UN CUBANO EXCEPCIONAL LLAMADO TONY VARONA.
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E
n medio de aquel mundo hedonista e indiferente de la Cuba de mediados del Siglo XX, Tony fue la excepción. Si hubiera sido la regla, ni Batista ni Castro habrían podido secuestrar nuestros procesos políticos e instaurar sus regímenes de tiranía y latrocinio.
En el Camagüey legendario de los Agüero, los Agramonte y los Cisneros nació en 1908 un niño predestinado al patriotismo y al servicio. Desde muy temprana edad, Manuel Antonio de Varona y Loredo anduvo de prisa en la tarea de forjar la patria justiciera e incluyente por la que habían sacrificado sus fortunas y ofrendado sus vidas tantos de sus ilustres coterráneos. A los 18 años ya era Presidente de la Asociación de Estudiantes de Camagüey y dirigía la revista La Voz Estudiantil. A los 22 baja la colina de la Universidad de la Habana en una marcha de protesta contra la tiranía de Machado y resulta herido en la misma balacera donde cayó mortalmente herido su compañero Rafael Trejo. El calendario convulsionado de aquellos días aciagos marcaba 30 de septiembre de 1930. Al día siguiente funda, junto a sus compañeros de lucha, el "Directorio Estudiantil Universitario de 1930". Así recibió Tony Varona su bautismo de fuego e inició
la que sería una larga carrera política acompañada siempre por las tentaciones, las traiciones, las estrecheces y el peligro. Por ninguno de ellos se dejaría vencer.
Un año más tarde esa parada obligada en el camino hacia el fortalecimiento del carácter de líderes predestinados que es el presidio político. El de José Martí, Calixto García y Juan Gualberto Gómez. En 1931 sufre 105 días de privación de libertad por su liderazgo en la lucha estudiantil y, en 1932, vuelve a ser detenido y cumple 20 meses en el Castillo del Príncipe. Entre una y otra prisión, organiza un grupo armado en apoyo de la Expedición de Gibara, dirigida por Emilio Laurent y Sergio Carbó.
Son años de grandes peligros y acontecimientos precipitados, por lo que Tony no se detiene en su quehacer revolucionario. Participa activamente en los acontecimientos que dieron lugar al golpe del 4 de septiembre de 1933 y, el 8 de febrero de 1934, se une a un grupo de jóvenes iluminados por el ideal de la transparencia y la honestidad en la gestión pública para fundar el Partido Revolucionario Cubano, Auténtico. Lamentablemente muchos de ellos sucumbirían ante las tentaciones que trae siempre aparejado el poder político. Pero no Tony Varona. Este hombre de voluntad férrea y espíritu de servicio estaba decidido a demostrar que la política puede ser una profesión honorable y así lo hizo por el resto de su vida.
En la década de 1940-1950, gana por elección un escaño en la Cámara de Representantes, primero, y en el Senado después. En su calidad de legislador fue autor y copatrocinador de numerosas leyes de carácter económico, social y sindical. Entre ellas: El Banco Nacional de Cuba, la Ley Orgánica de los Presupuestos, el Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales y el Tribunal de Cuentas. En 1948, ocupó el cargo de Primer Ministro en el gobierno del recién electo Presidente de la República, Carlos Prío Socarrás. Pero su tránsito por aquel gabinete en el que parecía no sentirse cómodo tendría muy corta duración, pues en 1950 se encontraba de regreso en el Senado.
Confrontado con la ignominia del 10 de marzo de 1952, Tony redacta un documento que fue suscrito por la mayoría de los legisladores de ambas cámaras con el que evita que Batista pueda asumir legalmente el liderazgo del Congreso de la República. Acompaña al Presidente Carlos Prío a Matanzas para enfrentar la asonada desde allí pero el Regimiento Placido ya se había sumado al golpe y puesto bajo arresto a su jefe el Coronel Martin Elena. Aunque con distintas armas, continua su lucha contra Batista formando parte, en 1954, del grupo de sectores del Diálogo Cívico, presidido por el Coronel Cosme de la Torriente. Cuando se dio cuenta de que Batista no negociaba de buena fe tomó el camino del exilio y de la lucha armada.
Acorde con esa decisión, el 28 de diciembre de 1958, setenta y dos horas antes de que Batista huyera aguijoneado por su cobardía y amparado por las sombras de la noche, Tony Varona aterrizó con una expedición armada en la tierra camagüeyana donde había librado sus primeras batallas. El capitán araña de Birán se mantenía todavía a buen resguardo en su madriguera de la Sierra Maestra. Demoraría diez días en llegar a la Habana y comenzar su batalla desenfrenada por el poder absoluto
que le otorgó un pueblo idólatra, una prensa arrodillada y una dirigencia política paralizada por la cobardía. Como demostró en el curso de toda su vida, Tony no estuvo dispuesto en aquel momento en ser parte de aquella lúgubre caravana de la cobardía y de la idolatría.
Tan temprano como febrero de 1959, en el curso de una comparecencia televisada, Tony exigió que Castro cumpliera el Pacto de Caracas y convocara a elecciones a la mayor brevedad posible. Y el 12 de junio de 1959 abundó sobre el tema en otra intervención por el Canal 12 de televisión. Cuando la mayoría de la dirigencia política le hacía carantoñas al tirano, Tony le envió un mensaje contundente cuando dijo: "No creo que la revolución deba estar en el poder sin el mandato del pueblo más del tiempo necesario… y el que se oponga, es que tiene mentalidad fascista, nazista o comunista."
Quizás cansado de ser una voz solitaria en aquel desierto poblado por cobardes, Tony sale de Cuba unos meses más tarde y comienza su peregrinaje por un mundo todavía enamorado del déspota e indolente ante la tragedia cubana. El 22 de junio de 1960 funda en México el "Frente Revolucionario Democrático", es designado su Coordinador General y se inicia el reclutamiento de grupos de infiltración, los cuales más tarde se convertirían en la "Brigada 2506", traicionada por el Presidente Kennedy el 17 de abril de 1961. En febrero de 1961, con la incorporación de otros grupos revolucionarios, el Frente se convertiría en el Consejo Revolucionario Cubano, presidido por el Dr. José Miró Cardona con el visto bueno de un desinteresado Tony Varona. Fue por esta época en que conocí a Tony Varona en la sede del Frente, ubicada por entonces en Biscayne Boulevard y la calle 17 del noreste de Miami.
Cuando se produce la traición de Bahía de Cochinos, Tony y siempre Tony, mantiene alta la dignidad cubana y condena la infamia en la propia Casa Blanca. El 18 de abril de 1961, ante las respuestas esquivas de Mr. George Bundy, consejero del Presidente Kennedy, Tony le espetó en su misma cara: "Si estos muchachos son fusilados, su sangre salpicará las paredes de la Casa Blanca". Allí mismo se acabó la comedia de cobardías y de intrigas.
Una semana después, ya fracasada la invasión, Tony visitó, en compañía del Dr. Antonio Maceo, nieto del Titán, y de otros acompañantes que mi memoria no registra, a los miembros del Batallón 7 que habíamos quedado rezagados en Retalhuleu, en las montañas de Guatemala. Pero lo importante no es la lista de acompañantes sino la situación que allí se produjo y la reacción de Tony ante la misma, a la sazón Ministro de la Guerra del Consejo Revolucionario. Cuando fue increpado por algunos exaltados que estaban amargados por la derrota, Tony los confrontó con la firmeza y la frialdad de los hombres que no conocen el miedo. No les pidió excusas sino les exigió respeto. Un silencio absoluto reinó sobre los 200 hombres allí reunidos que fuimos testigos de la forma en que confrontan los retos los verdaderos líderes.
Cerrado el capítulo de Bahía de Cochinos, un Tony conminado por la estrechez económica se dio a la tarea de ganarse el pan y sobrevivir mientras acumulaba fuerzas para la próxima etapa de la lucha. Jamás la aceptación de la derrota. Entre 1964 y 1978, ofrece charlas en diversas Asociaciones y Universidades de los EE.UU. Realiza múltiples labores como la venta de automóviles y la administración de una imprenta en New Jersey donde lo visité con mi colega Manolo Braña para que nos publicara La voz de la Casa Cuba de Washington. Como era de esperar fue receptivo y generoso en su cooperación a esta labor.
Pero Tony no era un hombre capaz de ignorar por mucho tiempo las necesidades de su pueblo ni la tragedia de su patria. Regresa a Miami y, en abril de 1980, funda la Junta Patriótica Cubana, una especie de testimonio final en la vida sacrificada y heroica de un consumado patriota cubano. En su última comparecencia pública como presidente de la Junta, exactamente un mes antes de su fallecimiento, el 29 de octubre de 1992, ya casi en los umbrales de la eternidad, Tony dijo a los presentes en el acto: "Se acerca para Cuba la hora de la libertad. Unamos nuestros esfuerzos en un abrazo de unidad donde se encuentren todos los cubanos que son fervientes amantes de la paz".
En medio de aquel mundo hedonista e indiferente de la Cuba de mediados del Siglo XX, Tony fue la excepción. Si hubiera sido la regla, ni Batista ni Castro habrían podido secuestrar nuestros procesos políticos e instaurar sus regímenes de tiranía y latrocinio. Nos queda, sin embargo la esperanza de que, desde su eternidad, como un padre recto pero benévolo, Tony nos amonesta y nos conmina para que terminemos su obra de amor a la patria y de defensa de su libertad.
NOTA DEL AUTOR: Algunos datos para este trabajo me fueron proporcionados por mi amigo y cercano colaborador de Tony Varona, Julio Estorino. Otros datos los obtuve en la revista cibernética Guaracabuya que dirige el compatriota y brigadista Miguel Uría.
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