulas.
Sobre las cosas antiguas y actuales de Güines sólo me quedan Aris Caso y Jesús Hernández respectivamente para consultar. No plagio a nadie. Muchos me dicen que mi estilo es igualito al de Eladio Secades. Sin embargo, y a propósito, nunca he leído absolutamente nada de él. También algunos piensan que escribo muy parecido a mi abuelo Manuel Fernández Valdés quien fue un verdadero literato, juez de mi pueblo y poeta, pero tampoco nunca lo conocí ni he visto sus obras ni sus textos.
Hasta cuando hablo de Martí, de Maceo, de Gómez y de los años 1800′s, no voy a los libros sino que recurro a la improvisación y a mis recuerdos de las conversaciones que sostuve con los mambises siendo un muchachito en el portal del Centro Regional de Veteranos de la Provincia de La Habana en el callejón de Duarte. En realidad nunca, desde que estoy en el exilio, he tenido ni leído un solo libro de Historia de Cuba.
A veces, sin querer ni darme cuenta, se me han escapado decir cosas de Guillermo Álvarez Guedes. Opté por no escuchar más sus discos para no reincidir en el error. Me sentí más tranquilo cuando él utilizó un artículo mío completo sobre “El dentista cubano” sin darme crédito.
Creo que hay otros factores en mi favor y que llevan a muchos a leerme y es que la gente sabe que amo a Cuba, odio a los que oprimen a mi país y puedo equivocarme pero jamás redacto algo, critico o halago a alguien sin creer firmemente en lo que escribo. Entonces los que piensan como yo me siguen al pie de la letra.
Pero si quieren verdaderamente saber dónde reside mi éxito es que al principio los lectores perdonaban mis disparates porque era un imberbe y ahora los achacan a que soy un viejo.
Y si alguien desea discrepar de mí y creer que yo soy un genio y al mismo tiempo muy valiente aceptando mis limitaciones no pienso contradecirlo. Gracias.
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