Jorge Hernández Fonseca: Cuba: Hora de definiciones
Brasil
12 Junio de 2014
La “siempre fiel” isla de Cuba, se prepara para un cambio –todavía indefinido—pero trascendente. Indefinido porque las fuerzas del castrismo oficialista quieren ejecutar una operación de transición hacia el capitalismo sin dar libertad a su pueblo, contradicción que lógicamente deja abierto el resultado. Trascendente porque la Nación cubana sale de una autoritaria y empobrecedora revolución socialista y aspira a iluminar los caminos de su futuro.
El campo político cubano, tradicionalmente maniqueo, de repente ha explotado en disímiles tendencias, ahora que el fracaso del socialismo real se hace evidente para griegos y troyanos. Incluso el cardenalato de la Iglesia Católica Cubana, que hasta el presente era colaboracionista con la dictadura, comienza a desprenderse de “colaboradores” indeseables, al atisbar en el horizonte la clarinada libertaria que sustituirá la larga noche que sufre el pueblo de la isla.
Se suceden frecuentes polémicas entre castristas reciclados, que oportunamente han marcado distancia ideológica de la línea dictatorial, en la esperanza de encontrar un lugar en el futuro democrático que se avisora. Nada hay de malo en defender un socialismo democrático, el problema es hacerlo ahora, cuando la lucha de los opositores y las realidades que antes negaban, ha terminado demostrando la inutilidad socialista. Levantar la voz ahora todavía es meritorio, pero se critica no haberlo hecho cuando fusilaban injustamente cubanos demócratas.
La llamada “Carta de los 40” dirigida a Obama ha decantado un importante proceso de definiciones en el terreno político cubano, porque la misiva indica inexorablemente la derrota de la ideología comunista en Cuba, derrota por la cual han luchado cientos de miles de cubanos, muchos ya fusilados, otros sobreviviendo en el mayor ostracismo dentro de la isla, o adaptados a los rigores del exilio. Esos son los verdaderos visionarios, a los que se le quiere escamotear el triunfo. Y como la patria es de todos, razón adicional para no olvidar a esos patriotas.
Es ingenuo pretender un apoyo popular masivo a la línea de negociar con Raúl y sus generales una transición fraudulenta al estilo ruso, o incluso al estilo chino. La Nación cubana no son sólo los 40 firmantes de una inconsulta “petición a Obama”. Cuba somos todos y de esa forma, todos tenemos el derecho a analizar las alternativas de futuro. Para cualquier cubano digno es imposible apoyar un equipo gobernante que ha destruido moral y físicamente el país. No va a ser la ambición económica la carnada que apoye la mayoría del pueblo cubano de dentro y fuera de la isla. Sí hay una rendición, tienen que irse. Si no la hay, seguiremos en la lucha.
Intentos no han faltado dentro del variopinto escenario opositor cubano: pidiéndole a Europa un lugar en la mesa de negociaciones; argumentando las ventajas de un cambio fraude que garantice desayuno, almuerzo y comida sin libertad; teorizando sobre la necesidad de un socialismo democrático a tono con la izquierda mundial… Todo de última hora. Sin embargo, cuando los miles de campesinos cubanos alzados en armas en los 60 y los 70 eran fusilados “in situ” ninguna de esas voces se escuchaba. Repito, la patria es de todos y más vale tarde que nunca. Sin embargo, lo que resulta insoportable es el oportunismo y la demagogia, después del socialismo haberse hecho pedazos, se venga a teorizar marxistamente sobre el futuro
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