martes, junio 10, 2014

Oscar Sánchez Madan desde Cuba: El terror oficial no paraliza a UNPACU




El terror oficial no paraliza a UNPACU

Por Oscar Sánchez Madan  
09 de Junio de 2014

Protesta-CardenasCuba actualidad, Cidra, Matanzas, (PD) Los cobardes ataques a las humildes viviendas de los activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), las salvajes golpizas que les propinan los agentes del régimen y las detenciones arbitrarias no han logrado paralizar a estos luchadores por la libertad. A pesar de la represión oficial, están decididos a cambiar la horrible situación en que vive la población cubana.

Para conocer las inhumanas consecuencias de estos actos crueles y degradantes, es necesario visitar el domicilio ubicado en calle Anglona, entre Minerva y Mercedes, Cárdenas, Matanzas. Allí se puede observar el deplorable estado en que se encuentra, desde el año 2013, la vivienda de Eduardo Pacheco Ortiz, un multilaureado ex-miembro del equipo nacional de pesas, defensor de derechos humanos.

Pacheco, su esposa Sayma Lamas Barzola y sus jóvenes hijas Evelin y Elizabeth conocen el terror que les impone el gobierno. La policía de Seguridad del Estado, auxiliada por las paramilitares bandas de respuesta rápida ha empleado contra ellos, casi todos los métodos violentos que les enseñaron los instructores asesinos del otrora KGB (Comité de Seguridad del Estado soviético).

Son testigos los residentes en Cárdenas del lanzamiento de excremento, piedras y chapapote contra la casa de Eduardo Pacheco. Asimismo, han presenciado las brutales golpizas de que han sido víctimas sus familiares y colaboradores. Han visto muy de cerca los violentos mítines de repudio organizados contra ellos por los agentes de la policía política.

Este representante de la UNPACU en Cárdenas, su familia y sus colegas, viven convencidos de que en Cuba habrá un cambio radical que conducirá a la nación al sendero de la democracia. Tienen fe en que los responsables de estas arbitrariedades, ocurridas a diario en Cuba, serán llevados ante los tribunales de justicia, a pesar del silencio cómplice de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos.