PARA LOS QUE PIDEN BORRÓN Y CUENTA NUEVA: CARTA DE LA NANA DE MARÍA CONCHITA ALONSO EN 1962
July 19, 2014 by Nuevo Accion
Arriba: la única imagen de la Sra. Sofía Montero que pudieron conservar los Alonso
Nota de Robert Alonso (hermano de la actriz María Conchita Alonso):
Cuando salimos de Cuba, en agosto de 1961, dejamos atrás a muchos que para nosotros eran importantes. Nuestros abuelos, amigos, vecinos… y empleados que formaban parte de nuestra familia, entre ellos: Sofía Montero.
Sofía Montero era la cargadora de nuestra hermana, María Conchita, quien había estado a su lado desde el mismo día en que nació. Era, por cierto, prima hermana de Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”. Había nacido en Santa Isabel de las Lajas, cercano a nuestro pueblo… Cienfuegos.
Luego de un año de estar exiliados en Venezuela, recibimos una carta manuscrita de nuestra Sofía Montero, que nuestra madre leyó llorando un domingo en la mesa, luego de almorzar el tradicional arroz con pollo, a “la chorrera” con “chatinos” (tostones), clásico de todos los domingos. Años después llegó a mí, buscando en uno de los cajones de recuerdos de la familia. La recuperé, le hice ciertas ediciones para hacerla entendible, pero siempre guardando su estilo y “traduje” algunos
modismos cubanos, para que el lector venezolano pudiera entenderla.
Sofía era una “negra tinta”, como les decíamos los cubanos a los negros puros, más oscuros que la noche… era muy elegante. Se tomaba su tiempo al caminar. Andaba despacio, pero sin pausa… ¡y adoraba a Mariconchi!
(La actriz y cantante María Conchita Alonso)
Nuestra madre le contestó. Lamento no saber qué le dijo, pero sé que le contestó. Jamás supimos de ella.
En el año 2000, 35 años más tarde, nuestro padre regresó de visita a Cuba. Al pasar por Cienfuegos trató de ubicarla, pero ya nuestro pueblo era otro. Nadie de los que entonces lo habitaban, jamás la habían conocido. No quedaba un solo vecino de antaño… todos habían muertos o estaban exiliados, como nosotros. Sofía se fue para quedar en nuestros recuerdos… y ahora quedará en los vuestros.
Robert Alonso
*****
Cienfuegos 15 de julio de 1962
Señora Conchita,
Le ruego a mi Dios que al recibo de esta carta usted y su familia que es mi familia también se encuentre con salud y cuidando mucho a mi niña Mariconchi.
No sé si recibirá esta carta porque me dicen que no llegan, aunque a Venezuela sí. De todos modos la escribo porque no tengo otra manera de comunicarme con usted y mi corazón no aguanta más este dolor que tengo señora Conchita.
Ayer me encontré en la plaza a la señora Ana (una vecina de nuestra urbanización) y me dio la noticia que se irán a Miami la semana que viene. Todos ya se han ido señora Conchita. Del reparto (urbanización) solo queda la familia Cápiro, pero es porque como es médico no le dan la salida (los Cápiro también se fueron dos años después). El reparto ya no es el mismo pues todo se cae a pedazos con los céspedes (la grama de los jardines) crecidos como manigua (monte), tan linda que era Punta Gorda (la urbanización donde vivíamos en Cienfuegos). Dan ganas de llorar todos los días señora Conchita.
MI hermana Pancha que era la única que me quedaba, murió hace dos meses y su hijo Rodriguito se lo llevaron para la Habana y hace mucho no sabemos de él. Fue llevado por las milicias y de él no sabemos nada desde entonces. Sabe que Panchita que en paz descanse, la quería mucho y vivió siempre agradecida por sus favores como he vivido yo señora Conchita con usted que siempre fue muy buena con nosotros.
Señora Conchita se puede imaginar, yo Sofía Montero estoy de directora del instituto (el liceo público donde mi madre era la profesora de educación física). Imagínese yo que apenas sé leer y escribir. Todos los profesores y maestras se fueron ya y tan solo queda el viejo Ramón que cuidaba los patios y lavaba su máquina (su automóvil) cuando usted llegaba y que le manda recuerdos.
Señora Conchita no tengo un momento de tranquilidad. Cada día estoy más sola y solamente pienso en ustedes que son mi familia desde que era una muchacha. No puedo quitarme de la mente a mi niña Mariconchi a quien vi nacer y que crié hasta la misma tarde en que ustedes se fueron para Venezuela, que jamás olvidaré y que tanto lloré en sus brazos cuando le dije adiós.
Señora Conchita yo sé que ustedes no tienen los medios porque lo perdieron todo, pero si usted me puede reclamar para que me den la salida de Cuba, la ayudaría a seguir criando a mi niña Mariconchi y no se tiene que preocupar por pagarme nada porque somos familia. Pero ya no lo puedo aguantar más. Todos los días de Dios los extraños y ahora más que nunca que mi Panchita se me fue al cielo. Solo tengo a ustedes que están lejos y sabrá Dios cuándo podrán regresar.
Cada día esto se pone peor. Evencio es como dueño del reparto con sus milicianos y no puede dejar pasar una semana sin meter a la cárcel a un vecino y lo hace por cualquier cosa. A mí me parece que lo hace para que todos se vayan de Cuba porque ya nadie es contra revolucionario pues todos lo único que hacemos es ver cómo vivimos de la mejor manera posible. A veces me quedo con los Gutiérrez en Punta Gorda porque mi campo me queda muy lejos del instituto y las guaguas hasta allá no llegan ya.
Ya cuando ustedes se fueron no había ni leche, azúcar y muchas cosas, pero ahora no tenemos ni carbón para cocinar en nuestros bohíos (ranchitos). Como soy directora del instituto me llevan todos los fines de semana a Laredo a hacer prácticas militares y todos nos preguntamos para qué si aquí no hay ni guerra ni nada. En el colegio de los niños que espero que estén bien, hicieron un cuartel de la milicia y construyeron una cárcel muy grande que llenaron con presos que trajeron desde otras provincias. Por delante de Los Maristas no se puede pasar porque las calles están todas bloqueadas con milicianos.
De la señora Carmelina (nuestra abuela, que para entonces todavía estaba en Cuba) no he sabido nada ni sé si está bien o mal. Desde que ustedes se fueron no la he vuelto a ver. La señora Ana me dijo que la había visto en la medicatura, buscando desesperadamente unas gotas para los ojos de Don José (nuestro abuelo), pero luego no supo más de ella. Si recibe esta carta y me la responde quisiera que me dijera cómo está, porque no sé de ella y como se mudaron para Santa Clara ya no sé dónde encontrarla. Ella siempre fue muy buena con nosotros y la recuerdo tanto como los recuerdo a ustedes.
Por favor, cuénteme de mi niña Mariconchi. Cómo está y cómo le va en su colegio. Debe de estar grandísima. Cuídemela mucho señora Conchita.
Bueno me despido con este gran dolor que tengo señora Conchita. No sé si llegará a leer esta carta porque la dirección que usted me dio fue donde trabajaba la doctora Maruja (nuestra tía quien tenía años viviendo en Venezuela, fundadora de la Universidad de Oriente, en Cumaná) y no sé si todavía está trabajando ahí. Si puede escríbame al instituto porque usted sabe que en mi campo no llegan las cartas. No me escriba nada de política para evitar problemas, solo dígame cómo están ustedes y cómo está mi niña Mariconchi y el señor Richard y los niños.
Dios la bendiga,
Sofía Montero
2 Comments:
Lo que empuja a Sofía a escribir esta carta era su estado desesperado y necesidad de irse a vivir con los Alonso, hasta para trabajarles gratis. La única consecuencia fue que la Sra. Alonso lloró y "le respondió".
Lo mismo pensé
Publicar un comentario
<< Home